1.
Pareciera un despertar de López Obrador, el candidato presidencial del
movimiento progresista, y de sus seguidores, la gran irrupción política
estudiantil de los últimos 15 días que nadie había previsto y
contemplado. Fue la actitud de repudio estudiantil contra Peña Nieto –el
candidato del PRI construido por la empresa Televisa- en la institución
privada y elitista, Universidad Iberoamericana, la que hizo conciencia
entre los jóvenes de otras instituciones de educación superior públicas y
privadas. A partir de entonces los actos a favor de López Obrador han
crecido y los de sus competidores del PRI y del PAN han sido menos
numerosos. Y lo más importante es la esperanza que creció entre los
lópezobradoristas en que esa ola juvenil no solo no se detenga, sino que
ayude a convencer a muchas más personas. Es lo que se escucha en el
discurso de López Obrador en Tlatelolco y entre los jóvenes que salieron
a manifestarse en toda la república y el extranjero el pasado domingo.
2.
Si Televisa, los empresarios, el clero, el PRI y el PAN no logran
imponer a Peña Nieto o a Vázquez Mota en la Presidencia, y López Obrador
por aquellas cosas imprevistas llegara a asumir el mandato, se
cambiarían paradigmas por realidades: a) que la población ya posee
alguna madurez, b) que ya no se vende por un plato de lentejas, c) que
PRI y PAN ya no son infalibles en el fraude electoral, d) que los ricos
ya no pueden imponer a quien les de la gana, e) que los empresarios y el
clero han perdido seguidores, f) que a TV y radio ya no le hacen caso,
g) que López Obrador no se dejará manipular y, h) que los jóvenes están
dispuestos a cambiar a México. Los izquierdistas no podríamos esperar
que en corto tiempo las cosas cambien en beneficio de la población
aunque sí exigir que se pongan las bases sólidas para futuras
trasformaciones revolucionarias. Así como en el PRI y el PAN, hemos
observado los fracasos y la corrupción en los gobiernos perredistas,
pero esperamos que teniendo a AMLO en el gobierno principal, todo
cambie.
3.
Es indudable que la política determina el rumbo de la economía, de la
cultura, de la vida. Aunque muchos se nieguen a reconocerlo, la política
está metida en nuestras relaciones sociales, en lo que comemos y
hacemos. Política no es sólo lo que tiene que ver con el gobierno de un
país (presidentes, diputados, senadores, poder judicial) sino que es
esencialmente la ideología, la religión, la educación, la salud y, sobre
todo, las relaciones con otras naciones del mundo. Política es votar,
pero también salir a las calles a protestar, a confrontarse y levantarse
en armas para derrocar un gobierno o luchar contra una intervención.
Todos dependemos de la política por eso se habla de la política
económica, la política distributiva, la política igualitaria, la
política equivocada y la política al servicio de la clase explotadora.
Por ello me da pena que personas que nacen, crecen y mueren, que durante
24 horas estén dependiendo de la política, que sobre sus espaldas
descansa la política, digan que no les interesa.
4.
Los jóvenes estudiantes que sufren desde hace muchas décadas programas
de enseñanza parcializados o “especializados”, obtienen sus títulos sin
conocer el mundo socio-político que los rodean. Los médicos por ejemplo
aprenden a curar el cuerpo sin conocer las condiciones socio económicas
que lo determinan; los ingenieros construyen puentes sin importarles su
servicio y menos los presupuestos nacionales o los profesores que saben
enseñar pero no se dan cuenta de que simplemente son correas de
transmisión de la ideología de la clase dominante. La especialización en
las carreras y en los conocimientos ha aislado y encerrado más a los
profesionistas en su bola de cristal y en su secta; por eso la irrupción
del movimiento de jóvenes estudiantes de escuelas públicas y privadas
en las semanas recientes –aunque nos llene de gusto y entusiasmo- ha
sido sorpresiva y aún difícil de explicar.
5.
Lo que no es difícil es entender que los estudiantes jóvenes por su
propia edad y sus lecturas, tiendan de manera natural hacia la justicia,
la libertad y la igualdad, es decir, hacia la izquierda; sin embargo
casi siempre reflejan el tipo de enseñanza que reciben a través de los
planes, programas, especialidades que cuidan muy bien las altos mandos
de cada institución educativa. Estos planes llegan a conformar el
“currículum oculto” que determina el rumbo educativo. Los estudiantes
suelen ver exclusivamente lo que resalta, lo que se nota a simple vista,
las fallas y los errores, pero la orientación que “se oculta” es lo
determinante. De allí surge la diferencia entre la educación pública y
privada, entre los objetivos que sigue cada institución, en el tipo de
profesionistas que egresa de ellas. Por ello cuando surgen las
maravillosas protestas de la Universidad Iberoamericana y demás
instituciones privadas –que históricamente han militado en la derecha y
votado por ella- es difícil entender.
6.
El discurso de López Obrador es de izquierda, aunque por su estrategia
y táctica electoral, pacifista y parlamentaria, sea socialdemócrata.
AMLO no podría poner las bases para la construcción de una sociedad
justa e igualitaria porque eso que llaman “los poderes fácticos”, los
hombres más poderosos, lo impedirían incluso con un golpe de Estado
encabezado por el ejército y los EEUU; pero sin duda es 10 veces menos
malo vivir lo que se podría cambiar en su gobierno a sufrir otro
gobierno privatizador y asesino panista o el regreso del ultra corrupto
PRI. Por ello los jóvenes no están mal al coincidir con AMLO en su lucha
por justicia e igualdad, contra el funesto gobierno de Calderón, y
mucho menos mal cuando los estudiantes gritan en las calles contra los
engaños o mentiras de Televisa y Peña Nieto. Deseo que electoralmente se
haya comenzado a registrar un cambio en serio a favor de López Obrador,
pero no me hago ilusiones porque la realidad mexicana me dice que los
poderosos son realmente los que siguen mandando. (24/V/12)
Pedro Echeverría V.
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