Las protestas de los sunnitas de Daraa se han intensificado y han empezado a
propagarse a ciudades de Siria en forma alarmante, pero todavía no determinante
para defenestrar al nepotismo de los Assad que depende, a mi humilde juicio, de
la aquiescencia de la burguesía sunnita de las grandes ciudades y, a escala
regional, de la anuencia de tres potencias sunnitas regionales: Turquía (su
relevante frontera), Egipto y Arabia Saudita (con la que mantiene excelentes
relaciones, pese a la alianza estratégica de Damasco con Irán). Se trata de la
alta precisión del engranaje de un reloj muy fino.
Por Alfredo Jalife-Rahme - La Jornada, México
E
l extático aroma del jazmín revolucionario ha despertado los rescoldos acumulados en el mundo árabe en los recientes 60 años y cada región, subregión, país, provincia y hasta aldea aprovecha la oportunidad para acudir a su inesperada cita con la historia y así manifestar su lista de legítimos agravios idiosincráticos frente a los cuales las satrapías se encuentran impotentes en reaccionar ilustre e ilustradamente.
El extático aroma de la revolución del jazmín del paradigma tunecino alcanzó
dramáticamente el sur de Siria, en la frontera con Jordania e Israel, lo cual
comienza a sacudir su andamiaje transfronterizo y la geopolítica regional,
específicamente en la ciudad agrícola de Daraa, que padece una severa penuria
del agua debido al cambio climático de los recientes cinco años, donde las
precipitaciones pluviales han disminuido 60 por ciento.
El aroma revolucionario del jazmín irrumpe en la hipercomplejidad del
Creciente Fértil, que ya habíamos formulado en nuestra taxonomía de las cinco
subregiones árabes (ver Bajo la Lupa, 6/3/11), donde el grado de las sutilezas y
los matices aumenta considerablemente.
Daraa, ciudad de la provincia de Hourán y frontera con Jordania, se encuentra
a 100 kilómetros al sur de Damasco sobre la carretera que la conecta con Ammán
(capital de Jordania). La revolución transfronteriza de Daraa se encuentra
prácticamente equidistante de Damasco (capital de Siria) y Ammán (capital de
Jordania, donde ha recrudecido la contestación).
Daraa representa un bastión sunnita de 755 mil habitantes en la
superestratégica planicie de Haurán, lo cual ha colocado a la defensiva al
nepotismo de los Assad, de 41 años en el poder (30 con el padre Hafez y 11 con
su hijo el "reformista" Bashar).
Las protestas de los sunnitas de Daraa se han intensificado y han empezado a
propagarse a ciudades de Siria en forma alarmante, pero todavía no determinante
para defenestrar al nepotismo de los Assad que depende, a mi humilde juicio, de
la aquiescencia de la burguesía sunnita de las grandes ciudades y, a escala
regional, de la anuencia de tres potencias sunnitas regionales: Turquía (su
relevante frontera), Egipto y Arabia Saudita (con la que mantiene excelentes
relaciones, pese a la alianza estratégica de Damasco con Irán). Se trata de la
alta precisión del engranaje de un reloj muy fino.
Se pudiera aducir que las protestas todavía no alcanzan la masa crítica para
una revolución, ya que, en un análisis estricto, se encuentran confinadas a la
ciudad de Daraa –en la cercanía de las superestratégicas alturas del Golán
(pletóricas en agua y ocupadas y saquedas por Israel)– donde las fuerzas de
seguridad (los siniestros mukhabarat) perpetraron el error infantil de
encarcelar a unos adolescentes inofensivos por haber osado escribir grafitis
contra el gobierno, lo que luego desembocó en una confrontación con la población
local que ha arrojado un saldo de entre 17 y 100 muertos (dependiendo de quién
manipule las cifras).
El epicentro de la revuelta de Daraa se concentra en la mezquita al Al Omari
y ya se salió del control del régimen atrapado sin salida, que ha recurrido
cosméticamente a promesas invaluables desde el levantamiento de la ley de
emergencia hasta el permiso de participación de otros partidos fuera del Baas,
edulcorado con la súbita liberación de 250 detenidos.
Siria se encuentra gobernada desde el golpe de Estado de 1970 por la secta
minoritaria de los alawitas (a la que pertenecen los Assad): una excrecencia del
chiísmo (13 por ciento) que gobierna a la mayoría de sunnitas (74 por ciento) y
a las minorías de cristianos (10 por ciento) y drusos (3 por ciento), según
datos de la CIA.
Entre la mayoría sunnita habría que incluir a los kurdos no-árabes, que
representan 10 por ciento de la población.
Es evidente el riesgo de balcanización en varias entidades que fracturaría su
mosaico mantenido a sangre y fuego durante 41 años (v. gr. el genocidio
de los "hermanos musulmanes", con presunta bendición "occidental" e
israelí, en la ciudad de Hama, que, dependiendo de quién manipule las cifras,
van desde 20 mil hasta 100 mil asesinados).
Ya habrá tiempo para detenernos sobre el riesgo de balcanización de Siria en
cinco entidades: sunnita, alawita (que en 1922 proclamó su autonomía y, luego,
varias veces su independencia), drusa, kurda y cristiana.
Sin adentrarnos por el momento en la correlación de fuerzas étnicas y
religiosas en el delicado mosaico plural de Siria (22.5 millones de habitantes),
es fundamental ubicar el número poblacional de sus más importantes ciudades:
Alepo (3 millones); Damasco (capital, 2.5 millones), Homs (1.3 millones), Hama
(854 mil) y Latakia (650 mil habitantes y su principal puerto; igualitariamente
repartidos entre sunnitas y alawitas, con una minoría de cristianos).
Más allá de la caída del régimen, que no se vislumbra en lo inmediato –porque
puede repetirse el "modelo Bahrein" implementado por las seis
petromonarquías del Consejo de Cooperación del Golfo, encabezado por Arabia
Saudita–, la crisis de Daraa estaba escrita en el muro cuando el nepotismo de
los Assad descuidó la ominosa desertificación de la otrora fértil planicie de
Hourán, cuyo "suelo volcánico" lo había convertido en "el granero de
Oriente Medio cuando abundaban las lluvias en tiempos otomanos", según Khaled
Yacoub Oweis, de Reuters (19/3/11).
Yacoub aduce que "en el este de Siria, la crisis hídrica de los últimos
cinco años, que dicen expertos se debe mayormente a la mala gestión estatal de
recursos, ha sumido a 800 mil personas en la extrema pobreza, según un informe
de Naciones Unidas en 2010. Cientos de miles de personas más fueron desplazadas".
Agrega que "otros productores también han resultado afectados por las escasas
lluvias y recortes a los subsidios. El Ministerio de Agricultura dijo que las
cosechas en la provincia agrícola de Daraa cayeron 25 por ciento el año pasado".
Daniel Williams (NYT, 2/3/11) cita un reporte de la ONU: "Las
lluvias son 45 por ciento y 66 por ciento en promedio menores a lo normal (sic)
en tres provincias orientales de Siria en los pasados dos años". La falta de
agua ha causado que más de 800 mil personas en la parte oriental de Siria
pierdan casi todo su modus vivendi.
Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (EU), la cosecha de
trigo ha disminuido a la mitad.
Al más del millón de refugiados de la guerra de EU y Gran Bretaña en Irak, se
ha sumado otro medio millón de desplazados internos –los campesinos sunnitas que
huyen de las sequías de la planicie sureña de Hourán (Daraa) y los kurdos de la
ciudad norteña de Qamishli (frontera con Turquía y cerca de Irak)– quienes viven
en condiciones infrahumanas en tiendas de campaña en Damasco, junto a insolentes
campos de golf muy bien irrigados de la plutocracia. ¡Luego quieren que no
existan revoluciones!
Un reporte del Banco Mundial (15/8/08) sentencia que "Medio Oriente y
Noráfrica son las regiones más afectadas por la penuria global del agua".
Estudios de la ONU proyectan que "30 países sufrirán carencia de agua en
los próximos 15 años, de los cuales 18 se encuentran en el Medio-Oriente y
Noráfrica" (Reuters, 20/3/11).
Ante la penuria estructural del agua no existe satrapía, monarquía,
plutocracia o democracia que evite una revuelta y/o revolución.Fuente, vìa :
http://www.iarnoticias.com/2011/noticias/medio_oriente/0030_ajr_siria_agua_27mar2011.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario