¿Cómo funciona realmente el sistema de AFP chileno?
El fondo de pensiones administrado por las AFPs y las Cías de seguro
(80 billones de pesos a marzo de 2013) pasa, a través de su
intermediación, desde los trabajadores a los dueños de los grupos
económicos, quienes lo controlan en la práctica.
Todos los años, las AFPs y las Cías. de
seguro reciben ingresos frescos provenientes de las cotizaciones de los
trabajadores y de los aportes del Fisco y entregan
parte de estos ingresos al pagar las pensiones de cada año. El balance
anual siempre es positivo (lo que ingresa es mayor a lo que egresa),
quedando un excedente billonario que se destina para INCREMENTAR el
monto del fondo de pensiones, que debido a que está controlado por los
grupos económicos, en vez de ser usado para pagar mejores pensiones,
sirve para entregar aún más recursos financieros a estos grupos
económicos.
Por lo tanto, las pensiones de cada año
se pagan “solas”; con los aportes que los afiliados y el Fisco realizan
cada año y sin la necesidad de ocupar el fondo de pensiones, el cual se
DESTINA PARA FINANCIAR INVERSIONES DE CAPITAL PRIVADAS.
¿Cómo el sistema de AFP chileno financia sus operaciones?
El sistema de pensiones chileno, el así llamado sistema de
Capitalización Individual o de AFP, financia sus operaciones en un 85%,
con los aportes de sus afiliados y del fisco.
Balance de los Aportes efectuado al fondo de pensiones 1982-2008:
De hecho, no obstante ser un sistema
privado, en los 30 años de operación, el 60% del financiamiento de las
pensiones que entrega son de cargo del Estado, lo cual constituye un
déficit estructural, equivalente a un 6% del PIB y al 30% del gasto
público.
Por tanto, en la práctica, el sistema de
pensiones chileno es un sistema eventualmente público, debido a que el
Estado se hace cargo del 60% de las pensiones que pagan las AFPs y las
Cías de seguro (Aporte del fisco/Total Beneficios pagados por las AFPs),
de los pensionados acogidos al sistema antiguo, de las pensiones
asistenciales de aquellos que no pertenecen a ningún sistema de
pensiones y de las pensiones asistenciales de aquellos que no pueden
jubilar por el sistema de AFP, resultado de lo cual el Estado debe
hacerse cargo del 80% de las pensiones de vejez edad y de 2/3 de todas
las pensiones pagadas anualmente.
El sistema de AFP se convierte de esa
forma, en un sistema quebrado pues no es capaz de cumplir con su misión
fundacional de entregar pensiones a los trabajadores chilenos, mismos
que sostienen todo el sistema con sus imposiciones e impuestos.
En un negocio normal si la empresa no
puede cumplir su misión fundacional, esta debe replantear su permanencia
en el negocio, sin embargo las AFPs y las Cías de Seguro continúan
administrando los fondos de pensiones de los trabajadores sin siquiera
admitir su incompetencia. En un negocio normal si una empresa no puede
financiar de forma sustentable el cumplimiento de sus objetivos
fundamentales, la empresa quiebra, pero en el caso del sistema de AFP,
donde, las empresas que lo integran dependen en un 50% del subsidio
fiscal, estas continúan operando.
Es un sistema ineficaz
pues el 50% de sus afiliados, esto es cinco millones de personas, no se
podrán jubilar debido a su bajo volumen de cotizaciones. Por otro lado,
el 60% de los que sí podrán hacerlo, recibirán pensiones inferiores a
150.000 pesos y por tanto, una fracción alta de estos, también deberán
acogerse a pensiones asistenciales pagadas por el Estado.
Se estima que dentro de diez años
existirán seis millones de personas en edad de jubilarse, las cuáles al
no poder hacerlo por el sistema de AFP, se acogerán a las pensiones
asistenciales del Estado, lo que constituirá una tragedia social sin
precedentes en Chile.
Por otro lado, el monto promedio de las
pensiones de vejez edad pagadas por el sistema privado es de 161.240
pesos, monto inferior al sueldo mínimo. Se estima que el monto de las
pensiones equivale, en promedio, al 37% de los últimos salarios de los
pensionados.
Es un sistema ineficiente para los trabajadores
pues las AFP cobran a sus afiliados, por administrar el fondo de
pensiones de estos, una comisión de aproximadamente un 15% respecto a la
fracción de la cotización que va al fondo de pensiones. Si a eso se
agrega los dineros que se embolsan las Cías de seguro, este porcentaje
sube a 33%, resultado de lo cual, uno de cada tres pesos que aportan los
afiliados, va a parar a los bolsillos de las AFPs y las Cías de seguro.
Por otro lado, la rentabilidad acumulada que obtienen los aportes que
hacen los afiliados, esto en 30 años de operación del sistema y como
resultado de las inversiones que realizan las AFPs en los mercados
financieros, no supera el 5%. Particularmente, en los últimos cinco
años, fruto de la generalizada tendencia a la baja de los principales
mercados internacionales, esta rentabilidad es, en promedio, de 0%.
Sin embargo, el sistema de AFP es un
“negocio redondo” en especial para las Cías de seguro las que pagan 2/3
de todas las pensiones que paga el sistema. El negocio se basa en las
comisiones de administración que perciben las AFPs; 5,3 billones de
pesos entre 1982 y 2008, en las primas netas de invalidez y
sobrevivencia y renta vitalicia que se embolsan las Cías de seguro; 7,2
billones de pesos, en igual periodo y en las triangulaciones de dineros
que realizan los conglomerados económicos que controlan los fondos de
pensiones.
Además de todo lo anterior, en los
últimos seis años, las AFPs han perdido, a causa de la crisis,
aproximadamente el 40% de los fondos (o visto de otra forma; el 60% de
todas las ganancias obtenidas en 26 años). Estas pérdidas han continuado
durante todo el periodo posterior a la crisis, de tal suerte que el
fondo de pensiones ha crecido solamente con el aporte de los afiliados y
el Fisco y en los últimos seis años los afiliados han obtenido
rentabilidades del orden de 0%, mientras las AFP han seguido percibiendo
rentabilidades sobre el 30%, particularmente el año 2012, en que esta
superó el 40%.
¿Cuál es la mejor solución para enfrentar la crisis del sistema de pensiones?
Instaurar un sistema de reparto
solidario de administración pública, mismo que existe en la mayoría de
los países, particularmente en EE.UU., Canadá y la Unión Europea.
Para entender la viabilidad económica de
esta propuesta considérense los siguientes datos: En la actualidad, las
AFPs gastan 2,2 billones de pesos anuales en el pago de pensiones y de
esos 2,2 billones, el 55%, 1,2 billones de pesos, los aporta el Estado.
Por lo tanto, en caso de instaurar un sistema de reparto solidario, el
Estado solo tendría que financiar el 45% restante, esto es alrededor de
un billón de pesos al año. Pero en ese caso, el Estado recibiría el 100%
de las cotizaciones, las cuáles en 2012 ascendieron a 4,7 billones de
pesos. De esa manera el Estado podría, por ejemplo, duplicar las
pensiones sin necesidad de tocar el fondo de pensiones ($2,2
billones*2=$4,4 billones) y aún así le seguiría quedando un excedente y
por lo tanto, de esa forma se tendría un sistema de pensiones que
garantizaría pensiones dignas.
Por otro lado, no tiene ningún sentido
proponer cambios al sistema de AFP para garantizar pensiones dignas si
al mismo tiempo existe una oposición a la idea de eliminar este sistema,
pues todos los cambios que son necesarios para lograr este objetivo,
son incompatibles con el sistema de AFP. No tiene sentido el que alguien
se oponga a un sistema de pensiones público pues en la actualidad
existe un sistema cuasi público que paga el 60% de las pensiones
entregadas por el sistema de AFP y 2/3 de todas las pensiones pagadas en
Chile. En la práctica, ya tenemos un sistema público de pensiones, el
cual subsidia a empresas privadas, las que para todo efecto son entes
parasitarios que privatizan las ganancias y socializan las pérdidas… Lo
único que resta hacer es eliminar estos entes parasitarios para así
garantizar pensiones dignas a TODOS/AS.
Distribución de los países por sistema de pensiones
Por Jorge Acuña
Ingeniero Civil Industrial
Fuente fotografía
Vía:
http://www.elciudadano.cl/2013/07/30/75416/sistema-de-afp-chileno-la-gran-estafa/
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