“Nosotros no pedimos los cultivos transgénicos, no tenemos responsabilidad en la contaminación del polen por maíz o raps transgénico de los semilleros de exportación, y tampoco podemos dimensionar con precisión el riesgo, por la falta de información de la localización exacta y el tipo de cultivos transgénicos existentes”, sostuvo Marcelo Rodríguez, presidente de la Red Nacional Apícola al abrir el Cabildo ciudadano “Apicultura y Transgénicos” realizado el pasado 21 de abril en la Municipalidad de ChillánViejo en el marco de la Cuarta Feria Inter Regional de Agricultura Orgánica. El dirigente gremial agregó que hay una pérdida de imagen de la miel como un producto sano y beneficioso para la salud, además de la enorme baja en los precios por el cierre del mercado europeo, cuyos consumidores rechazan los alimentos transgénicos.
Reina
la incertidumbre entre los más de 10.000 apicultores en el país. Un 92%
de ellos son microempresarios que manejan menos de cien colmenas cada
uno y venden su producción –en tambores, sin valor agregado- a los
grandes exportadores. Un 25% de los apicultores son mujeres. Estas
cifras, del censo 2007, son conservadoras ya que la tasa de crecimiento
de la apicultura en Chile ese mismo año fue de 12,5%, una cifra altísima
si se compara con el promedio global de crecimiento del negocio, que
sólo llega a un 2.1%. La dependencia del mercado europeo, unida al bajo
consumo interno de miel, y la carencia de soporte técnico analítico para
certificar la calidad de la miel respecto de posible contenido de polen
transgénico, genera incertidumbre en los productores sin que se vea una
salida a corto plazo.
Transgénicos en mi patio
En
el cabildo, el diagnóstico de la crítica situación de la apicultura se
construyó a partir de la exposición inaugural de Marcelo Rodríguez junto
a la visión aportada por productores orgánicos, consumidores,
viticultores, ciudadanos conscientes y ambientalistas, que contribuyeron
a generar una visión común del impacto de las 3.050 hectáreas de
cultivos transgénicos existentes en la región del BioBio, y de las
15.434 y 4.088 hectáreas de OGMs existentes en las vecinas regiones del
Maule y la Araucanía, respectivamente, según cifras del SAG desglosadas
por regiones para su análisis.
En todo el país, en la
temporada 2011 hay 31.000 hectáreas de cultivos transgénicos de
exportación, cifra equivalente a la cantidad de hectáreas certificadas
de cultivos orgánicos. La meta de los organizadores del Cabildo, la
Asociación Gremial de Agricultores Orgánicos del BioBio y la Campaña Yo
No Quiero Transgénicos en Chile, es lograr la moratoria a los cultivos
transgénicos para el mercado interno, frenando la ley que apunta a la
expansión de las semilleras transgénicas. La superficie cultivable del
país alcanza a poco más de 5,1 millones de hectáreas (ODEPA 2002) que
tienen actualmente otros usos. En las intervenciones se destacó que
Chile está entre los 34 lugares del mundo (hot spots) que tienen
recursos de conservación valiosos, por su riqueza de especies y por su
alto grado de endemismo. Los transgénicos constituyen una amenaza a ese
patrimonio y biodiversidad, y la coexistencia entre esos cultivos con
los cultivos orgánicos y convencionales, o con la apicultura ha
demostrado tener resultados negativos.
Raps transgénico
En
la región del BioBio, el raps (canola o colza) es el cultivo
transgénico más extendido, con 2.342,53 hectáreas repartidas
mayoritariamente en las comunas de Los Angeles, Coihueco, Bulnes, El
Carmen y Chillán. A nivel regional, estas son las comunas más
contaminadas por transgénicos y por los plaguicidas de uso intensivo en
esos predios. También existen 389,82 hectáreas de maíz modificado
genéticamente y 317,71 hectáreas de soya transgénica. Un apicultor
sostuvo en el debate, que igualmente en la comuna ñublense de Pinto –que
no figura en el informe del SAG- hay transgénicos de la semillera
Tuniche.
En todo el país, las comunas más contaminadas por
plaguicidas y maíz transgénico - el cultivo predominante en Chile - son
San Clemente (Maule), con 4.036 hectáreas y Chimbarongo (O’Higgins),
con 3.036 hectáreas. La transnacional semillera y agroquímica Monsanto
es responsable de la mayor parte de la contaminación, tanto por sus
propios cultivos como por los de Massai, y Anasac. Le siguen Pioneer,
Greenseed, Curimapu y Tuniche, entre otras semilleras menores que
incluyen al clan Von Baer, muy activo en el lobby empresarial que
pretendía mantener el secreto en la ubicación de los cultivos.
Derecho a saber
En
el Cabildo, Lucía Sepúlveda, en representación de la Alianza por una
Mejor Calidad de Vida/RAP-Chile (Red de Acción en Plaguicidas) entregó
información sobre la decisión adoptada en marzo de 2012 por el Consejo
para la Transparencia en respuesta a un amparo por denegación de
información interpuesto por esa organización en 2009. El fallo puso fin a
décadas de secreto sobre la ubicación de los cultivos transgénicos, y
ordenó al SAG poner la información a disposición de los ciudadanos para
favorecer el debate público y permitir el control social de esa
actividad productiva, que hasta ahora estuvo vetado para los afectados
por ella.
Guillermo Riveros recordó que BioBio Orgánico
también había demandado información sobre los cultivos transgénicos
presentes en su región, recibiendo la misma negativa de la entidad
estatal. La contaminación por raps transgénico ha estado presente en el
debate ciudadano y ha sido negada por SAG sin que se pudiera establecer
fehacientemente los impactos negativos por la política de secretismo
imperante.
OGMs, la guinda de la torta
“Los
transgénicos son la guinda de la torta en el problema del colapso de las
abejas. Cada vez hay menos abejas vivas en la colmena, pero nadie hace
nada. Un análisis de la Universidad Austral encontró dioxinas en la miel
de Rucapequén, que se produce a 14 km de la planta Nueva Aldea de
Celulosa, de Celco”, denunció Roberto Montero, director del Centro de
Estudio e Investigación de Alta Tecnología Agroecológica de Tomé y
criador de abejas reinas. Recordó que en otra miel se descubrió que el
polen transgénico provenía de harina de soya con la que se había
alimentado a las abejas, ¡siguiendo la asesoría técnica entregada por
INDAP! Sintetizó su experiencia relatando: “Históricamente a los
productores nos han ido arrinconando porque el uso de plaguicidas por la
agroindustria mata a las abejas. Yo partí en Tomé pero ahora estoy a
orillas de un Parque Nacional en Chiloé con mis colmenas. Terminaremos
yéndonos a Magallanes con las abejas...ya no se ven tantas en el
Parque”.
El ejemplo peruano
Recordó el apicultor
que Perú tiene más hectáreas de cultivos orgánicos que Chile, pues ellos
van en dirección opuesta, protegen su patrimonio genético y aprovechan
las tendencias del mercado. Sin plaguicidas y con la moratoria a los
transgénicos ya promulgada como ley en el país andino, podrán producir
miel de excelente calidad.“Esto lo han conseguido por sus grandes
niveles de organización y asociatividad, que tenemos que imitar”,
expresó. Montero llamó al gremio a ser más proactivo y darle valor
agregado a la miel, dejando de vender en tambor. Destacó el ejemplo de
APICOP (cooperativa integrante de las redes de Comercio Justo) que ha
podido enfrentar de mejor manera esta crisis por su propio desarrollo y
diversificación de mercado. Relató asimismo el salto dado por la
apicultura de Chiloé al cambiar la raza de las abejas mediterráneas por
la de la abeja austríaca, de un clima similar al de la isla, evitando la
trashumancia obligada que era propia de la abeja mediterránea.
Gabriel
Valdivia, apicultor de Isla de Maipo (Región Metropolitana), que se
inició en el rubro en 1986, aportó antecedentes cuantitativos sobre el
colapso de las abejas, agregando que en ese año en la localidad había
700 colmenas para polinización. Ahora apenas cuentan con 400 colmenas.
Antes se cosechaban 10.000 kg anuales de miel, pero en esta temporada
sólo se obtuvieron 450 kg.
Baja en la exportación
En
las temporadas 2010 y 2011, debido a lo que el dirigente de la Red
Nacional Apicola Marcelo Rodríguez bautizó como “el aterrizaje de los
transgénicos en la miel”, bajó abruptamente el volumen de miel chilena
exportada, llegando a menos de 6.000 toneladas, comparadas con el record
alcanzado en 2007 con más de diez mil toneladas destinadas a la Unión
Europea(UE), a precios considerados muy rentables. La caída del precio a
menos de la mitad se explica por las consecuencias de la sentencia de
la Corte Suprema de la UE, respecto a que la miel contaminada con polen
transgénico debe etiquetarse con la leyenda “Contiene ingredientes
modificados genéticamente”. En la práctica el producto no tendría salida
en los supermercados de Europa, pues los consumidores europeos rechazan
los alimentos transgénicos por los riesgos para la salud.
Ahora
sólo se exporta miel a Estados Unidos y Canadá, donde no existe
etiquetado, con un precio de 2.8 dólares el kilo (1.350 aprox.), muy
inferior al que pagaba el mercado europeo. Como el costo de producción
es de 800 pesos a 850 promedio, se marginaría alrededor de un 15%, muy
lejano a las utilidades que se obtenían en el pasado.
Debido
al bajo consumo interno de miel, entre el 85 y 90% de la producción
nacional de miel se exportaba a Europa (un 99%) y Alemania (75%). La
mayor parte de los ingresos de los apicultores vienen de la venta de
miel. La polinización adventicia (no contratada) de los cultivos
frutales no se paga, y según se analizó en el cabildo, sólo en el último
tiempo FEDEFRUTA estableció reglas para la contratación de
polinizadoras. Los grandes polinizadores hoy tienen más de 10.000
colmenas que constituyen un negocio rentable.
La miel
contaminada con transgénicos autorizados en la UE podría comercializarse
siempre que su contenido alterado genéticamente no sobrepase el 0,9%
del polen total, para lo cual se exige una certificación –homologando
métodos de muestreo y análisis-, lo cual tiene costos que sólo pueden
encararlos grandes productores y/o exportadores. Además, en el caso que
la miel esté contaminada con polen de un cultivo transgénico no
autorizado en la UE para alimentación, no se puede comercializar esa
miel allí. En este marco, según denunciaron varios asistentes al
cabildo, INDAP paró las inversiones en el sector apícola, abandonando a
los usuarios que apoyaba.
Pelea de ‘perros grandes’
“Estamos
en medio de una pelea ‘de perros grandes’, somos el jamón del sándwich
entre el SAG, las semilleras agrupadas en ANPROS y los exportadores”,
sostuvo el dirigente de la Red Nacional Apícola, cuya organización,
junto a otros integrantes de la cadena productiva apícola ha logrado la
implementación por SAG de un sistema de información geográfica mínima
que alerta sobre riesgos y se ha unido a la cadena de producción apícola
para enfrentar la crisis. Valorando el sistema de información
geográfica como un avance, Rodríguez lo consideró insuficiente, pues no
informa al apicultor consultante sobre el tipo de transgénicos ni su
ubicación exacta ni su dueño, limitándose a alertarlo respecto de la
presencia de un cultivo transgénico en un radio cercano. Agregó que
respecto de los productores de transgénicos, el gremio actualmente busca
que se impongan dos principios: “El que llega, avisa” y “el que
contamina paga”. Reivindicó la necesidad de que SAG haga un ordenamiento
territorial que tome como base a quiénes históricamente llegaron
primero a una zona, y las deje libres de transgénicos.
Redes y alianzas más allá del apiario
“Solos
no podemos dar esta pelea. Es necesario mirar más allá del apiario y
trabajar en la generación de redes y alianzas, gremiales,
institucionales y académicas”, afirmó Rodríguez quien mencionó que para
estos propósitos su organización participa en la campaña Yo No Quiero
Transgénicos en Chile, y ha desarrollado trabajo en conjunto con la Red
de Acción en Plaguicidas RAP-Chile y ahora con BioBio Orgánico. Señaló
que el gremio forma parte de la Federación Iberolatinoamericana de
Apicultura, FILAPI, y a través de la entidad, articula las alianzas
globales necesarias para tener la información y el contexto proveniente
del mercado y de los productores de todo el mundo.
Guillermo
Riveros, presidente de la Asociación de Agricultores Orgánicos de
BioBio coincidió en la importancia de constituir alianzas, y destacó que
la exitosa convocatoria al cabildo es el resultado de muchos años de
trabajo de organización de los agricultores orgánicos a lo largo del
país, y de discusión de los problemas que afectan su quehacer en
diferentes espacios públicos y privados.
Amenaza de concentración
Para
el dirigente de la Red Nacional Apícola, en Chile está en juego la
sustentabilidad de miles de apicultores y de un gran número de
prestadores de servicios. El rubro, ligado hoy mayoritariamente a la
pequeña agricultura campesina podría cambiar de carácter y quedar sólo
en manos de empresarios con recursos para manejar grandes volúmenes y
acceder a las certificaciones requeridas desde Europa.
En
el cabildo se recordó que en los últimos 12 años cerca de 60 mil
familias campesinas han emigrado a la ciudad como efecto retardado de la
llamada “revolución verde” que prioriza los monocultivos forestales y
de la agroindustria. La expansión de los transgénicos, que sus
promotores denominan “segunda revolución verde” podría intensificar este
proceso.
Hasta ahora los exportadores no revelan a los
productores el resultado de los análisis que hacen a la miel, por tanto
los pequeños apicultores no tienen cómo comprobar si efectivamente esa
miel deberá venderse a los precios bajos que les fueron informados al
momento de entregar su producción.
Sin embargo, el manejo
de las abejas y la miel es sólo un componente del negocio, coincidieron
varios productores, como Bélgica Navea, de la Cooperativa Organicoop de
Quebrada Honda (comuna de La Higuera, Región de Coquimbo) quien afirmó
que al precio pagado hoy por las empresas prácticamente no cubre los
costos. Ella prefiere no venderles la miel y desarrollar otros derivados
del trabajo, como la apiterapia.
¡Etiquetado ya!
Elías
Navarro, en representación de la Asociación de Consumidores de Valdivia
ACOVAL amplió los conceptos de alianza gremiales hacia los
consumidores, y valoró el Cabildo por permitir la articulación de ambos
sectores. “Estamos disponibles para replicar esta actividad en
Valdivia”, anunció. Para él, lo sucedido con la miel contaminada es una
muestra de cómo el libre mercado se pisa la cola. “Los consumidores no
tenemos libertad de elegir porque en Chile no hay etiquetado y el
problema sólo se presenta porque Europa sí lo tiene. Nosotros los
chilenos y chilenas también tenemos derecho a una alimentación sana y la
miel que no se vende fuera será consumida por ciudadanos que no sabrán
que tiene transgénicos. Tenemos que ver este tema como un problema
político que nos afecta a todos, por las decisiones que se han tomado
sin consultar a los afectados.”
El dirigente valdiviano expresó: “Ahora
estamos asistiendo al despliegue de un gran movimiento estudiantil y
social, hay un despertar de la conciencia para salir del letargo en que
vivíamos. Tenemos que apoyarnos en eso, y educar para la organización en
cada espacio en que estemos, levantar un referente que pueda hacer
frente al poder hegemónico. Y en concreto presentar nuestras demandas al
SAG y la autoridad, por información y por etiquetado ya de los
transgénicos”.
Viajes con la miel
Los
maravillados visitantes de la feria, entretanto, pudieron disfrutar de
novedosas experiencias, tales como hacer un recorrido imaginario por
Chile y su flora, degustando diferentes tipos de miel: de canelo, ulmo,
temu, tiaca, lavanda, mora, multifloral e incluso una miel
exclusivamente medicinal, de poleo. También fueron testigos de la
calidad de la miel de Vilches, obtenida en los bosques cordilleranos que
parecen no ser parte de la castigada comuna de San Clemente, aunque
geográficamente comparten ese territorio. La cooperativa local, que
históricamente ha producido la miel, la conserva pura y saludable. En
cambio, otros apicultores, ubicados en la vecindad de miles de hectáreas
de maíz transgénico rociadas con abundantes aplicaciones de glifosato e
insecticidas, sólo suben sus colmenas a la montaña a última hora,
cuando sus abejas ya están contaminadas. De seguro ellos no pasarían la
certificación. Una razón más para exigir el etiquetado en la miel, y
desarrollar estrategias para que las municipalidades provean a
hospitales, jardines infantiles y escuelas de miel libre de transgénicos
y plaguicidas.
“Cada vez hay más conciencia y llegamos a
nuevos sectores, trabajando desde la base, con recursos mínimos pero
siempre contando con el esfuerzo y apoyo de nuestra organización y las
organizaciones afines. Hemos participado en jornadas en Temuco,
Valparaíso, Concepción, Chiloé y otras localidades y ahora empezamos a
ver los frutos de ello”, evaluó Guillermo Riveros, de BioBio Orgánico,
al concluir la feria.
Vìa:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=148927&titular=los-transg%E9nicos-y-el-colapso-de-la-apicultura-
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=148927&titular=los-transg%E9nicos-y-el-colapso-de-la-apicultura-
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