EN ENERO DEL presente año escribí un artículo
titulado “Se nos puso ‘socialista’ don Sebastián” -publicado por varios
medios electrónicos-, recibiendo las más estentóreas descalificaciones
provenientes de sectores derechistas, a la sazón en plena carrera de
segunda vuelta presidencial (*: el artículo de marras puede
leerse pinchando el link que se encuentra al pie del presente
documento).
Ahora que don Sebastián explicitó
ante el país su primera cuenta gubernativa, los peores temores de una
potencial administración ‘socialistoide’ comenzaron a inundar los
cerebros beatos de muchos miembros de la UDI, quienes tuvieron que hacer
de tripas corazón para no mostrar ante las cámaras aquellos disgustos y
pataletas que hubieran deseado expresar ante los anuncios hechos por su
ex abanderado.
Salario ético, adiós al 7% que
los jubilados y pensionados deben cancelar por asuntos de salud (lo que
fue legislado ya hace muchos años en beneficio de las licencias médicas,
mismas que, por cierto, ningún jubilado puede utilizar tanto legal como
racionalmente), aumento de impuestos a la gran empresa, respeto a la
sindicalización, y otras promesas oficiales parecidas a las señaladas,
hicieron arriscar narices y mover hombros de forma incómoda a varios
políticos, tanto de la Alianza por Chile como de la Concertación.
Unos (Concertación) por considerar que tales anuncios
eran populistas y que, más allá de toda duda, fueron birlados del
“Libro de Petete” que se redactó en el 2º piso de La Moneda desde 1990 a
la fecha, el cual contiene los mil y un proyectos jamás enviados al
Congreso ni nunca consensuados por las tiendas concertacionistas para
legislar a favor de la gente, del pueblo, de la chusma, de la gallá, del
obreraje, de la rotá, del perraje, etc.
“Nos
robaron el populismo”, cacareó un diputado socialista no bien Piñera
terminó de entregar su cuenta pública en Valparaíso. Y esa misma
sensación invadió a todos los dirigentes de la chuchumeca y vapuleada
Concerta (aunque muchos prefirieron guardar silencio, inteligentemente, a
objeto de que no se les acusara de ‘populistas’ al reconocer ser los
dueños de las ¿nuevas? ideas de Piñera).
Otros
(los de la Alianza, en especial los de la UDI) aún no logran reponerse
del intenso soponcio que los estragó ya a medio discurso, pues cada
quince o veinte líneas de avance en la lectura Piñera dejaba caer una
pretensión bastante “rosadita” en lo político, y con trazas de
incrementar el color hasta alcanzar el rojo rábano (producto agrícola
que por siempre ha identificado a los comunistas: rojo por fuera,
blanquito por dentro).
Y si los talibanes beatos de la UDI (léase Moreira, Coloma, Novoa, Kast, Longueira, Chadwick, Bauer, etc.) nada han reclamado hasta ahora, se debe –simple y llanamente- a que todo lo anterior se inscribe en una especie de “progrom” conservador económico-social para afianzar las depredaciones que desea seguir cometiendo el neoliberalismo.
Y si los talibanes beatos de la UDI (léase Moreira, Coloma, Novoa, Kast, Longueira, Chadwick, Bauer, etc.) nada han reclamado hasta ahora, se debe –simple y llanamente- a que todo lo anterior se inscribe en una especie de “progrom” conservador económico-social para afianzar las depredaciones que desea seguir cometiendo el neoliberalismo.
Es con ese
objetivo que al igual que el derrocado Zelaya hizo en Honduras (aunque
este actuó con honestidad y no con doble propósito),el especulador
financiero que gobierna Chile, Sebastián Piñera, comenzó a transitar la
misma vía que incendió los ánimos de las empresas transnacionales y del
ultra conservadurismo pro yanqui en la aherrojada Honduras. Pero, toda
esta argamasa populista tiene el fuerte aroma de una mascarada de la
derecha, tras la cual se esconde el salvajismo de un renovado programa
neoliberal que se fraguó en Casa Piedra y en el grupo Tantauco, dirigido
a ‘desmalezar’ legalmente el país para dejar campo abierto a la
inversión extranjera en las áreas que hasta hoy siguen en alguna medida
bajo propiedad y protección estatal, como es el caso de la Educación y
la Salud.
Si esto último no obedece a la
realidad, entonces podríamos tener un mandatario próximamente acorralado
por algunas de las fuerzas que ayer le apoyaron y le condujeron hasta
La Moneda…vale decir, un nuevo Zelaya que, en el caso chileno, no
contaría con apoyo alguno por parte de los sectores de izquierda, y en
cuanto a la corrupta Concertación seguramente habría en su favor (o en
defensa de la ‘democracia’) tres océanos de declaraciones, pero con un
milímetro de profundidad y cero gramo de peso específico real.
Obviamente, lo anterior parece distar kilométricamente
de la realidad que los chilenos observamos y vivimos a diario. Además,
Piñera presenta muchos flancos débiles si intentase desafiar al ultra
conservadurismo de sus aliados, ya que todas las pertenencias económicas
y financieras del actual gobernante -no muy bien habidas como todos
sabemos- podrían ser presas fáciles para cualquier nueva administración
derechista que se hiciera cargo de las riendas del país con el apoyo de
Washington. Comparadas con la fortuna actual de Piñera, las pérdidas
económicas de Zelaya resultan ser un cuesco de ciruela. Para nuestro
Tatán el riesgo es demasiado alto, y las pérdidas serían insoportables.
Por ello me juego el todo por el todo apostando a que
el discurso de Piñera y sus últimas medidas populistas son una
mascarada con la que procura marear al políticamente ingenuo pueblo
chileno, dejarlo semidormido y luego dar el golpe de gracia imponiendo
un programa neoliberal salvaje que, en corto tiempo, transformaría al
país en una zona sin identidad, perteneciente cien por ciento a
intereses foráneos asociados con los gatopardos criollos, entre los
cuales Piñera lleva la corona.
De ese modo, la
respuesta a la interrogante planteada en el título de este artículo bien
puede tener un nombre, Sebastián Piñera, quien sería Zelaya y
Micheletti de sí mismo. La duda es razonable, y yo tengo derecho a ella.
(*)http://www.generacion80.cl/noticias/columna_completa.php?varid=6 980
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