La Revolución cumple 100 de años de iniciada después de dejar un
millón de muertos, se ha desplazado del campo a la urbe. No porque la
ciudad llame, sino porque el campo expulsa. En la misma forma que hace
un siglo,
el hambrede las mayorías sigue presente. Esa
hambrede la que da cuenta nuestro periódico el domingo pasado, en un espléndido reportaje de Gabriela Romero.
Dos de cada tres capitalinos viven en zonas marginadas, es decir, carecen de servicios e infraestructura, como luz, transporte, drenaje, agua potable y empleo. Según el secretario de Desarrollo Social local, en la ciudad de México, existen 550 colonias de alta y muy alta marginación, en las que se concentra 37,1 por ciento de la población: 3.160.000 personas de un total de 8.500.000 habitantes, todo esto sin considerar la zona conurbana con el estado de México, que involucra Ciudad Nezahualcóyotl, Chimalhuacán, Ecatepec, etcétera. Franja que se une en la zona oriente a Iztapalapa, Iztacalco, Tláhuac, Xochimilco, Milpa Alta, y partes de Tlalpan, Magdalena Contreras y Álvaro Obregón, y la Gustavo A. Madero, de población mayoritariamente emigrante del campo, según diversas investigaciones.
Revolución
que pese a sus innegables avances dejó muerte y crueldad, vivir oscuro,
sin deseos, sólo angustia y desesperación. Sin que nadie pareciera
percatarse de nada.
La emigración de un escenario rural a uno
urbano demandó del campesino excesiva carga de ajuste emocional al
emigrar. Ajustes que involucran ansiedades que no pueden ser elaborados
por el campesino, lo que lo llevó a presentar diversos tipos de
enfermedades. Ejemplo de esto es la habitación que varía del campo a la
ciudad y que entre otros factores parece afectar la conducta
contribuyendo la perdida del campo y la adaptación al nuevo entorno.
Son
múltiples los intentos de los estudiosos de relacionar la personalidad
inadecuada –limítrofe– y sus secuelas conductuales, al explicar las
diferentes reacciones de individuos con antecedentes similares. La
habitación del campesino en la ciudad, en hacinamiento, va a frenar las
capacidades de diferenciación y aceptación de límites en muchas de las
actividades del ser humano: vida sexual, social, familiar, capacidad de
pudor y recato, y freno del desarrollo de los procesos del pensamiento.
El hogar promiscuo de las zonas marginales carece, como se mencionaba, de luz, drenaje, agua potable, etcétera.
Otros
factores de angustia son el aislamiento social y el espacio inadecuado
(ruido, olores fétidos, falta de parques, etcétera). Hemos sugerido que
cualquier ambiente que tienda a aislar a un individuo de otros ocasiona
angustia con notables cambios de personalidad. La cantidad de espacio
por persona y la forma en que se dispone del mismo para promover o
interferir con la privacidad han sido relacionadas con la angustia.
Existen suficientes datos que señalan el aislamiento y la promiscuidad
entre los factores clave que acompañan a las familias que emigran del
campo.
Todo esto condiciona un desafío al sentido de
individualidad, debido a que el niño sólo ocasionalmente se encuentra
solo y no puede aprender a verse a sí mismo para buscar satisfacciones
de la vida. Lo segundo es el atentado a las ilusiones que de otras
personas tiene el niño; el hacinamiento provoca inevitables contactos
con las debilidades y perversiones de los adultos, por lo que al niño se
le hace difícil identificarse con padres ideales. El tercero es
cualquier alusión acerca del sexo; el hacinamiento hace que el aspecto
físico de la vida sexual sea preponderadamente conceptual como expresión
de relaciones interpersonales.
Como cuarta consecuencia, la
dificultad para el conocimiento objetivo del mundo y sus problemas, con
la imposibilidad de ver personas significativas. Todo esto condiciona un
ser gregario, asustado, devaluado, confundido, buscador de estimulación
externa, interesado poco en logros, una actitud cínica frente a la
gente, las organizaciones y el gobierno. Una vida sexual expresada como
aspecto físico más que como elemento de relación vinculado a lo
anterior, donde se hallan fuertes componentes de frustración, pivotes
para la expresión de contenidos agresivos incontrolables. En suma, la
Revolución sigue camino del campo a las ciudades.
Un no sé qué
“ahí donde el soplo vital se extingue lentamente". Después de mirar el
conjunto sobrecogedor del cuadro anterior, resulta imposible reproducir
con palabras lo visto y sentido, y menos aún describir la desesperanza.
Sólo tímidos balbuceos, emociones sin posible conexión con las ideas que
chocan con las desgarradoras imágenes que nos impactan y paralizan la
razón debido al sentimiento que provocan. La impresión de la crueldad
anticipatoria de la muerte y la desesperanza acechando comunidades tanto
en la capital como en la provincia, es aterradora.
Vìa : http://www.rebelion.org/noticia.php?id=117065
No hay comentarios:
Publicar un comentario