En primer lugar, porque tanto los sistemas estatales
como privados se encuentran en quiebra debido a que tienen colocadas
las contribuciones previsionales en acciones o deudas de las empresas y
en títulos del Estado -cuyas acciones y bonos, respectivamente, se han
desvalorizado en proporciones catastróficas-. En el caso de los sistemas
privados, los trabajadores han tenido que postergar la fecha de su
retiro (sin que haya sido necesaria una ley que eleve el mínimo de la
edad para jubilarse). Esto ocurre principalmente en los Estados Unidos.
Pero el desastre no exime a los sistemas estatales, pues según acaba de
revelar Boudou, los 160 mil millones de pesos en acciones y deuda
pública que tiene la Anses (que acumularon las ex AFJPs y luego la
gestión K) cotizan hoy a un valor de mercado de 70 mil millones. O sea
que las gestiones públicas y privadas (capitalistas) han desvalorizado
el fondo acumulado por los trabajadores para su jubilación, en un 60%.
Para colmo, las “inversiones” de la Anses en títulos públicos y Letras
del Tesoro en pesos se ajustan de acuerdo al índice de inflación del
IndeK, mientras los intereses -unos $ 8.000 millones anuales- no quedan
en el sistema previsional sino van a pagar la asignación que antes
pagaba el Tesoro. Entre ese dinero acumulado se encuentran depósitos a
plazo fijo, a tasas de interés inferiores a la inflación, en los bancos
que se han comprometido con el gobierno a prestarlo a grupos
capitalistas afines al oficialismo. Es decir que los subsidios a las
empresas son mayores que los anunciados
La
quiebra de los fondos de pensiones, sean privados o estatales, que
fueron usados, primero para subsidiar al capital y luego para financiar
su rescate, ha sido el pretexto para que Grecia, España, Francia,
Alemania e Italia hayan elevado la edad para jubilarse y reducido en
porcentajes variados el monto de las jubilaciones. La UE propone una ley
comunitaria para llevar la edad jubilatoria a los 70 años; Berlusconi
acaba de presentar un proyecto de ley para que, además, la edad de
retiro se suba cada tres años, de acuerdo al aumento de la expectativa
de vida. El bufón de los italianos evita decir que las personas que vean
privada su posibilidad de retiro, tampoco podrán trabajar o seguir
trabajando, debido al crecimiento de la desocupación. Como se puede ver,
la cruzada del capitalismo contra los trabajadores se ensaña en
especial contra los jubilados.
Ahora que el
sistema jubilatorio ha llegado a su “madurez”, queda claro que el
“estado de bienestar” fue un eufemismo para designar un período en que
las cajas recaudaban aportes pero eran escasas las jubilaciones a
retribuir. El excedente que se generó en esa etapa fue literalmente
confiscado por el “estado de bienestar”, que lo destinó al
financiamiento subsidiados a los capitalistas. Cuando la nómina de
jubilados comenzó a crecer (en Estados Unidos la llaman la generación de
posguerra o ‘baby boomers), el desfalco a las cajas quedó al desnudo, y
los estados comenzaron a compensar el faltante con impuestos o con la
desvalorización de las jubilaciones por medio de la inflación. No son,
por lo tanto, las tendencias crecientes de expectativa de vida o la
menor natalidad las que han hundido a las jubilaciones, sino simplemente
el capital, que se financió con las cajas de jubilaciones en la
“bonanza” y ahora las hunde con la crisis. Un gobierno de trabajadores
no solamente garantizaría un retiro digno, sino que, más importante,
garantizaría la posibilidad de que las personas de tercera edad sigan
trabajando y creando en concordancia con sus condiciones de vida. No
hace falta decir que este abordaje social incrementará aún más la
calidad y las expectativas de vida.
Argentina,
primera
En la Argentina kirchnerista, el ajuste
contra los jubilados supera al de Europa, a pesar de que la Presidenta
se pasee por el mundo dando lecciones contra los “ajustes” europeos,
aunque votando a favor de ellos, como ocurrió, en el FMI, con el paquete
para Grecia. Es que en Argentina, la jubilación promedio apenas llega
al 36% del último salario, y es un 80% menor al costo de una canasta
familiar. Los K lo ven de otro modo, claro: aseguran que la jubilación
mínima ha crecido, desde 2002, por encima de la inflación. Pero mientras
a principios de la década, los que cobraban el mínimo no llegaban al
10% del registro, hoy ha caído a esa categoría el 80%. Lo que es aún
peor, los K hacen sus cálculos sobre los mínimos congelados por Menem,
que luego volvieron a desvalorizarse con la devaluación y la inflación
de 2002. Los jubilados tampoco recibieron nada (como sí ocurrió con las
empresas y bancos) del ‘crecimiento a tasas chinas’ desde 2003, lo que
equivale a una desvalorización relativa (respecto al PBI) de sus
haberes. (Digamos de paso, que el mismo “perro” meten los K con la deuda
externa: parten del crecimiento usuario de la deuda en 2001, como
consecuencia de megacanjes, blindajes, préstamos garantizados y tasas
usureras de más del 30%, para luego presentar a la “quita” como un
‘despojo’ a los acreedores, cuando se limita a retrotraer el nivel de
deuda que existía con anterioridad a ese desfalco). En resumen, el
gobierno kirchnerista consolidó la confiscación de las jubilaciones que
ejecutaron los gobiernos que lo precedieron, y encima agravó la
condición de los millones de jubilados que se encontraban por encima del
mínimo. Jactarse de pagar una jubilación de 900 pesos (que no cubre el
gasto semanal de maquillaje de la Presidenta) al 80% de los jubilados,
retrata de alma y vida a un gobierno anti-obrero.
Sinvergüenzas
El
oficialismo, con K a la cabeza, ha reaccionado con inusitada virulencia
a la posibilidad de que el Congreso apruebe una jubilación del 82% del
salario mínimo; su pedigrée nacional y popular se vino abajo en menos de
lo que canta un gallo. Asegura que la propuesta es “destituyente”,
porque la Anses no podría financiar los aumentos. Dicho en otros
términos: la deuda externa tiene financiación, el pago adelantado al
FMI, también, lo mismo el nuevo arreglo con los acreedores de bonos en
default - los ‘curros’ más destacados de una lista que es interminable,
porque incluye subsidios a GM, a Peugeot y otros. Todo esto suma decena
de miles millones de dólares - cuando el misérrimo aumento que
recibirían los jubilados si se aprobaran los proyectos propuestos, no
sumaría más que 30 mil millones de pesos por año. ¡El proyecto de
Presupuesto para 2011, dicen los que saben, prevé comenzar los pagos al
Club de París! La deuda externa es un flujo continuo de pagos periódicos
(no un pago de única vez) que tiene hipotecado al país desde hace
cuarenta años, y va por otros cuarenta años más.
Ahora
bien: si los precios aumentan sin que se les pregunte a los
consumidores si tienen recursos para solventarlos; si lo mismo ocurre
con los impuestos, que ignoran la posibilidad de pago de los
contribuyentes; si se permite una fuga de capitales de casi 50 mil
millones de dólares, sin preguntarse si esto afecta o no la capacidad de
inversión del país; y si la cosa se repite cuando se paga a los buitres
internacionales; si esta es la norma general, ¿a qué obedece esta
súbita reacción “nacional y popular”, que rechaza otorgar un aumento
misérrimo a los jubilados con el pretexto de que no alcanzan los
recursos?
Pero el problema no es contable sino
social. Para el capital el gasto en jubilados es improductivo - no es
una fuente de explotación que permita generar nuevos beneficios (Esto
es, sin embargo, falso, pues se trata de un salario que se paga en forma
diferida a un obrero productivo que ha dado ganancias al capital). El
problema es, luego, político: basta con que la Anses deje de subsidiar
parásitos capitalistas, o que se reasignen los derroches del
Presupuesto, para que el 82% sea perfectamente viable. El aumento lo
deberían financiar los capitalistas, a quienes Cavallo les redujo las
contribuciones previsionales. Después de todo, si las jubilaciones no
son más que un salario diferido, el rechazo del capital a pagarlas
equivale a un robo.Los K pretenden ahora movilizar a los capitalistas
contra el 82% (y contra el reajuste de las jubilaciones que están por
encima del haber mínimo) para que presionen el Congreso y para convertir
la discusión sobre las jubilaciones en una extorsión de que el 82% y
los reajustes dañarían la ‘competitividad’ de la economía. Solamente un
deshonesto puede usar este argumento cuando la productividad del trabajo
(el monto de producción sobre el número de obreros) ha crecido sin
interrupción en el medio siglo último. Repetimos: no es una cuestión
contable, pues los recursos existen siempre, y ahora también; la
cuestión son las prioridades que se les asigna.
Rebelión
popular
La aparición de los proyectos del 82%,
por parte de la ‘oposición’, no responde a una inesperada vocación
popular: en su momento, no vaciló en reducir las jubilaciones en un 13%
ni en votar impuestazos ‘célebres’ (para pagar, como siempre, la deuda
externa). Los proyectos buscan una salida a una crisis del régimen
político, que pueden explotar en cualquier momento en forma
catastrófica. Ocurre que la Corte Suprema se ha visto obligada a
declarar inconstitucional los congelamientos de Cavallo y los
posteriores a 2002, lo cual crea una nueva deuda de varios miles de
millones de dólares para un Estado que tiene que arrebatar dólares del
Central para poder pagar la deuda existente. Los proyectos opositores
son una operación de rescate frente a la acumulación de 350 mil juicios
que ya tienen un fallo favorable asegurado a partir del dictado en los
casos de Badaro y Sánchez. Se trata de una movilización extraordinaria
de jubilados, por vía judicial, que les insume un enorme esfuerzo e
incluso un costo económico. La generalización de los ajustes ya
decididos por la Corte en esos dos fallos, obligaría al Estado a
actualizar las jubilaciones anteriores a 2006 y cargar con el compromiso
de los retroactivos, que en algunos casos llegan a los años 80. Esa
generalización es inminente.
La iniciativa de
la ‘oposición’ procura una salida a este gigantesco impasse. Por eso sus
proyectos no incluyen el pago retroactivo de los congelamientos, ni
tampoco el 82% sobre el salario último del trabajador (sino solo sobre
el salario mínimo). El objetivo de esta legislación limitada es que
sirva como pretexto para que la Corte dilate un fallo colectivo y para
que las jubilaciones superiores a las mínimas, desde antes y después de
2006, se ‘instalen’ en un monto equivalente al 40/50 del salario último
del trabajador.. El proyecto de los “opositores” no es “destituyente”
sino “conservador”. Es sobre esta base que oficialistas y opositores ya
están buscando un compromiso ulterior, que reduzca aún más la concesión
que se haga a los jubilados. El operativo lo encabeza Moyano, quien
propone un ajuste del mínimo (y el reajuste de las escalas superiores)
en forma progresiva o en cuotas - y, naturalmente, el mantenimiento de
la movilidad actual - basada en un índice de recaudación fiscal y no,
integralmente, en la inflación o los aumentos salariales (que incluya
los ítems ‘no remunerativos).
Para apoyar la
maniobra podrida de Moyano, el gobierno acaba de anular la ley que
prohíbe el uso del salario mínimo como referencia o base para determinar
otras remuneraciones.
Nuestra posición
En
el Congreso no hay una bancada obrera, y para peor los Moyano y los
Yasky se han puesto del lado del gobierno y de las patronales contra los
trabajadores y los jubilados. El más pérfido es Yasky, quien ha
sacrificado el 82% móvil de los docentes, firmando ajustes del 0.98%
para los maestros jubilados y pactando aumentos salarios no
remunerativos, que no se toman para el cálculo de la jubilación; Yasky
ha condicionado el apoyo al 82% en debate a que se financie con un
aumento de contribuciones patronales - a sabiendas de que los diputados
no van a hacerlo y destruir así la posibilidad de que sea votado el 82%.
Una fuerte bancada obrera, opondría a los proyectos de la oposición
patronal, un proyecto integral del 82% móvil; la devolución de las
jubilaciones confiscadas por el congelamiento; la devolución de la Anses
a los trabajadores; impuestos al capital; el rechazo al canje
fraudulento y el no pago de la deuda externa. Y apoyaríamos ese proyecto
con una movilización popular y de los sindicatos.
En
ausencia de esa bancada y de la posibilidad de que se vote un proyecto
que establezca los derechos de los jubilados en forma plena, llamamos a
impedir que naufrague el proyecto de llevar la jubilación mínima al 82%
del salario mínimo; de reajustar todas las jubilaciones afectadas por
los congelamientos de 1991 y de 2002; y de establecer una movilidad de
acuerdo al suba real de los salarios - no la movilidad trucha semestral
vigente. Advertimos que opositores y oficialistas ya están negociando
para reducir aún más esos proyectos que ya rebajan lo que corresponde
por justicia a los jubilados.
fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/07/las-jubilaciones-en-un-momento-decisivo.html
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