sábado, 2 de abril de 2011

Sociedad : ¿Un mundo para el amor? ¿O qué otra cosa? ¿Acaso no es el amor la fuerza contra la indiferencia que al manifestarse acaba con la apatía social y nos empuja a ser solidarios? originario

¿UN MUNDO PARA EL AMOR?
Añoro un mundo donde la gente se ame, donde sea posible fácilmente conectar entre sí sin parapetos, sin máscaras, sin doble pensar, sin expectativas de recibir, sin desconfianza mutua, sin prejuicios, sin querer ser más o mejor y otras actitudes de esa índole tan frecuentes y que tanto nos separan. Cada vez añoro más ese mundo y veo más urgente que exista conforme aumentan las calamidades mundiales: el paro, las amenazas nucleares, la necesidad de huir del propio país o de la propia ciudad por la guerra, el hambre, el desempleo, la contaminación atómica, las catástrofes naturales y tantas otras tragedias que conocemos.

Alguno se preguntará qué tiene todo esto que ver con el amor. ¿Acaso no es el amor el único sentimiento capaz de liberarnos de la indiferencia al otro¿ ¿No es la fuerza que al manifestarse acaba con la apatía social para conducirnos a ese estado de conciencia que se precisa tener para ser solidarios?... Sin amor es imposible sentir esa necesidad.

Entre las muchas anécdotas que han llegado de Japón tras la catástrofe nuclear, se cuenta el alto grado de solidaridad y apoyo mutuo que la desgracia compartida ha generado entre gentes que hasta hace pocas semanas se miraban con indiferencia protegidos por un aparente bienestar que les inducía a pensar lo poco que se necesitaban unos a otros. De pronto, un simple movimiento de la tierra o del mar es capaz de acabar con toda esa falsa seguridad y desinterés por aquellos que tenemos a nuestro alrededor en las ciudades o en los puestos de trabajo y nos lleva a sentir en ellos, a sentir por ellos, despertando eso que siempre se llamó compasión, y que no es lástima, sino amor. Sin amor no hay compasión. Por eso los psicópatas pueden matar por la misma patología que los jefes de gobiernos que mandan bombardear ciudades y las gentes que les aplauden.

A medida que las catástrofes sociales, ecológicas y económicas van tomando más protagonismo en estos tiempos apocalípticos que nos confirman los gobernantes y (de los que tan responsables son) crece más y más en las mentes sanas la conciencia de que todos estamos en un barco que flota en el universo, un minúsculo barquito que gira y avanza en una galaxia entre miles de millones de galaxias, y que las sacudidas de este buque cósmico y todo cuanto ocurre en uno u otro de sus camarotes (a los que podemos llamar países si queremos), nos concierne a todos. La nube radioactiva de Japón ya ha llegado a España, aunque enseguida tendremos a los tranquilizadores oficiales para decir que no es un problema para nuestra salud. Igual va a ocurrir con los mares, ¿o es que alguien piensa que no hay radioactividad en las aguas marinas? Nunca nos dirán la verdad, aunque supieran que al segundo siguiente se produciría una explosión definitiva, pero lo que sí es verdad es que lo que sea de uno será de todos, pues todos somos parte de una totalidad a la que podemos llamar género humano, viajamos en el mismo barco y participamos con nuestra carne, con nuestra sangre, con nuestros pensamientos más profundos, de esa totalidad que navega en un cosmos del que formamos parte con nuestra carne, con nuestra sangre, con nuestros sentimientos y pensamientos más hondos. Con el resultado total del poder de nuestros pensamientos hemos creado este mundo que ahora se n os echa encima. Pero con el poder de nuestros pensamientos y nuestro amor podemos construir el mundo siguiente. Desde ese sentimiento de pertenecer a una totalidad, todo cuanto hacemos repercute en todos, tanto si esto es positivo como negativo. ¿Acaso no somos capaces de sentir el horror por los campos de exterminio nazis, el gulag soviético, las masacres genocidas de los dictadores de todo el Planeta, los horrores de las mazmorras de Guantánamo, las ejecuciones públicas en Irán, los bombardeos a la población civil en Irak, Afganistán, Libia y donde rote al Imperio? Y en lo cercano, ¿cómo no sentir esa misma compasión por los más próximos, por esas familias que desahucian los banqueros, por ese vecino que se quedó sin trabajo y tiene hijos que mantener? La indiferencia es una falta de conciencia de la totalidad en la que estamos inmersos y se convierte en enfermedad social con enormes repercusiones para todos.

Si en un camarote de este barco llamado La Tierra se tiran bombas, por ejemplo ¿no es sano el reaccionar? ¿No habría que actuar en consecuencia en la conciencia de que todos estamos amenazados mientras existan bombas y gentes dispuestas a dejarlas caer sobre las cabezas que se les indiquen?

Es abrumador el trabajo sucio que los poderes mediáticos y la educación del sistema han hecho con las generaciones jóvenes en el sentido de alejarlos de los problemas sociales y a la vez de no proporcionarles trabajo ni herramientas intelectuales o psicológicas con valores espirituales que conduzcan al desarrollo de su cuerpo, de su alma y de su conciencia. En cambio se les ha desviado hacia el hedonismo y la apatía social a la vez que se les explota por el Sistema sin contemplación alguna, mientras se hace lo mismo con los más mayores retrasando su edad para jubilarse. Ni amor a los jóvenes, que son el futuro ni por los mayores por viejos y achacosos que estén para los trabajos.¿ Qué clase de humanidad es esta?

Este barco está seriamente averiado y la causa profunda es el desamor. Y el desamor nos conduce al desastre seguro a no ser que seamos capaces de contrarrestarlo con su contrario: el amor altruista, el amor que siente al otro; el amor que siente con el otro.
Esto o el caos. ¿hay algo más que empuje a este barco mundo en una o en otra dirección?
 Fuente, vìa :

http://www.kaosenlared.net/noticia/mundo-para-amor-que-otra-cosa

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