En junio de 2009, los partidarios de recortar gastos para reducir el déficit entronizaron a Irlanda como modelo; veintidós meses después, la deuda irlandesa no se arregla y esa economía no levanta cabeza. El gobierno del Reino Unido, partidario de austeridad a ultranza, ha de revisar al alza la previsión del déficit porque el crecimiento económico británico se ha estancado. En España, se propone limitar el gasto público en función del crecimiento del PIB, mientras se ejecutan grandes recortes sociales, pero el paro es astronómico. Grecia no levanta cabeza a pesar de los fieros recortes habidos…
Ciega ante los hechos, la Unión Europea perpetra el Pacto del Euro que apuesta aún más por los recortes sociales, aunque, como diagnostica Paul Krugman, “la doctrina de la austeridad fracasa estrepitosamente en Europa”.
Porque los recortes del gasto deprimen más la economía y aumentan el
paro. Pero los neoliberales imponen la austeridad presupuestaria como
única alternativa, perpetrando grandes reducciones en partidas sociales
que garantizan derechos de los ciudadanos; educación, salud, seguridad
social…
No es una discusión académica entre
economistas neocon y keynesianos. Hablamos de derechos humanos, de
agresiones sistemáticas contra los derechos constitucionales de la
ciudadanía. Pero los responsables de esta feroz crisis han desviado el
problema al terreno de la deuda pública, ocultando su responsabilidad,
minando los derechos de los ciudadanos. Lo expone Joseph Stiglitz
cuando denuncia la falacia de que para reducir el déficit sólo cabe
recortar gasto público. Una propuesta que responde, según el Nobel, “al
intento de debilitar las protecciones sociales, reducir la progresividad
de los impuestos y disminuir el papel y dimensiones del gobierno,
mientras se deja toda una serie de intereses establecidos tan poco
afectados como sea posible”.
Es cuestión de derechos, no de economía. Por ejemplo, en la comunidad autónoma de Cataluña, en España,
el gobierno recién elegido ordena a los hospitales públicos cerrar
quirófanos por las tardes, reducir servicios (incluso Urgencias) y
restringir a la mitad la asistencia médica durante el próximo verano.
Para reducir el déficit, dicen. Pero el derecho a la salud no es
negociable.
Y, llegados aquí, recordamos a las profesoras de economía Lourdes Benería y Carmen Sarasúa,
quienes exponen que “culpar a los mercados es quedarse en la superficie
del problema. Hay responsables, y son personas e instituciones
concretas: quienes defendieron la liberalización sin control de los
mercados financieros; los ejecutivos y empresas que se beneficiaron de
los excesos del mercado durante el boom financiero; quienes
permitieron sus prácticas y quienes les permiten ahora salir indemnes y
robustecidos, con más dinero público, a cambio de nada. Empresas como Lehman Brothers o Goldman Sachs,
bancos que permitieron la proliferación de créditos basura, auditoras
que supuestamente garantizaban las cuentas de las empresas, y gente como Alan Greenspan, que fue jefe de la Reserva Federal norteamericana, opositor a ultranza de regular los mercados financieros”.
Cierto, los responsables de que millones
de familias hayan perdido sus hogares, millones de trabajadores vayan
al paro, millones más incrementen la legión de pobres, el número de
hambrientos crezca hasta sobrepasar los 1.000 millones… tiene nombre y
apellidos o razones sociales. No son una entelequia.
“Quienes han provocado la crisis
-denuncian Benería y Sarasúa-, no temen castigo alguno. Nadie investiga
sus responsabilidades ni sus decisiones. Los gobiernos los protegen y el
aparato judicial no los persigue. Pero igual que se crearon
instituciones y procedimientos para perseguir los crímenes políticos
contra la humanidad, es hora de hacer lo mismo con los crímenes
económicos contra la humanidad.
Así ha de ser. Es imprescindible señalar
a los responsables de ese desastre nada natural llamado crisis,
investigarlos, procesarlos, llevarlos a juicio y meterlos en la cárcel.
Porque, si no lo hacemos, no salimos de la crisis. Y aún más
imperativo: hay millones de víctimas que exigen justicia y reparación.
¿Acaso los tiburones neoliberales, los
especuladores del precio de los cereales, los delincuentes de guante
blanco ocultos en paraísos fiscales causan menos dolor y sufrimiento que
los criminales juzgados por el Tribunal de La Haya?
Es hora de denunciar y juzgar los crímenes económicos contra la humanidad.
Por Xavier Caño Tamayo
Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)
Fuente, vìa :
http://www.elciudadano.cl/2011/04/02/austeridad-recortes-y-crimenes-contra-la-humanidad/
http://www.elciudadano.cl/2011/04/02/austeridad-recortes-y-crimenes-contra-la-humanidad/
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