Miradas del Sur
El 11 de marzo de
1976, a las 8.30, llovía en Salta. Un hombre acababa de salir de su
casa, y fue interceptado por dos autos con más de siete hombres
fuertemente armados. De repente, forcejeos, un culatazo en la cabeza y
unos disparos. Lograron así subirlo a uno de los automóviles. Antes de
irse, los secuestradores balearon a los dos testigos involuntarios del
hecho. Uno murió en el acto. Al secuestrado se lo conocía como “el
médico del pueblo”. Se trataba de Miguel Ragone, ex gobernador de la
provincia. Todavía permanece desaparecido. Después de 35 años de
impunidad, el martes próximo se iniciará el juicio oral por su secuestro
y desaparición.
Los testigos atacados eran el almacenero Santiago Arredes, que cayó asesinado, y Margarita Martínez de Leal, que sufrió graves heridas, pero sobrevivió. Estas agresiones serán investigadas en la misma causa. Entre los principales imputados se encuentra el genocida Luciano Benjamín Menéndez, que ya tiene seis condenas a cadena perpetua por haber cometido crímenes de lesa humanidad. Por entonces, era el jefe del Tercer Cuerpo de Ejército.
Los otros imputados son: Carlos Alberto Mulhall (por entonces jefe de la guarnición local del Ejército); el ex jefe de la Policía de Salta, Miguel Gentile; el ex jefe de Seguridad de la Policía, Joaquín Guil; Jorge Héctor Zanetto (ex vocero de la Triple A) y los ex policías Andrés del Valle Soraire, Pedro Javier Herrera y Raúl Nelson Herrera.
“Gracias a que Néstor Kirchner puso al frente al fiscal Horacio Azzolin, esta causa se movió después de tres décadas”, reveló su hija, Clotilde Ragone. Para Azzolin ésta es una herida abierta: “El primer juez está imputado por las irregularidades que hubo en la investigación, y se suman la necesidad de romper con el poder preestablecido y la grave sospecha de que los operadores del sistema judicial, en muchos casos, coinciden ideológicamente con las personas a las que tienen que investigar”.
Tercero de ocho hijos en el seno de una familia humilde, Ragone había nacido en San Miguel de Tucumán el 25 de mayo de 1921 y llevado de niño, con su familia, a Salta. Finalizado el bachillerato, se instaló en la Capital Federal donde trabajó, estudió y se recibió de médico luego de un paso fugaz por la carrera de abogacía.
Poco antes de obtener su título, fue convocado por el ministro de Salud del entonces presidente Juan Domingo Perón como secretario privado y colaborador del Plan de Salud. Luego dedicó su tiempo a su familia, al cargo en la dirección del Hospital Neurosiquiátrico de Salta y a una fuerte participación en la Resistencia peronista.
Tras 18 años de proscripción, el 11 de marzo de 1973, cuando Cámpora ganó las elecciones presidenciales, Ragone superó el 65 por ciento de los votos a gobernador con la Lista Verde. Una popularidad aún inigualada en esa provincia. Junto a Oscar Bidegain (provincia de Buenos Aires); Ricardo Obregón Cano (Córdoba); Alberto Martínez Baca (Mendoza) y Jorge Cepernic (Santa Cruz) integró el grupo de gobernadores progresistas, en un momento histórico en el que la derecha peronista ganaba terreno.
En su discurso de asunción, el 25 de mayo de 1973, Ragone no dudó en hablar de “socialismo nacional” y señaló que la provincia “padecía la deformación colonialista impuesta por los centros mundiales de poder”, y que a su vez estaba sometida a otras formas de colonialismo impuesto en beneficio del puerto de Buenos Aires.
Con la consigna “liberación o dependencia”, centró su trabajo en lograr mejoras en la calidad de vida de los sectores populares.
Jesús Pérez, su ministro de Economía, señaló: “Recibía a los más necesitados en la Casa de Gobierno hasta altas horas de la tarde y hasta en su casa, algo que molestaba a las clases dominantes de Salta e irritaba a los funcionarios”. Prescindió de escolta policial, avión y automóvil de gobierno. Iba a su despacho a pie o en su auto particular. Pero uno de los pasos más arriesgados que dio Ragone fue la reforma de la policía y el desmantelamiento del aparato represivo.
Había designado como jefe de policía a su gran compañero de militancia, Rubén Fortuny. En una visita a la cárcel penitenciaria modelo de la provincia encontró un estado de hacinamiento que no toleró. La reforma comenzó con la demolición de las celdas de castigo de la central de policía. Hizo público que en calabozos diseñados para 30 personas, se agolpaban 190. Cuestionó que hubiera dinero para armas y no para mejorar las condiciones de los detenidos o para una lente para la observación de huellas dactilares.
Los camiones hidratantes utilizados para reprimir fueron dados a los bomberos y pintaron flores en carros de asalto que fueron utilizados para trasladar los niños de los barrios a las escuelas.
Pero no se detuvo allí. Pretendió cambiar la policía represiva por otra que protegiera al pueblo. Y los policías acusados de abusos y torturas fueron sumariados, enjuiciados, encarcelados y alejados de la provincia. Se los denominó “la banda de los comisarios”.
Dirigentes de la CGT, opositores y la clase alta salteña declararon “persona no grata” al gobernador y a sus colaboradores, señalándolos como “marxistas infiltrados”. Varias veces intentaron destituirlo, pero movilizaciones que rondaban las diez mil personas, en su mayoría jóvenes, respaldaron su gobierno.
Pero el gobierno nacional tenía otros planes. Tras la muerte de Perón, se intervino la provincia y se separó a Ragone de su cargo. Por orden del Ejecutivo Nacional se reincorporó a la “banda de comisarios” y comenzaría la caza de brujas.
En total desacuerdo, Fortuny presentó su renuncia y a los pocos días fue asesinado, delante de su hijo, homónimo, actual ministro de Trabajo de Salta. Fortuny hijo dijo a Miradas al Sur: “Al día de hoy aquel plan de gobierno seguiría siendo muy progresista. Ragone tenía un plan muy específico para desarrollar en cada área”.
Las internas avanzaban y Ragone era el candidato con mayor consenso popular. Aquel operativo comando del 11 de marzo contó con una “zona liberada” y hasta recibió apoyo de un helicóptero.
Registro y difusión
El juicio será transmitido por televisión y podrán verse en vivo las acusaciones, los alegatos y la lectura de las sentencias desde la ciudad judicial. También la Televisión Pública transmitirá algunas secuencias. Además, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) registrará las imágenes del juicio para futuros documentales y archivos. “Será un juicio revelador para la conciencia cívica de Salta”, puntualizó Fortuny. Y remarcó: “Ahora hay otra generación. Recientemente, en un acto, se me acercó un hombre mayor que me dijo que él no perdonaba ni olvidaba y que ese rencor se lo llevaría a su tumba. Me dio pena por él. Se llegó hasta aquí por la fuerza de sus familiares. Pero es necesario que la Justicia se ocupe de esa muerte para que la familia pueda dedicarse a lo que fue la vida de Ragone”.
Vìa :
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=125812
Los testigos atacados eran el almacenero Santiago Arredes, que cayó asesinado, y Margarita Martínez de Leal, que sufrió graves heridas, pero sobrevivió. Estas agresiones serán investigadas en la misma causa. Entre los principales imputados se encuentra el genocida Luciano Benjamín Menéndez, que ya tiene seis condenas a cadena perpetua por haber cometido crímenes de lesa humanidad. Por entonces, era el jefe del Tercer Cuerpo de Ejército.
Los otros imputados son: Carlos Alberto Mulhall (por entonces jefe de la guarnición local del Ejército); el ex jefe de la Policía de Salta, Miguel Gentile; el ex jefe de Seguridad de la Policía, Joaquín Guil; Jorge Héctor Zanetto (ex vocero de la Triple A) y los ex policías Andrés del Valle Soraire, Pedro Javier Herrera y Raúl Nelson Herrera.
“Gracias a que Néstor Kirchner puso al frente al fiscal Horacio Azzolin, esta causa se movió después de tres décadas”, reveló su hija, Clotilde Ragone. Para Azzolin ésta es una herida abierta: “El primer juez está imputado por las irregularidades que hubo en la investigación, y se suman la necesidad de romper con el poder preestablecido y la grave sospecha de que los operadores del sistema judicial, en muchos casos, coinciden ideológicamente con las personas a las que tienen que investigar”.
Tercero de ocho hijos en el seno de una familia humilde, Ragone había nacido en San Miguel de Tucumán el 25 de mayo de 1921 y llevado de niño, con su familia, a Salta. Finalizado el bachillerato, se instaló en la Capital Federal donde trabajó, estudió y se recibió de médico luego de un paso fugaz por la carrera de abogacía.
Poco antes de obtener su título, fue convocado por el ministro de Salud del entonces presidente Juan Domingo Perón como secretario privado y colaborador del Plan de Salud. Luego dedicó su tiempo a su familia, al cargo en la dirección del Hospital Neurosiquiátrico de Salta y a una fuerte participación en la Resistencia peronista.
Tras 18 años de proscripción, el 11 de marzo de 1973, cuando Cámpora ganó las elecciones presidenciales, Ragone superó el 65 por ciento de los votos a gobernador con la Lista Verde. Una popularidad aún inigualada en esa provincia. Junto a Oscar Bidegain (provincia de Buenos Aires); Ricardo Obregón Cano (Córdoba); Alberto Martínez Baca (Mendoza) y Jorge Cepernic (Santa Cruz) integró el grupo de gobernadores progresistas, en un momento histórico en el que la derecha peronista ganaba terreno.
En su discurso de asunción, el 25 de mayo de 1973, Ragone no dudó en hablar de “socialismo nacional” y señaló que la provincia “padecía la deformación colonialista impuesta por los centros mundiales de poder”, y que a su vez estaba sometida a otras formas de colonialismo impuesto en beneficio del puerto de Buenos Aires.
Con la consigna “liberación o dependencia”, centró su trabajo en lograr mejoras en la calidad de vida de los sectores populares.
Jesús Pérez, su ministro de Economía, señaló: “Recibía a los más necesitados en la Casa de Gobierno hasta altas horas de la tarde y hasta en su casa, algo que molestaba a las clases dominantes de Salta e irritaba a los funcionarios”. Prescindió de escolta policial, avión y automóvil de gobierno. Iba a su despacho a pie o en su auto particular. Pero uno de los pasos más arriesgados que dio Ragone fue la reforma de la policía y el desmantelamiento del aparato represivo.
Había designado como jefe de policía a su gran compañero de militancia, Rubén Fortuny. En una visita a la cárcel penitenciaria modelo de la provincia encontró un estado de hacinamiento que no toleró. La reforma comenzó con la demolición de las celdas de castigo de la central de policía. Hizo público que en calabozos diseñados para 30 personas, se agolpaban 190. Cuestionó que hubiera dinero para armas y no para mejorar las condiciones de los detenidos o para una lente para la observación de huellas dactilares.
Los camiones hidratantes utilizados para reprimir fueron dados a los bomberos y pintaron flores en carros de asalto que fueron utilizados para trasladar los niños de los barrios a las escuelas.
Pero no se detuvo allí. Pretendió cambiar la policía represiva por otra que protegiera al pueblo. Y los policías acusados de abusos y torturas fueron sumariados, enjuiciados, encarcelados y alejados de la provincia. Se los denominó “la banda de los comisarios”.
Dirigentes de la CGT, opositores y la clase alta salteña declararon “persona no grata” al gobernador y a sus colaboradores, señalándolos como “marxistas infiltrados”. Varias veces intentaron destituirlo, pero movilizaciones que rondaban las diez mil personas, en su mayoría jóvenes, respaldaron su gobierno.
Pero el gobierno nacional tenía otros planes. Tras la muerte de Perón, se intervino la provincia y se separó a Ragone de su cargo. Por orden del Ejecutivo Nacional se reincorporó a la “banda de comisarios” y comenzaría la caza de brujas.
En total desacuerdo, Fortuny presentó su renuncia y a los pocos días fue asesinado, delante de su hijo, homónimo, actual ministro de Trabajo de Salta. Fortuny hijo dijo a Miradas al Sur: “Al día de hoy aquel plan de gobierno seguiría siendo muy progresista. Ragone tenía un plan muy específico para desarrollar en cada área”.
Las internas avanzaban y Ragone era el candidato con mayor consenso popular. Aquel operativo comando del 11 de marzo contó con una “zona liberada” y hasta recibió apoyo de un helicóptero.
Registro y difusión
El juicio será transmitido por televisión y podrán verse en vivo las acusaciones, los alegatos y la lectura de las sentencias desde la ciudad judicial. También la Televisión Pública transmitirá algunas secuencias. Además, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) registrará las imágenes del juicio para futuros documentales y archivos. “Será un juicio revelador para la conciencia cívica de Salta”, puntualizó Fortuny. Y remarcó: “Ahora hay otra generación. Recientemente, en un acto, se me acercó un hombre mayor que me dijo que él no perdonaba ni olvidaba y que ese rencor se lo llevaría a su tumba. Me dio pena por él. Se llegó hasta aquí por la fuerza de sus familiares. Pero es necesario que la Justicia se ocupe de esa muerte para que la familia pueda dedicarse a lo que fue la vida de Ragone”.
Vìa :
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=125812
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