Como es sabido, el presidente de la
Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, entregó al secretario
general de la ONU una solicitud para que Palestina se convierta en el
Estado 94 de Naciones Unidas. Con inusitada velocidad, el Consejo de
Seguridad se reunirá hoy mismo, 26 de septiembre, para discutir la
cuestión.
Pero claro, como era de esperarse, los contrastados intereses en la
región han expresado ya sus puntos de vista, que anuncian un debate
objetivo prácticamente imposible y la alta probabilidad de que, otra
vez, se llegue a un impasse insuperable sobre el tema.Se sabe que un grupo de 70 líderes ultrarreacionarios del Congreso de Estados Unidos ha pedido a 31 países, entre ellos España, que rechacen las
acciones unilateralesde Palestina en busca de su adhesión a Naciones Unidas. En su carta, el presidente del subcomité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de EU, el republicano Steve Chabot, y otros 69 legisladores calificaron la histórica solicitud palestina de
inminente amenaza para la paz en Medio Oriente. Esa misiva fue enviada inmediatamente después de la solicitud palestina.
En la propia misiva, los congresistas republicanos piden un voto
contra cualquier resolución que permita a la misión palestina su adhesión plena o como Estado observador ante la ONU:
Nos oponemos firmemente a este esfuerzo desestabilizador y contraproducente y pedimos respetuosamente que se opongan a cualquier resolución de la ONU que lo promueva, haciéndose eco de la postura del gobierno de Obama, quien ha sostenido que
una paz real y duradera entre Israel y los palestinossólo puede producirse
mediante negociaciones directas entre Israel y los palestinos, no con resoluciones en la ONU.
Ha causado también escándalo mundial precisamente la declaración de Barack Obama rechazando de antemano la legitimidad de la solicitud palestina, argumentando que no puede ser materia de discusión en la ONU sin que antes israelíes y palestinos lleguen a acuerdos de paz ¡fuera del organismo mundial!
En realidad, Obama pretende evitar el pronunciamiento de una abrumadora mayoría mundial en favor de Palestina, lo cual supondría una derrota diplomática más del imperio en el foro multilateral. En realidad se trata de una furiosa campaña publicitaria de Obama para desacreditar a la ONU como marco de referencia obligado en la solución de los problemas internacionales.
Es muy probable, entonces, que no se avance significativamente en la propuesta palestina, no obstante que el mundo está urgido de ir disolviendo los principales puntos conflictivos del planeta y, sobre todo, de devolver a la ONU la legitimidad de que en un tiempo gozó. Porque la verdad es que en la actualidad el organismo internacional simplemente es visto cualitativamente por una mayoría como un apéndice de la gran potencia y de los intereses adheridos a la misma. Uno de los puntos más graves de la crisis actual es que la mayoría de la población del mundo no cree siquiera en las instituciones que ella misma ha producido.
El caso de la ONU es particularmente grave, porque no parece tomar iniciativa alguna si no es bajo la presión de los hechos, y aun entonces se las arregla para emitir resoluciones y decisiones que difícilmente satisfacen las demandas de la población mundial. Esa
presión de los hechos, por lo demás, es naturalmente definida por los intereses de Estados Unidos y por el conjunto de complejos industriales y tecnológicos con muy fuerte participación israelí. Aquí, como en pocos casos, presenciamos la formación y acción de uno de los lobbies más poderosos de la historia de Estados Unidos.
Nos hemos referido ahora a uno de los conflictos más relevantes de la historia mundial en la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI. Y en torno suyo, como sombras chinas realizando un espectáculo grotesco, las mentiras, los dobleces, las complicidades, los intereses económicos más descarados y cínicos, han bloqueado y pospuesto sistemáticamente cualquier apertura realmente orientada a resolver uno de los conflictos más tristes y dolorosos de la humanidad actual.
Sin olvidar, por supuesto (pasando a otra cuestión) las demandas elementales de atención que ha desatado una hambruna que cubre buena parte de los países africanos, pero también parte de Asia, Medio Oriente, América Latina, y hasta de los propios países europeos y del norte de todos los continentes. En esta cuestión, por supuesto, las demandas reales de muchos millones de personas a las que se les va la vida no merecen la atención eficaz y aun precipitada del organismo. Tal sería una prueba adicional de la necesidad urgente de cambiar algunas referencias claves de la ONU, y en primer término el derecho de veto que preservan las cinco potencias triunfadoras en la Segunda Guerra Mundial. Naturalmente esta necesidad de cambio radical de la ONU, que merece de vez en cuando alguna alusión, duerme también el sueño de los justos en el lecho de marasmos de la burocracia y de los peores intereses de todo tipo que se han podido reunir en ese organismo.
A México no fue dirigida la misiva de los legisladores republicanos, no porque se considere en la lista de los
dudosos, sino porque se considera su voto como uno ya ganado y automático en favor de Barack Obama y, por tanto, ahora al lado del sionismo más recalcitrante.
Tal es el cálculo del grupo de Obama en el poder, y todo indicaría que en efecto será así, consumándose otro paso atrás de México en Naciones Unidas. ¿Hasta cuándo y hasta dónde?
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/09/26/opinion/021a2pol
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