Las acciones judiciales
iniciadas por la Comisión de Valores de EE.UU. contra el banco de
inversiones Goldman Sachs, pone al desnudo la concertación de grandes
intereses económicos en el desarrollo de sofisticados instrumentos
especulativos que fueron un factor impulsor de la mayor crisis
financiera de la historia y de la Gran Recesión. Las repercusiones de
su actividad fue global, conduciendo a autoridades inglesas a germanas a
sumarse a las acciones de esclarecimiento o a iniciar también
procedimientos judiciales. Goldman Sachs ha sido partícipe destacado en
todas las burbujas financieras producidas en las últimas cinco
décadas. Sus altos ejecutivos frecuentemente han pasado a ocupar altas
funciones en la Casa Blanca. Lo acontecido confirma, además, que la
crisis financiera aún no ha sido superada y que ha existido lenidad en
las autoridades de las grandes economías, así como del G20, para
establecer regulaciones básicas si no se quiere sufrir a futuro
experiencias similares.
Mientras las autoridades de los países
sedes de las principales entidades financieras discuten largamente
mecanismos de regulación, la opinión pública mundial conoce de
operaciones fraudulentas efectuadas por bancos y fondos de inversión.
La Comisión de Valores de EE.UU. (SEC, por su sigla en inglés) inició
acciones judiciales en contra de Goldman Sachs, el más poderoso banco de
inversiones norteamericano, por no incluir en la información a los
clientes que un sofisticado producto, denominado Abacus 2007 – AC1
colocado masivamente por la institución bancaria en el mercado,
sosteniendo que “un fondo de alto riesgo, Paulson & Co, con
intereses económicas totalmente contrarios a los suyos, jugó un papel
importante al seleccionar los activos de su cartera”. Se trata de la
misma institución que se encuentra cuestionada por su participación en
operaciones que encubrían la deuda fiscal griega.
Abacus fue uno de los instrumentos
financieros, como es de suponer, de peor desempeño durante la crisis.
El documento de la SEC establece que el 83% de los valores hipotecarios
que lo conformaban habían sido ya rebajados en octubre de 2007. En
noviembre del mismo año la calificadora de riesgo Moody’s los colocó en
el listado de bonos “basura”. Sin embargo, en la etapa que Abacus era
promovido para su colocación, la misma agencia, así como Standard &
Poor’s, le otorgaron la calificación más alta: Triple A. Las
calificadoras son responsables, por tanto, de lo sucedido y
conscientemente o por la debilidad de sus análisis contribuyeron al
fraude.
En otras palabras, el fondo de inversión
seleccionaba los productos, con un componente tóxico significativo, que
Goldman Sachs recomendaba su adquisición, mientras Paulson & Co
efectuaba apuestas a que esos títulos se derrumbarían, estafándose así a
los adquirentes al tratarse de hipotecas basura. Los clientes de
Goldman Sachs, al menos, perdieron US$1.000 millones, parte importante
de esa suma se tradujo en ganancias del fondo de alto riesgo, que
canceló según las denuncias de la SEC unos US$15 millones a Goldman
Sachs por sus servicios que consistieron en conseguir dos contrapartes,
ACA aseguradora de bonos que perdió US$950 millones y el banco Alemán
IKB. Las ventas fueron efectuadas en un momento en que el sector
inmobiliario norteamericano estaba comenzando a derrumbarse. Fueron
realizadas sabiéndose por los colocadores que ello ocurriría.
Desde luego, Goldman Sachs no se
limitaba a actuar cobrando a fondos de inversión por sus gestiones, sino
que participaba activamente en las operaciones especulativas. Correos
electrónicos de sus altos ejecutivos, dados a conocer por el presidente
del comité de Investigaciones del Senado estadounidense Carl Levin lo
confirman, los cuales demuestran –manifestó el parlamentario- que “los
bancos de inversión como Goldman Sachs eran los primeros interesados en
promocionar el riesgo y complicar estructuras financieras que
alimentaron la crisis” (25/04/10).
El consejero delegado de Goldman, Lloyd
Blankfein, en los correos divulgados, constata que en un primer momento
experimentaron perdidas con el derrumbe de la burbuja inmobiliaria, pero
rápidamente cambiaron su política de inversión y lo hicieron a partir
del supuesto que el mercado se derrumbaría. “Parece –se presume en
otros de los documentos- que vamos a hacer bastante dinero”
(25/04/10). Así fue, ganarían de una gigantesca crisis financiera que
contribuyeron poderosamente a promover.
Los manejos especulativos durante la
crisis adquieren así una nueva dimensión. Ya no sólo se trata de que
Goldman Sachs y otras instituciones bancarias “prestigiosas” colocaron
en el mercado valores tóxicos y que había quienes apostaban a la pérdida
de valor de estos títulos. La SEC con su investigación saca a luz que
la creación y venta de esos títulos malos se efectuó conscientemente
para que clientes suyos obtuvieran ganancias al apostar en contra de
ellos, recibiendo pagos por sus servicios.
Mientras tanto, fruto de su accionar en
los mercados, Goldman Sachs sigue obteniendo resultados cada vez
mejores. En el primer trimestre los duplicó, llevándolos a US$3.460
millones, dejando en reserva US$5.500 millones para premiar a sus
funcionarios, suma un 17% superior al año anterior.
En 1993 los economistas George Akerlof y
Paul Romer –recuerda Paul Krugman- escribieron un trabajo con el
título de “Saquear: el hampa económico de la bancarrota con ánimo de
lucro” en que concluían que muchas de las pérdidas producidas durante la
crisis de las cajas de ahorro en el gobierno de Reagan fueron
consecuencia de un fraude deliberado. Este proceder volvió a darse
durante la gran crisis financiera de la primera década del siglo XXI,
No son la causa de la crisis, pero la profundizaron, generando con su
accionar al mismo tiempo grandes pérdidas de muchos y gigantescas
ganancias de unos pocos.
Un artículo publicado en la revista
Rolling Stone, citado por el analista español Joaquín Estefanía, escrito
por Mark Taibbi detalla el activo papel desempeñado por Goldman Sachs
en todas las burbujas especulativas registradas en EE.UU. durante las
últimas cinco décadas, siempre con jugosos resultados. Sin duda directa
o indirectamente contribuyó a ello sus estrechos vínculos con la Casa
Blanca. Robert Rubin y Harry Paulson, respectivamente secretarios del
Tesoro de Bill Clinton y George Busch, antes de asumir fueron destacados
ejecutivos de Goldman Sachs. Durante la gestión de Paulson al frente
de la secretaría del Tesoro en el período más agudo de la crisis
financiera se materializaron millonarios rescates a instituciones en
dificultades. Para Mark Taibbi, Goldman Sachs es “un gigantesco
calamar vampiro que envuelve a la humanidad y succiona sin piedad donde
quiera que encuentre algo de dinero” (19/04/10).
Goldman es el segundo mayor
contribuyente empresarial en las elecciones, de acuerdo a cifras del
Centre for Responsive Politics, que las proporcionan tanto a demócratas
como republicanos. El propio Obama recaudó del banco US$1 millón
durante su campaña presidencial.
Las acciones especulativas
repercutieron, en un mercado de capitales globalizado, rápidamente en
diferentes países. Por ello, el primer ministro británico, Gordon
Brown, expresó su interés que el organismo de supervisión de la City
londinense, la Autoridad de Servicios Financieros, colabore de
“inmediato” con la SEC. Debe investigarse por ejemplo que incidencia
tuvieron este tipo de operaciones en el colapso del Royal Bank of
Scotland (RBS). En Alemania, su gobierno expresó que se reservaba el
derecho de iniciar acciones jurídicas en contra de Goldman Sachs por
sospechas de fraude. El banco semipúblico germano IKB debió ser
rescatado de una inminente quiebra, luego de perder en la operación
fraudulenta de Goldman Sachs y Paulson & Co. casi la totalidad de
los US$150 millones invertidos, que obviamente estaban destinados
también a operaciones especulativas. Su máximo ejecutivo en ese
momento, Stefan Ortseifen, en marzo fue procesado en Alemania.
Desde luego, la responsabilidad no se
reduce a Goldman Sachs entre las instituciones bancarias. También
“entre las firmas que estructuraron instrumentos hipotecarios que pronto
perdieron la mayor parte de su valor figuran –señaló The Wall Street
Journal- Deutsche Bank AG, UBS AG y Merril Lynch & Co., que ahora
está en manos de Bank of America Corp. Robert Khuzami, director de
aplicación de normas de la SEC –agregó la información-, afirmó (…) que
la agencia analizará con detenimiento acuerdos similares a los de
Goldman Sachs por otras firmas de Wall Street (…)” (19/04/10). El
estrepitoso derrumbe de American International Group (AIG) fue
precipitada por estas acciones especulativas. La mayor aseguradora
mundial emitió documentos dando cobertura a este tipo de operaciones.
Finalmente debió ser rescatada por el gobierno estadounidense.
John Paulson en sus apuestas a la caída
de productos apoyados en hipotecas ganó entre 2007 y 2009 US$8.000
millones. Fue uno de los grandes beneficiados de la crisis financiera, a
costa en buena parte de quienes adquirían los títulos recomendados por
bancos, entre ellos Goldman Sachs. En 2007, cuando estalló la crisis se
embolsó en US$3.700 millones, cantidades superiores a la obtenida en un
lapso similar por George Soros. Su fondo de inversión fue creado en
1994 con una inversión de US$2 millones y muy pocos empleados. En los
inicios de 2010 maneja activos de más o menos US$36.000 millones.
“Para que su estrategia tuviera éxito
–comentó El País-, debía dar con el vehículo de inversión adecuado. Así
fue llamando una a una a la puerta de las grandes firmas de Wall
Street, como Goldman Sachs o Deutsche Bank, los grandes empaquetadores
de deuda. “Esencialmente Goldman –agregó el reportaje- creó un paquete a
base de hipotecas subprime (…). El banco permitió que Paulson eligiera
las hipotecas que iban a perder valor. Goldman ayudó después al hedge
fund (fondo de alto riesgo) a apostar contra esa cesta. Era como
vender un coche sabiendo que tendría un accidente, porque sus frenos
estaban rotos” (18/04/10).
Frente a estos manejos, el Senado
norteamericano discute un proyecto de ley de regulación financiera que
está muy distante de las necesidades. La “regla Volcker” anunciada a
comienzos de año por Obama como el paso a dar quedó rápidamente en el
olvido1. “(…) lo que la legislación necesita –escribió Paul Krugman-
son normas explícitas, reglas que obliguen a actuar incluso a
reguladores que no estén especialmente deseosos de hacer su trabajo.
(…) debería haber un nivel máximo establecido de apalancamiento
permitido. Debería haber normas estrictas que establezcan cuando tienen
los reguladores que embargar una empresa financiera con problemas.
Debería haber normas inflexibles que exijan que los derivados
financieros complejos se comercialicen de forma transparente. Sé que
lograr introducir esos elementos en el proyecto de ley –agregó Krugman-
será difícil desde el punto de vista político (…). Pero yo instaría a
los dirigentes del Senado y al gobierno de Obama a que no se conformen
con un proyecto de ley débil con tal de poder afirmar que han aprobado
una reforma financiera. Necesitamos una reforma con buenas
posibilidades de funcionar de verdad” (18/04/10).
Wall Street, lo que facilitó acciones
como la de Goldman Sachs y Paulson & Co., apuesta a un bajo nivel
de regulaciones. El asesor económico de Obama, Lawrence Summers,
denunció en Davos que en el Congreso estadounidense hay tres lobistas
por cada parlamentario, cobrando desde luego porque no se establezcan
normas efectivas de regulación. “La principal moraleja que deberíamos
extraer de las acusaciones contra Goldman –concluye Krugman- tiene que
ver con la necesidad urgente de cambiar Wall Street. Porque el hecho es
que gran parte del sector financiero se ha convertido en un chanchullo,
un juego en el que un puñado de personas recibe sueldos espléndidos por
engañar y explotar a consumidores e inversores y si no aplicamos mano
dura contra estas prácticas, los chanchullos seguirán” (20/01/10). Son
robos con “guante blanco”.
Obama busca utilizar la amplia
divulgación sobre el fraude, para sin opinar directamente sobre el
mismo, impulsar en el Congreso la reforma bancaria, demandando que las
instituciones financiera paguen por sus actos. A la fecha, un año y
medio después de la quiebra de Lehman Brothers, el sistema financiero
sigue regido por las mismas normas que condujeron a la mayor crisis
financiera global de la historia y a la Gran Recesión. Ahora bien se
trata de lograr una reforma que termine definitivamente con estos
manejos. ¿Se conseguirá?
Lo acontecido conduce a la conclusión
–como lo demuestra también Grecia- que la crisis financiera no está
concluida y Wall Street, junto con los más poderosos sectores
financieros de otros grandes países, se movilizan para que no se
establezcan las disposiciones regulatorias que se precisan
urgentemente. “El crash financiero no estará superado hasta que Wall
Street reconozca su responsabilidad –editorializó El País-; y la mejor
prueba de ese reconocimiento consiste en ampliar una nueva regulación
bancaria global” (20/04/10). Frente a este desafío, como en otros, el
G20 actúa con irritante lentitud.
El Informe de Estabilidad Financiera
entregado en la asamblea semestral del FMI llega a una conclusión
similar. Constata que la desregulación bancaria es la causa principal
de la Gran Recesión y que los pasos dados para superarla son escasos,
llamando la atención que “debería progresar expeditamente”, lo cual no
ha sucedido.
fuente, vìa:
http://www.elciudadano.cl/2010/05/23/el-hampa-de-grandes-bancos-en-accion/
http://www.elciudadano.cl/2010/05/23/el-hampa-de-grandes-bancos-en-accion/
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