El desastre en la planta nuclear
Fukushima Uno, en el noreste de Japón, vuelve a poner bajo los
reflectores el tema de la seguridad de la energía nuclear. Las
consecuencias serán de varios grados, desde normas de seguridad más
estrictas (que elevarán los costos de construcción y dificultarán la
aprobación de reactores) hasta una mayor resistencia de los políticos y
del público al uso de esa fuente energética. Aun así, la energía nuclear
seguirá siendo una parte significativa de la mezcla energética mundial,
como la alternativa más práctica a la creciente dependencia en los
combustibles fósiles. China, en particular, se dispone a emprender una
inmensa expansión de su industria nuclear en la próxima década. Aunque
la magnitud de esos planes no parece realista, en términos agregados el
incremento del uso de energía nuclear en ese país compensará en todo o
en parte los cierres o suspensiones de plantas en otros lugares.
Antes del desastre en Japón, la energía nuclear parecía enfilarse a
un cauteloso renacimiento. El sector representa cerca de 14% de la
generación eléctrica mundial. Sus principales ventajas son proporcionar
una energía relativamente barata una vez que las plantas están en
operación (los costos de arranque son muy altos) y no producir emisiones
de carbón. También es atractiva para países muy dependientes de los
hidrocarburos importados, y para aquellos en los que la demanda de
energía crece muy aprisa y no puede ser satisfecha sólo con combustibles
fósiles. Japón y Corea del Sur, ambos usuarios entusiastas de esta
energía, caen en la primera categoría. Antes de que el desastre del 11
de marzo inhabilitara los reactores de Fukushima Uno y obligara a cerrar
otros, Japón tenía 54 reactores nucleares en condiciones operables,
según la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), sólo detrás de
EU (104) y Francia (58). La energía nuclear representó 27% de toda la
energía generada en Japón en 2010. Corea del Sur tiene menos plantas en
operación –21–, pero generaron 33% de la electricidad de ese país el año
pasado.
La segunda categoría de países en los que esta forma de energía tiene
un obvio atractivo está compuesta por economías en desarrollo, como
China e India. En ambos países, una combinación de enormes poblaciones,
rápido crecimiento económico y gran dependencia del carbón ha llevado a
las autoridades a volverse hacia la energía nuclear para mejorar su
seguridad energética y combatir la contaminación del aire. El carbón
seguirá siendo el combustible dominante en ambos, pero reducir su
participación en la generación energética se ha vuelto un elemento clave
de sus políticas en la materia. Ambos tienen ambiciosos planes de
construir reactores nucleares en las próximas décadas. Hay quienes dicen
que China se propone incrementar su capacidad de generación nuclear a
70 gigavatios (GW) hacia 2020, siete veces la actual, y hasta 400 GW
hacia 2050. Según datos de la AIEA, tiene 27 reactores en construcción, y
es posible que hacia 2020 tenga hasta 75 en operación; actualmente son
13.
India, entre tanto, planea incrementar su capacidad nuclear de 4.6 GW
en 2009 a 40 hacia 2030. El capital político que el gobierno del primer
ministro Manmohan Singh invirtió en firmar un pacto de cooperación
nuclear civil con EU en 2008 subraya la decisión de desarrollar ese
sector. India tiene ya 20 reactores en operación, y el acuerdo (que
también abre la puerta a un aumento del comercio nuclear con otros
países aprobados) incluye incrementar el acceso del país a la tecnología
y los materiales esenciales para los planes de expansión.
Secuela global
No está claro aún el significado que tendrán los sucesos
de Japón en la industria global. Habrá mayor énfasis en la seguridad,
pero sobre todo en el mundo en desarrollo es probable que la necesidad
de hacer frente a la creciente demanda de energía se imponga a tales
preocupaciones. China se ha apresurado a hacer declaraciones simbólicas
sobre la necesidad de adoptar un enfoque más lento y cauteloso para
aprobar y construir estaciones nucleares, pero EIU cree que ello no
alterará el empuje expansionista de la política de ese país en la
materia.
En otras partes del mundo, es probable que el incidente en la
Fukushima Uno sobre las perspectivas de la industria nuclear tenga un
impacto mezclado. Japón está en la posición más difícil, no sólo porque
el desastre obligó a cerrar las plantas nucleares y térmicas que
constituyen una porción importante de la capacidad total de generación,
sino también porque las opciones no nucleares del país son limitadas.
Resulta irónico que la crisis vuelva más difícil en lo político lograr
la aprobación de los nuevos reactores que el país necesitará ahora más
que nunca. En particular, requerirá más importaciones de carbón y
petróleo hasta que la situación se aclare.
La mayoría de los otros grandes consumidores de energía
nuclear –EU, Francia, Rusia y Gran Bretaña (GB)– luchan en distintos
grados, y en diferentes formas, con el mismo problema esencial de tener
viejos reactores nucleares que es necesario remplazar. La extensión en
que las preocupaciones de seguridad se vuelvan un obstáculo al proceso
de mejoramiento será variable. Francia ha anunciado una revisión de
seguridad, pero está demasiado comprometida con la energía nuclear, que
representa 77% de su generación total. Rusia no parece demasiado
perturbada por los sucesos en Fukushima: acaba de anunciar un acuerdo
por 9 mil mdd para construir una nueva planta en Bielorrusia y sigue
siendo destacada partidaria de la energía nuclear: sus planes comprenden
construir 14 plantas en los próximos 20 años.
Es probable, sin embargo, que la oposición a la energía nuclear aumente en muchos países, sobre todo en Occidente. Los grupos antinucleares han insistido en el incidente de Fukushima para ilustrar los peligros de esta energía. Alemania, que tiene un fuerte movimiento ambientalista, respondió al desastre en Japón suspendiendo la operación de siete reactores.
El desgaste natural será también un factor clave. Según nuestros pronósticos, Alemania y GB tendrán las mayores reducciones en el número de reactores nucleares de aquí a 2020, debido al desmantelamiento de los viejos reactores. También el gobierno estadunidense de Barack Obama había apoyado la energía nuclear como sustituto limpio de los combustibles fósiles, pero, al igual que en GB, la construcción de plantas nucleares llegó a su punto más alto hace décadas y en esencia no ha habido nuevas construcciones en muchos años, lo cual refleja tanto el prolongado proceso de aprobación como, a últimas fechas, la dificultad de obtener financiamiento para estos proyectos. Sin embargo, con más de 100 reactores, que representaban 30% de la generación nuclear mundial en 2010, EU sigue siendo el participante más grande en la industria.
Fuente: EIU
Traducción de texto: Jorge Anaya
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/04/12/index.php?section=economia&article=028n1eco
Es probable, sin embargo, que la oposición a la energía nuclear aumente en muchos países, sobre todo en Occidente. Los grupos antinucleares han insistido en el incidente de Fukushima para ilustrar los peligros de esta energía. Alemania, que tiene un fuerte movimiento ambientalista, respondió al desastre en Japón suspendiendo la operación de siete reactores.
El desgaste natural será también un factor clave. Según nuestros pronósticos, Alemania y GB tendrán las mayores reducciones en el número de reactores nucleares de aquí a 2020, debido al desmantelamiento de los viejos reactores. También el gobierno estadunidense de Barack Obama había apoyado la energía nuclear como sustituto limpio de los combustibles fósiles, pero, al igual que en GB, la construcción de plantas nucleares llegó a su punto más alto hace décadas y en esencia no ha habido nuevas construcciones en muchos años, lo cual refleja tanto el prolongado proceso de aprobación como, a últimas fechas, la dificultad de obtener financiamiento para estos proyectos. Sin embargo, con más de 100 reactores, que representaban 30% de la generación nuclear mundial en 2010, EU sigue siendo el participante más grande en la industria.
Desplazamiento del equilibrio
Si la resistencia política y pública a la construcción de
nuevas plantas, o a la prórroga de las licencias de operación de
plantas existentes, se vuelve más fuerte por los recientes sucesos en
Japón, podría acelerarse el desplazamiento del equilibrio en la
capacidad nuclear mundial hacia los países en desarrollo que ya había
aparecido en nuestros pronósticos. En 2010, según nuestras estimaciones,
China e India juntas representaban 3.5% de la generación eléctrica
nuclear mundial. Según nuestras previsiones más recientes, esa
proporción se elevará a 13.6% en 2020.
En un ámbito más amplio, es probable que el aumento de las
preocupaciones por la seguridad nuclear conduzca a revaluaciones de las
estructuras regulatorias y a un mayor interés por otras fuentes de
energía. Ambas cosas son problemáticas. Las normas de seguridad nuclear
más estrictas –aunque necesarias en muchos casos– se añadirían a los
altos costos de arranque y a los prolongados periodos requeridos para
construir plantas de energía nuclear, lo cual debilitaría la viabilidad
económica de esta energía. Las alternativas son un uso mayor del gas
natural y de combustibles fósiles no convencionales y renovables. Pero
el gas, aunque barato, abundante y más limpio que el carbón o el
petróleo, implicaría problemas de emisión de carbono si remplazara a la
generación nuclear. El interés por las fuentes renovables se
incrementará, pero hay límites a su crecimiento. A menos que el cuadro
cambie en forma dramática, cualquier abandono de la energía nuclear
crearía tantos problemas como los que resolvería.Fuente: EIU
Traducción de texto: Jorge Anaya
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/04/12/index.php?section=economia&article=028n1eco
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