En 1961 el
presidente saliente Dwight Eisenhower pronunció un discurso de despedida
y una famosa advertencia. En aquella ocasión previno sobre el poder
desmedido del
complejo militar-industrial. Según uno de sus más importantes biógrafos, Geoffrey Perret, el borrador del discurso preparado por Eisenhower contenía la frase
complejo militar-industrial-congresionalpara marcar el papel negativo que desempeñaba el Congreso como correa de transmisión del poder de la industria militar. En el último momento, el presidente prefirió eliminar la referencia al Poder Legislativo para no irritar demasiado.
Hoy Eisenhower habría dejado la referencia al Congreso en su
discurso. Y es que por fin el Congreso estadunidense ha declarado
abiertamente una guerra contra el pueblo de ese país, obedeciendo los
designios del 5 por ciento más rico de su población. Aunque, pensándolo
bien, la guerra comenzó hace mucho.
El fetichismo reaccionario ha logrado imponer como verdad la idea de
que la causa del descalabro fiscal en Estados Unidos está en los
programas sociales, en especial el sistema de seguridad social. Ha
conseguido que el pueblo estadunidense considere que los
derechohabientes del seguro social sean considerados parásitos sociales,
a pesar de que una parte importante de sus prestaciones está cubierta
con sus contribuciones a lo largo de su vida laboral. Eso no importa: la
ideología reaccionaria insiste en que los pensionados son como
sanguijuelas que consumieron más de lo que podían pagar y dejaron de
ahorrar para enfrentar su vejez. Ésa es la más grande mentira que el
pueblo estadunidense ha terminado por aceptar.
La realidad es que el sistema de seguridad social en Estados Unidos
siempre se ha mantenido con superávit. El seguro social se alimenta con
recursos provenientes del impuesto FICA que es pagado directamente por
los trabajadores estadunidenses. Si se consultan las cifras oficiales (www.socialsecurity.gov)
se puede comprobar que entre 1984 y 2009 los derechohabientes pagaron
dos billones (castellanos) de dólares al seguro social y al programa
Medicare por arriba de lo que recibieron como prestaciones. Dependiendo
de los supuestos sobre evolución demográfica, empleo y crecimiento del
PIB, así como el nivel del impuesto sobre nómina (15.3 por ciento en la
actualidad), el seguro social estadunidense permanecerá con números
negros hasta 2025 o 2035.
¿De dónde provenían esos recursos? En 1983 Reagan nombró a Greenspan
presidente de una comisión para la reforma del seguro social. Esa
comisión recomendó un incremento del impuesto sobre nómina que generó
enorme superávit. Pero esos recursos no se mantuvieron en el fideicomiso
especial del seguro social, sino que fueron desviados al fondo de
ingresos generales. A cambio sólo quedaron pagarés inservibles del
tesoro. Atención: no son bonos del Tesoro, son simples pagarés carentes
de valor.
Es decir, el seguro social no contribuye al déficit, sino que
ha subsidiado constantemente al gobierno federal y ese subsidio ha sido
superior a los dos billones de dólares antes mencionados. Si el gobierno
no hubiera usado esos recursos habría tenido que aumentar su
endeudamiento, lo que habría implicado mayor carga financiera. El
cálculo oficial indica que se habrían erogado otros 800 mil millones de
dólares por el peso de la deuda si el gobierno no hubiera
En pleno debate sobre el techo de endeudamiento, el presidente Obama indicó que si no se llegaba a un acuerdo sería imposible garantizar que los cheques del seguro social fueran pagados a los derechohabientes. ¿Cómo es que no había dinero para pagar esos cheques si el seguro social tiene en teoría un superávit? La realidad es que ese fondo sólo contiene los pagarés que el Tesoro estadunidense ha entregado al seguro social a cambio de los recursos que se han captado por las cotizaciones individuales retenidas como impuesto.
En otras palabras, el superávit del fondo del seguro social ha sido saqueado para cubrir el costo de mantener bajos los impuestos a los ricos, para pagar el costo creciente de las aventuras militares imperiales y, más recientemente, para pagar los astronómicos rescates para el sector financiero.
En otras palabras, los recursos del seguro social fueron objeto de un desfalco, de una gigantesca malversación de fondos mientras el pueblo de Estados Unidos veía televisión y rendía homenaje a
Dicen que las guerras tienen la ventaja de quitar las máscaras. Así se conoce al enemigo, porque en la batalla lo que importa son las acciones, no las palabras. Ahora el saqueo del siglo ha quedado al descubierto.
usadolos recursos del fondo del seguro social.
En pleno debate sobre el techo de endeudamiento, el presidente Obama indicó que si no se llegaba a un acuerdo sería imposible garantizar que los cheques del seguro social fueran pagados a los derechohabientes. ¿Cómo es que no había dinero para pagar esos cheques si el seguro social tiene en teoría un superávit? La realidad es que ese fondo sólo contiene los pagarés que el Tesoro estadunidense ha entregado al seguro social a cambio de los recursos que se han captado por las cotizaciones individuales retenidas como impuesto.
En otras palabras, el superávit del fondo del seguro social ha sido saqueado para cubrir el costo de mantener bajos los impuestos a los ricos, para pagar el costo creciente de las aventuras militares imperiales y, más recientemente, para pagar los astronómicos rescates para el sector financiero.
En otras palabras, los recursos del seguro social fueron objeto de un desfalco, de una gigantesca malversación de fondos mientras el pueblo de Estados Unidos veía televisión y rendía homenaje a
sushéroes caídos en guerras sobre las provincias más lejanas del imperio. A Obama le tocó la explosión de esta bomba de tiempo sembrada en 1983. En lugar de denunciarla, ha preferido abrazarla. La reacción en el congreso no ha titubeado y aprovechó bien la oportunidad para comenzar a desmantelar el seguro social. Es una forma de enterrar el problema.
Dicen que las guerras tienen la ventaja de quitar las máscaras. Así se conoce al enemigo, porque en la batalla lo que importa son las acciones, no las palabras. Ahora el saqueo del siglo ha quedado al descubierto.
Vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/08/03/opinion/026a1eco
http://www.jornada.unam.mx/2011/08/03/opinion/026a1eco
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