Cambian los escenarios, cambian los contenidos ideológicos, cambian los
objetivos estratégicos, cambian las metodologías de lucha, pero la dinámica de
los procesos y los actores son los mismos. La "izquierda" y la "derecha" ya no
están en guerra permanente por la resolución de un orden internacional de
bloques enfrentados como "sistemas " diferenciados (como en la guerra fría URSS-bloque
occidental), sino que disputan por el control de los gobiernos del sistema
capitalista vigente como "mundo único".
En términos doctrinarios y estratégicos, la "nueva izquierda" ya no lucha
contra la "derecha" para sustituir al Estado capitalista, sino que lucha para
"socializar" el sistema capitalista desde adentro sin tocar sus estructuras
históricas de dominio y de poder.
Por
Manuel Freytas (*)
manuelfreytas@iarnoticias.com
manuelfreytas@iarnoticias.com
1)
La vieja guerra
Ya no se trata de una guerra excluyente por la eliminación del contrario (izquierda comunista vs. derecha capitalista), sino de una competencia política para imponer proyectos alternativos dentro del mismo sistema.
Ya no se trata de una guerra excluyente por la eliminación del contrario (izquierda comunista vs. derecha capitalista), sino de una competencia política para imponer proyectos alternativos dentro del mismo sistema.
Ni la izquierda es "revolucionaria"
ni la derecha es "contrarrevolucionaria": Ambas son la expresión del mismo
sistema capitalista sólo diferenciadas por el discurso.
Ya no se utiliza la
calificación de "izquierda" entendida en los parámetros de la Guerra Fría entre
el sistema capitalista y el sistema comunista, sino en los términos de
"reformar" el sistema controlado por la "derecha".
De la misma manera se utilizan y
califican las posiciones de izquierda (como expresión de "progresismo y
democracia") contra la derecha (como expresión de "retrógrado y fascista"), en
los términos de la inserción de ambas como alternativas dentro del mismo
sistema.
En el marco internacional, se
trata de un reposicionamiento de la "Guerra Fría", no ya entre dos
sistemas opuestos (el capitalista y el comunista) sino entre potencias
capitalistas que se disputan la hegemonía del poder mundial.
La antigua "Guerra Fría" de la URSS
con EEUU (y el bloque aliado de naciones capitalistas) era principalmente por
áreas de influencia militar y política: el sistema comunista vs. el sistema
capitalista occidental.
Se trataba de una "guerra entre
sistemas", económicos, políticos y militares, diferenciados que se
disputaban el planeta dividido en áreas de influencia.
Como consecuencia irradiadora, en el
mundo y en los cinco continentes confrontaban" dos sistemas": la "revolución
socialista" por vías del poder armado, o del poder político (exportada por
la URSS), y la "civilización capitalista de libre mercado" (exportada por
EEUU y sus aliados).
El marco operativo y estratégico se
definía por el objetivo buscado: La izquierda quería eliminar de raíz al sistema
capitalista (o sea a la "derecha") de la propiedad privada y sustituirlo por
otro sistema de reparto social igualitario y sin explotación del hombre por
el hombre. Y la "derecha" quería lo contrario: destruir a la izquierda para
preservar al sistema capitalista.
Esta guerra de "sistemas", de la
"derecha", -el sistema- contra la "izquierda", -el antisistema- donde se
enfrentaban los que querían el "hombre nuevo" de la revolución y los que
defendían el statu quo del "hombre viejo" del sistema capitalista, experimentó
un cambio cualitativo, un salto transformacional histórico, cuando el
capitalismo terminó con el sistema socialista de la URSS en la década del 90.
Con la derrota y desaparición de
la URSS (punto de referencia geopolítico y logístico de la "revolución
socialista" y de sus movimientos armados) desaparece el sistema comunista, y el
sistema capitalista occidental de "libre mercado" ingresa al nuevo "orden
mundial" convertido en sistema hegemónico unipolar liderado por EEUU como
potencia locomotora.
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2) La nueva guerra
Colapsado el sistema socialista de la
URSS y el esquema del orden mundial "bipolar", el sistema capitalista se licuó
en un orden internacional "unipolar" con EEUU como potencia regente. En el
vértice del triángulo, terminó la "guerra entre sistemas", y comenzó la
era de la "guerra intersistema" con las potencias mundiales compitiendo
entre sí por áreas de influencia (geopolítica, militar y económica) y sin romper
el ordenamiento internacional del sistema capitalista.
En este nuevo escenario, emergente
del fin de la "guerra entre sistemas", la guerra de la "izquierda" contra la
"derecha" también experimentó un salto cualitativo y transformacional.
El teatro de confrontación
supervivió, pero su marco cambió de contenido doctrinario y de objetivo
estratégico. La "nueva izquierda" y la "nueva derecha" ya no combaten
militarmente desde polos diferenciados y excluyentes ("sistema" y
"antisistema"), sino que disputan una guerra político-ideológica conviviendo
dentro de un mismo sistema.
En el nuevo marco de disputa,
"izquierda" y "derecha" ya no son enemigos excluyentes (revolución vs.
contrarrevolución), sino rivales políticos-ideológicos que conviven y compiten
por el control del Estado capitalista. El teatro de confrontación ya no es
económico-político-militar, sino ideológico-político-electoral dentro de
normas fijadas por la preservación del sistema dominante.
La polarización ideológica, ya no se
define por una guerra por el exterminio de uno u de otro ("sistema" vs.
"antisistema") sino por una competencia establecida dentro del ordenamiento (y
las reglas) de la "gobernabilidad", la "estabilidad" y la "paz social" del
sistema capitalista.
La "izquierda" y la "derecha" ya no
pelean su guerra en escenarios clandestinos asimétricos de la lucha armada, o en
marcos sociales de huelgas y conflictos violentos, sino que lo hacen por medio
de movilizaciones pacificas o de procesos electorales enmarcados dentro de la
"legalidad" del sistema
Por lo tanto, a la contradicción
fundamental de la "guerra intersistemas" (comunismo vs. capitalismo) por
áreas de influencia y dominio geopolítico-militar, le sucedió la "guerra
intercapitalista" por áreas de influencia y de control de recursos
productivos y de mercados, dentro de un mismo sistema.
Como emergente, los conflictos
sociopolíticos ya no se desarrollan en el radio de influencia de "sistemas
diferentes" (comunismo vs. capitalismo) sino como contradicciones económicas,
políticas y sociales de un "sistema único": el capitalismo de libre
mercado nivelado como "única civilización" para todo el planeta.
En consecuencia, y tras la caída de
la URSS y de los movimientos revolucionarios armados, el mundo gira (o lo hacen
girar) hacia la derecha del Imperio, o hacia la izquierda del Imperio.
La nueva "izquierda democrática"
post-Guerra Fría ha subvertido el significado histórico y funcional de la
palabra "revolución": Hacer la revolución ya no es cambiar el sistema
capitalista, sino adaptar el discurso revolucionario al sistema capitalista.
Su ideología es "reformista"
(comprendida dentro del sistema capitalista) y no revolucionaria. No es
anticapitalista, sino crítica al capitalismo de derecha al que quiere sustituir
en el gerenciamiento de los Estados capitalistas. No lucha para derrocar al
sistema capitalista, sino para derrotar a la "derecha" que administra el
sistema capitalista.
La izquierda asimilada plantea una
"guerra" no ya en los términos de la Guerra Fría, donde la izquierda se
referenciada en la Unión Soviética y en Cuba y la derecha en EEUU y el bloque
occidental, sino en los términos de la guerra entre un capitalismo
"democrático" y un capitalismo "fascista" y militarista.
Asimilada dentro de la nueva
estrategia de dominio "democrático" y del "Estado trasnacional"
exportados por Washington, la "izquierda democrática", sigue los parámetros de
la lucha contra el "militarismo" y la "derecha" de la década del 70, sin los
objetivos concretos de toma del poder que guiaban a la izquierda armada
revolucionaria de entonces.
La nueva izquierda vive mentalmente
en la "guerra fría", en el escenario ideológico de los militares de la "doctrina
de seguridad nacional", mientras Washington (en un claro desfasaje histórico) ya
no domina con los militares sino con elecciones, políticos y un orden
blindado basado en el respeto al "orden constitucional".
La izquierda (asimilada a la
filosofía del "único mundo posible") ya no piensa el mundo en función de la
guerra a muerte para terminar con el sistema capitalista (el dueño del mundo),
sino en función de terminar con la "derecha" dentro del marco del mismo
sistema.
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3) La integración
de los opuestos
Vaciada de su contenido
"antisistema", hoy la izquierda sigue en guerra contra la "derecha", no ya para
destruir al Estado capitalista sino para gerenciarlo en su lugar. La "nueva
izquierda" revirtió el marco ideológico-doctrinario: Ya no pelea
estructuralmente contra la "derecha" para destruir al sistema capitalista, sino
para "transformarlo" (reformarlo sin tocar la substancia esencial del sistema de
la propiedad privada y de la dominación del hombre por el hombre).
En su tesis teórica liminar, la
"nueva izquierda" plantea "socializar" el capitalismo
sin guerra militar ni toma del poder, con la misma herramienta (el Estado) que
utiliza el capitalismo para hacer lo contrario: Concentrar riqueza y propiedad
privada en pocas manos y expulsar a las mayorías a la pobreza y a la exclusión
social.
Esta teoría presupone que el sistema
capitalista (cuya esencia histórica es la concentración de riqueza en pocas
manos) podría de pronto reconvertirse en "socialista" con los
multimillonarios renunciando pasivamente a sus fortunas y las corporaciones y
bancos trasnacionales repartiendo sus activos y estructuras empresariales entre
los que menos tienen.
Y esto implicaría también que EEUU
renunciaría a la hegemonía del dólar, clausuraría el templo financiero de Wall
Stret y convertiría a sus arsenales, sus bases militares y flotas nucleares en
santuarios pacifistas entregándoles el poder a los que quieren transformar
el capitalismo en socialismo sin disparar un solo tiro.
En términos doctrinarios y
estratégicos, la "nueva izquierda" (en su expresión gubernamental) ya no lucha
contra la "derecha" para sustituir al Estado capitalista, sino que lucha contra
la "derecha" para "socializar" el sistema capitalista desde adentro sin
tocar sus estructuras históricas de dominio y de poder.
En otras palabras, competir con la
"derecha" por el gerenciamiento político sin destruir el "ordenamiento
económico" (sistema económico-productivo controlado por el capital privado), el
"ordenamiento político" (Estado capitalista controlado por los grupos y las
corporaciones capitalistas) , y el "ordenamiento social" (valores basados en el
individualismo y la sociedad de consumo).
Por lo tanto,
la nueva izquierda y sus teóricos carecen de una visión totalizada y
actualizada de la estrategia de dominio (y del control de la "gobernabilidad")
que utiliza el Imperio capitalista para concretar sus objetivos de conquista de
mercados y de apoderamiento de recursos vitales a escala global.
En un momento
en que el sistema capitalista (exceptuando unos pocos países donde aplica la
ocupación militar) controla el mundo con el "sistema democrático" (el
control político), con la sociedad de consumo (la ideología y los valores
consumistas impuestos como máxima creencia social), y con los medios de
comunicación (los nuevos represores y controladores sociales sin uso de las
armas), la izquierda asimilada al sistema sigue identificando al "viejo
orden" (los militares y la "derecha militarista" de la Guerra Fría) como el
principal enemigo estratégico a derrotar.
En resumen,
la izquierda "antimilitarista" rechaza los movimientos "fascistas" como
el golpe militar-institucional de Honduras (expresión modificada y actualizada
de los golpes setentistas), pero acepta y apoya golpes
"democrático-institucionales", como el ejecutado en Ecuador contra Lucio
Gutiérrez que finalmente culminó en el gobierno "izquierdista" de Rafael
Correa.
En lo
substancial (y aunque se proponga "anticapitalista" en el discurso), la
izquierda asimilada identifica como enemigo al imperialismo
"político-militar" de la Guerra Fría, en un escenario en que el sistema
capitalista ha girado hacia el dominio "politico-democrático".
Las nuevas
estrategias de control con el "poder blando" ya no están dirigidas a la
supresión o al control físico de sus enemigos, sino que utiliza técnicas
psicológicas orientadas a controlar los cerebros mediante la
manipulación con el "pacifismo" y la "democracia" como factores integradores al
sistema.
En consecuencia, los descendientes de
la izquierda setentista "democratizada", ya no pelean contra la depredación del
sistema capitalista, no pelean contra las columnas vertebrales de la nueva
dominación (políticos, medios de comunicación y sociedad de consumo) sino que
pelean contra los que infringen o ponen en peligro el sistema de
gobernabilidad democrático.
Como resultante, izquierda y derecha
son complementarias (dentro de las estrategias de control del sistema
capitalista) y se articulan como una "alternativa" dentro de lo mismo.
Por lo tanto, la única diferencia
existente entre un "gobierno de izquierda" y otro de "derecha", es el discurso
cargado de "ideología" (desfasada de la realidad) y sin aplicación práctica en
el presente.
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4) La alternativa dentro de lo
mismo
Al abandonar sus
postulados setentistas de "toma del poder" y adoptar los esquemas de la
democracia burguesa y el parlamentarismo como única opción para acceder a
posiciones de gobierno, la "nueva izquierda" se convirtió en una opción
válida para gerenciar el "Estado trasnacional" del capitalismo en cualquier país
de América Latina y del mundo.
Precisamente, ese "orden"
establecido estaba amenazado por la "izquierda antisistema" militarizada de la
"guerra fría", y la respuesta a su accionar eran los golpes militares de la
"derecha" apoyados por EEUU. En este nuevo marco de enfrentamiento (fijado por
la guerra político-electoral), la "nueva izquierda" (a diferencia de la
izquierda de la "guerra fría") ya no lucha contra el Imperio capitalista como
totalidad estratégica y funcional, sino que lucha para convertirse en
alternativa a la "derecha" de ese mismo sistema.
En resumen, el sistema capitalista
unipolar (con EEUU como potencia regente) no solamente terminó con el conflicto
"entre sistemas" a nivel internacional, sino que también terminó con la
"izquierda antisistema" integrándola como alternativa de gobierno a sus
estructuras de dominación planetaria.
Y ya hay laboratorios experimentales
de procesos sociales y políticos con experiencia de gestión de la "nueva
izquierda" al frente del Estado capitalista.
Dentro de este nuevo esquema de
polarización "izquierda" vs. "derecha", la guerra ya no se define por la
"destrucción mutua" asegurada, sino por la búsqueda de una posición dominante
dentro del mismo orden económico, político, militar y social establecido.
Terminada la guerra
político-electoral, la "izquierda", tanto como la derecha", defienden los mismos
valores institucionales del sistema capitalista: "orden democrático",
"estado de derecho" y "paz social", como sustentos básicos de la
preservación del Estado y de la sociedad capitalista de la propiedad privada.
La asociación beneficiosa entre la
"izquierda civilizada" y el establishment del poder capitalista es obvia: El
sistema (por medio de la izquierda) crea una "alternativa de gobernabilidad"
a la "derecha neoliberal", y la izquierda (y los izquierdistas) pueden acceder
al control administrativo del Estado burgués sin haber hecho ninguna revolución.
Y nació el distintivo axiomático que
guía a los gobiernos "progresistas" en la región: hacer discursos con la
izquierda y gobernar (con y) para los intereses de la derecha.
Cualquier "tercera posición"
frente a esta alternativa dualista es descalificada inmediatamente como
"conspirativa - infantilista": Fuera del espacio de la "izquierda" o de la
"derecha" (la antitesis oficial aceptada) sólo existe la crítica "sin
propuestas y sin trinchera", como califican los teóricos "progresistas" a la
posición de los que definen a la izquierda y a la derecha como alternativas
de lo mismo dentro del sistema capitalista.
En resumen, los que no toman partido
por la "izquierda" o por la "derecha" (aunque combatan y denuncien al sistema
capitalista) son "conspirativos" y están (como los marginales y expulsados del
sistema capitalista) excluidos del mercado de las ideas y creencias aceptadas.
¿Es malo ser de "izquierda" y
proponer un capitalismo asistencialista de rostro más "humanizado?.
Para nada: Lo malo es pertenecer a la
izquierda asimilada al capitalismo (el "progresismo" democrático capitalista), y
simular una pertenencia a la izquierda anticapitalista revolucionaria
(enemiga excluyente del sistema capitalista).
Lo alienante (y más allá de las
posibilidades de existencia que hoy tendría) es hablar de una "revolución de
izquierda", cuando claramente la izquierda (salvo excepciones minoritarias)
se ha convertido en la más férrea defensora de la "democracia", la
"paz" y el "orden constitucional", los pilares esenciales de la
"gobernabilidad" del sistema capitalista.
Lo alienante (y engañoso), es hablar
con el discurso de izquierda, y ejecutar a rajatabla los programas operativos
(económicos, políticos, militares y sociales) del Imperio capitalista como hace
la "izquierda gubernamental" en América Latina y en el resto del mundo.
5) El "enemigo de paja"
¿Y para qué le sirve a Washington
esta izquierda asimilada en América Latina?
Reorientemos la pregunta: ¿Porqué el
Imperio capitalista estadounidense (no obstante la inserción probada de la
izquierda dentro del "sistema") sigue considerando a la izquierda como el
"enemigo número uno" de su sistema de dominio en América Latina?.
Hay un precepto estratégico (de
naturaleza maquiavélica) que sostiene que para evitar que surja un enemigo
real que ponga en peligro el sistema de poder vigente, es preciso inventar
un "enemigo de paja", controlable e inofensivo, al que se presentará como
si fuese el enemigo real, o la "principal amenaza" al sistema.
En el actual sistema de poder
capitalista imperialista controlado por Washington, la estrategia con el
"enemigo de paja" tiene como objetivo principal el de "desactivar" los
conflictos sociales y las luchas populares (naturalmente violentos y
"antisistema") y encauzarlos por caminos "pacíficos" y meramente "reclamativos",
a través de su inserción en el "sistema democrático" controlado por Washington y
el establishment económico en la región.
Ese es el rol concreto que cumplen
los gobiernos de "izquierda" integrados al capitalismo, cuya función
principal es la de ajustar a las reglas "democráticas" los conflictos
sociales que, de otra manera, romperían el orden vigente y pondrían en
peligro los negocios (hoy en "paz") de las transnacionales y bancos capitalistas
en América Latina.
Con el axioma de la izquierda
"políticamente correcta" el Imperio alienta un enemigo falso, inofensivo
y controlable, para que opaque y reste protagonismo al enemigo real que
puede presentarse en cualquier momento.
Lavar a la izquierda de su cara
anticapitalista y revolucionaria, desviar las luchas y conflictos sociales
por caminos pacíficos y "reclamativos", integrar los reclamos del dominado al
"sistema democrático", y evitar que grupos de resistencia revolucionaria (el
enemigo real) amenacen y pongan en peligro al sistema, es la misión esencial
del "enemigo de paja" del Imperio en América Latina.
Y ésa es la función principal que
cumple la "izquierda democrática", en guerra permanente contra la "derecha
fascista", dentro de los marcos legitimados de la gobernabilidad capitalista.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
Ver sus trabajos en Google y en IAR Noticias
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