Un clamor resuena en todo el mundo. Todos
queremos libertad, todos soñamos con la democracia. Que nos la den, que
la hagamos, que la apoyen y, sobre todo, que luchemos por tenerla.
Pero, ¿con quién vamos a luchar, al lado y al amparo de quién queremos luchar? ¿Con quién contamos y queremos contar?
Obviamente no queremos apoyarnos en quienes entrenan a sus soldados
para que al grito de libertad invadan, destrocen y saqueen pueblos
enteros, y sin piedad alguna causen daños horripilantes a mujeres, niñas
y niños, jóvenes y viejos, con el supuesto de que están luchando contra
quienes merecieron su inmenso apoyo en armas, dinero, negocios,
publicidad y diplomacia durante años y años.
No queremos apoyarnos en quienes han atacado por todos los medios a
su alcance, incluidos los bloqueos, los intentos de magnicidio, las
plagas, los golpes de Estado, las invasiones militares y paramilitares,
las falsas y crueles guerras contra un narcotráfico que les sirve como
gigantesco negocio para lavar el dinero de los criminales en sus bancos y
quedarse con la mayor parte; que les sirve para prestar dinero con
altos intereses a los gobiernos aliados que son sus clientes en la
compra de armas de mediano y alto poder, iguales o inferiores a las que
también les venden a los narcotraficantes; que les sirve para mediatizar
la ira del pueblo empobrecido por sus políticas privatizadoras y
especuladoras y para embarcar a los jóvenes de ésta América en falsas
luchas de mafias que les hacen perder –con su identidad y sus vínculos
sociales y familiares–, el sentido de la vida y el sentido de la lucha, y
con que pierden a su propia juventud, a la joven América que protestara
en Chicago contra la guerra en Vietnam y se manifestara a favor de los
afro-americanos y de los habitantes y movimientos sociales del Tercer
Mundo de los que el Che Guevara fue su icono y que hoy constituyen el
principal mercado de narcóticos del mundo, con que se destrozan y los
destrozan. No queremos apoyarnos en la lucha por la libertad con el
ejército que defendió durante años al Mubarak que el imperialismo
también apoyó, ni en los aviones de la OTAN que durante años han estado
destruyendo a Irak y Afganistán. No queremos coincidir con quienes han
declarado una guerra total contra el pueblo y gobierno de Cuba, con
quienes han hecho todo lo posible por dividir y enfrentar al pueblo y
gobierno de Venezuela, con quienes apoyaron y apoyan la secesión y
desestabilización de la República de Bolivia.
Es más, debemos denunciar el hecho de que las potencias imperialistas
encabezadas por Estados Unidos y la OTAN están aplicando la vieja
táctica de mediatizar los movimientos emancipadores del pueblo para
poner a sus ejércitos serviles como liberadores del pueblo que durante
años y años han contribuido a oprimirlos. ¿Podemos olvidar esta vieja
trampa que se ha aplicado contra nuestros pueblos desde hace más de un
siglo y medio y que hoy está al orden del día en los nuevos golpes
legales de estado, y en las nuevas luchas por la libertad y la
democracia de un imperialismo que cada vez más oprime y despoja a
nuestros pueblos y que sólo apoya a los gobiernos que le hacen
crecientes concesiones a sus empresas extractivas y depredadoras?
Aclaremos de una vez por todas que nosotros queremos una libertad y
una democracia de las que el imperialismo es su principal enemigo aunque
quiera nuevamente jugar con los equívocos para decir que lucha por lo
mismo que nosotros ¡Mentira! Nosotros queremos una democracia en que el
pueblo gobierne y en que los gobernantes le sirvan al pueblo, gobiernen
con el pueblo y se reintegren al pueblo cuando termine su mandato.
Nosotros queremos una democracia en que se creen espacios de diálogo,
debate y consenso a lo largo y lo ancho de toda la nación, con respeto a
las distintas religiones, ideologías, culturas, razas, sexos, edades.
Nosotros queremos una libertad de pensar, de estudiar, de decidir, en la
que deje de estar sujeta al hambre y la miseria la inmensa mayoría de
la población humana en beneficio de 200 multimillonarios que juntos
tienen el ingreso nacional de Alemania y por separado el de muchos
países del sur del mundo. ¿Es esa la democracia que ellos quieren? ¿Es
esa la libertad que dicen defender? Por supuesto que no… Pero hay algo
más que ellos no quieren, la justicia. Nosotros queremos la justicia a
la persona humana; pero miremos donde están los mentados derechos del
hombre por los que ellos dicen haber luchado. Nosotros estamos por la
justicia social, y miremos cómo han impuesto sus políticas
privatizadoras, desnacionalizadoras y desreguladoras que han acabado con
los derechos de las naciones, de los pueblos y los trabajadores. Es más
nosotros queremos que la justicia social la hagan los pueblos, que los
pueblos gobiernen en uso de la democracia y que los pueblos y sus
integrantes hagan justicia personal, hagan justicia familiar, social,
laboral, política, cultural, económica, y que la justicia social sea
propia del hacer y quehacer de los pueblos y no de señorones dizque
generosos o dizque humanitarios y a esa justicia social que los pueblos
ejerzan en uso real de la democracia le llamamos socialismo del siglo
XXI, pues no concebimos el socialismo sin el gobierno del pueblo por el
pueblo y para el pueblo, y menos el socialismo sin la libertad. ¿Y
ellos? Y los supuestos y oportunistas aliados del pueblo de Libia que
están bombardeando al pueblo de Libia, ¿quieren esa libertad, esa
democracia y esa justicia que nosotros queremos? Por supuesto que no.
Pero son unos notables farsantes que confunden y engañan con ideales
fingidos.
Por nuestra parte tenemos que aclarar no sólo lo que queremos sino
cómo pensamos realizarlo y hasta qué punto, en medio de las diferencias
que se dan entre quienes luchamos bien que mal por la emancipación
humana, y que luchamos en distintos países y condiciones…; hasta qué
punto en medio de nuestras diferencias podemos encontrar algunas
políticas coincidentes que nos ayuden a respetar las distintas
posiciones que tenemos a reserva de que la evolución de las luchas vaya
unificando criterios y experiencias. A ese respecto lo primero es no
exigir que todos tengan la misma posición que uno tiene. Lo segundo, es
dar las razones por las que en un momento y situación dados uno toma la
posición que otros no comparten. Lo tercero es ver si las razones de una
toma de posición se confirman o disconfirman por la experiencia.
Señalemos como punto de partida una política global del
imperialismo neoconservador y neoliberal. Desde el grito de la Tatcher
afirmando que ¡no hay alternativa! los complejos empresariales-militares
que dominan el mundo han aplicado la política de
lo no negociablea las medidas de desnacionalización, privatización y desregulación por las que han empobrecido sistemáticamente a todos los pueblos del mundo, incluso a los metropolitanos. Esa política de
lo no negociableestá vinculada a la destrucción de los derechos políticos, laborales y sociales que implicaban una distribución del producto global y del producto nacional, menos desigual e injusta que la actualmente existente en que las naciones pobres son más pobres que hace 30 años, y los ciudadanos y trabajadores pobres y depauperados han crecido de una manera dramática.
La política de
lo no negociableha acabado con la capacidad de los partidos políticos y las organizaciones sociales y laborales para protestar, presionar y negociar para el cumplimiento de derechos y prestaciones sociales: ha liquidado en los hechos los derechos de la Carta Magna de cada país y de la Carta de Naciones Unidas en derechos humanos y en derechos de no intervención y libre autodeterminación de los pueblos. La política de
lo no negociableha hecho de la violación del derecho la práctica del derecho. Y esto ocurre con la práctica del derecho internacional, público, social, laboral, o civil. Lo más frecuente es usar el derecho para criminalizar a las víctimas del sistema y en usarlo al arbitrio de jefes y patrones.
Al mismo tiempo y en vez de reconocer los derechos políticos y
sociales que tantos gastos implicaban se han generalizado las políticas
de cooptación y corrupción de funcionarios públicos, de partidos
políticos y gobiernos enteros para que apliquen las medidas neoliberales
contra lo ofrecido en los idearios de partidos y candidatos. El
desprestigio de la democracia electoral y parlamentaria es así tan
grande como el de la inmensa mayoría de los partidos de
izquierda, e incluye a los candidatos socialdemócratas, socialistas, comunistas, nacionalistas, desarrollistas que teniendo nombres distintos hacen políticas neoliberales iguales… con el cinismo y la furia de quienes sólo luchan por tener
puestos de elección popular
A tan lastimosa situación de un mundo que parece haber acabado con la
posibilidad de las luchas legales efectivas, se añade el inmenso
desastre de la restauración del capitalismo en el bloque soviético,
China y Vietnam donde los antiguos comunistas reniegan de sus antiguos
héroes o los invocan diciendo que están actualizando y modernizando su
pensamiento, y que sólo los
conservadoresse oponen a su
avanzadopensamiento.
Para luchar debemos recordar estos y otros grandes tropiezos y ver
cómo se están superando entre líderes y masas, dando creciente atención a
las palabras de consecuencia, a las conductas coherentes, a los líderes
que igualan con la vida el pensamiento, como el comandante en jefe
Fidel Castro.
Tenemos que destacar el programa de paz mundial del gobierno
venezolano y la nueva lucha bolivariana que libra por el socialismo del
siglo XXI, buscando resolver las contradicciones que enfrenta con la
organización y concientización creciente del pueblo en un proyecto que
no repita la historia pasada de las revoluciones nacionales y sociales
que se volvieron populistas y acabaron reintegrándose al sistema
neocolonial, hoy neoliberal.
Tenemos que destacar la lucha por el
vivir biendel pueblo y el gobierno de Bolivia pues se trata de un programa que hablando de Bolivia habla del mundo.
A otro nivel, el de los gobiernos que mandan obedeciendo a las
comunidades, aparece un programa que es también de alcance universal, y
riquísimo en metas y medios como el movimiento zapatista de los pueblos
mayas que luchan y construyen otro mundo posible en el sureste mexicano.
Al mismo tiempo necesitamos tenderle la mano a otros gobiernos
progresistas que entre contradicciones están apoyando una política de
paz y de respeto a las naciones y los pueblos, y si no los apoyamos en
todo, apoyémoslos en lo que sean luchas por la libertad, la justicia, la
democracia, la paz, y hagámosles ver que una condición evidente para el
triunfo, radica en que sus gobiernos y sus políticas sean gobiernos y
políticas de
todo el puebloy que, sobre ese principio político, indeclinable si no quiere uno perder, enfrenten los acosos de las oligarquías, del capital monopólico y el imperialismo con medidas que tiendan a profundizar la democracia y la economía de
todo el pueblo.
En cualquier caso procuremos que nuestras diferencias internas se
resuelvan en formas que no nos tribalicen y nos hagan nuevas víctimas de
la vieja política colonialista que aprovecha las luchas internas para
las intervenciones externas, colonizadoras y recolonizadotas.
La responsabilidad que en América Latina tenemos es inmensa pues el
Nuevo Mundo saldrá del Nuevo Mundo que ya muestra su grandeza,
enriquecida por todos los proyectos de emancipación humana.
Fuente, vìa :
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