Finalmente, el Presidente Sebastián Piñera optó por pedirle la renuncia a
la intendenta del Biobío y evitar así la acusación constitucional que
estamparon en el Congreso parlamentarios de la oposición, pero que
además sacó a flote profundas diferencias entre la UDI – que bregaba por
lograr apoyo para Van Rysselberghe- y RN, que le pedía la renuncia.
El semblante de Jacqueline van Rysselberghe cuando entró, a eso de
las 11 de la mañana, a La Moneda, citada de emergencia por el Presidente
Sebastián Piñera, permitía adivinar lo que ocurriría luego. Mientras se
desarrollaba la reunión, que duró cerca de una hora y en la que también
estuvieron presentes los ministros de Interior, Rodrigo Hinzpeter, y de
la Segegob, Ena von Baer, el punto de prensa que se instaló en el patio
del palacio dejaba pocas dudas: se aproximaba el término de la polémica
gremialista a la cabeza de la intendencia del Biobío.
“Esta decisión es una de las más difíciles que me ha tocado tomar en
mi vida”, confesó Van Rysselberghe y señaló: “Espero que con mi renuncia
vuelva la unión en la Coalición por el Cambio”, antes de emprender
camino a la sede de la UDI.
Y es que la decisión de Sebastián Piñera de confirmarla en el cargo y
la posterior acusación constitucional que pusieron contra ella
parlamentarios de la oposición había generado un profundo quiebre en el
conglomerado de gobierno. Mientras la UDI se empeñaba en buscar
respaldo para la ahora ex intendenta, la directiva de RN había
autorizado la libertad de acción de sus diputados a la hora de votar en
libelo en el Congreso y se multiplicaban las voces que la llamaban a
renunciar. Incluso, desde el mismo gabinete surgían duras declaraciones
en contra de Van Rysselberghe, con la ministra del Trabajo, Evelyn
Matthei, señalando en los medios que “es evidente que ella tiene
problemas”.
El “caso” Van Rysselberghe le estaba saliendo demasiado caro al
gobierno. Las consecuencias de la decisión de mantenerla en el cargo,
primero, ya se habían plasmado en el los resultados de la encuesta
Adimark con una baja en el respaldo, y ahora, las divisiones entre los
partidos oficialistas parecían cada vez más fuera de control, haciendo
temer el peor escenario al momento de votar la acusación constitucional
en el Congreso.
Pero además las cosas no parecían mejorar. El viernes, el senador
Alejandro Navarro, quien dio el puntapié inicial publicando un video en
el que la intendenta hablaba de burlar las normas para entregar
beneficios a personas que no fueron afectadas por el terremoto,
arremetió con una nueva denuncia en la seremi de Vivienda, entregando
antecedentes que acusaban a Van Rysselberghe de otorgar subsidios a
cercanos luego de las inundaciones del 2006 en el Biobío.
El giro en la estrategia comunicacional de la ex intendenta también
puede haber molestado en La Moneda. Al silencio que había mantenido en
días anteriores lo había sucedido una serie de entrevistas en los
medios – para hoy tenía agendada su participación en Tolerancia Cero- y
el protagonismo que adquirió en la ceremonia del aniversario de la
muerte de Jaime Guzmán, el viernes, opacando a los dirigentes de la
Alianza.
Con su salida, el gobierno espera ahora retomar el orden en sus filas
e impedir que se desarrolle la acusación constitucional, que habría
hecho aún más públicas las diferencias entre sus adherentes. En lo
interno, eso sí, le restará ver cómo resarcir a la UDI de su derrota en
un nuevo “gallito” con RN.
Fuente, vìa :http://radio.uchile.cl/noticias/108955/
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