1.
En el libro que John Holloway escribió hace 10 años: “Cambiar el mundo
sin tomar el poder”, señaló: “Imaginemos un mundo sin políticos, un
mundo sin sus amigos capitalistas, un mundo sin Estado, un mundo sin
capital, un mundo sin poder”. Me lo imagino maravilloso, justo,
igualitario, autogestivo y, por eso mismo –tengo la convicción- debemos
luchar por él como objetivo vital. Pero la pregunta que de manera
inmediata salta a la vista: ¿Cómo hacerlo? El analista no es inexperto o
superficial; al contrario, ha sido un estudioso y activista preocupado
de las transformaciones y avances económico/políticos en el mundo,
aunque tampoco su carácter de “científico” obliga a nadie a creer en la
razón de la ciencia; lo que me hace recordar a Nico Berti sobre
“Anticipaciones anarquistas sobre los nuevos patrones” (Vuelta 8)
2.
El escritor Holloway parece tener razón: por donde quiera que pensemos y
veamos siempre nos encontramos a Estados, partidos y políticos
autocalificándose como “justos”, incluso “igualitarios”, cuando al mismo
tiempo –con los mismos métodos- explotan y oprimen a sus pueblos. Con
procesos revolucionarios armados, pacíficos reformistas o electorales
suelen asumir el poder, pero adoptan las mismas formas de dominación
después de constituirse en Estado, en gobierno, en clase dominante. ¿Es
que, como han subrayado los anarquistas: cualquier poder –así sea “el
más democrático”- busca formas distintas de explotar y dominar teniendo
como único objetivo la ganancia? Y Holloway parece haber revisado las
diferentes formas de gobierno y visto se repiten las mismas formas.
3.
En México –precisamente en estos días- vivimos la lucha de ciudadanos,
estudiantes, gente socialdemócrata y de izquierda contra la imposición
de un presidente de la República por un monopolio televisivo (Televisa) y
un partido político de derecha (el PRI) ¿Es simplemente –como diría
Holloway- “un pleito electoral entre dos sectores de la burguesía?. Sin
embargo un porcentaje muy alto de la población (y esto es los más
importante) está atento en el problema porque el PRI y López Obrador
representan proyectos un tanto diferentes y el resultado puede
significar un proceso interesante de movilización. ¿Qué tiene que ver
esta lucha con el socialismo y la igualdad si los dos pertenecen al
marco capitalista? La realidad es que muy poco, pero la movilización a
que llevan sí tiene que ver con la lucha por la igualdad.
4.
Si los malditos jueces o funcionarios electorales del IFE o TRIFE
–mantenidos con los más altos salarios pagados por el Estado- deciden
reconocer a Enrique Peña Nieto, estarán cumpliendo con el poder; estarán
diciendo que las 100 mil y un pruebas de compra de votos presentadas
por el lópezobradorismo, así como la aparición de caminos políticos
violentos que podrían surgir, les vale un carajo; que en México –aunque
hayan millones de protestas- continuará el gobierno al servicio del gran
capital. Peña Nieto, como demostración de su agradecimiento, pondrá
todo su gobierno al servicio de la privatización de PEMEX, de la
electricidad, de los intereses de Televisa, se reformará la ley del
Trabajo y la ley Fiscal, así como se aprobará el IVA en alimentos y
medicinas. Peña se ha comprometido con ello y con mucho más.
5.
Si por el contrario los jueces asumen su responsabilidad, deciden ser
honestos y reconocen que las pruebas son abrumadoras, reales, y luego
ordenan que se nombre un presidente interino que convoque a nuevas
elecciones, por primera vez se vería un comportamiento honesto de
funcionarios y hasta merecerían un aplauso. Como resultado de ello las
movilizaciones crecerían, México se prepararía mejor y después de 80
años se removerían algunas cosas política importantes. ¿Sería el
socialismo y la igualdad? Nada, absolutamente nada de eso, pero habrían
oportunidades para crear espacios políticos que den continuidad a la
organización y la movilización. Lo demás sería responsabilidad de la
izquierda de seguir independiente, no dejarse engañar con un plato de
lentejas o con un cargo funcionaril.
6.
El análisis del profesor Holloway partió de la realidad mexicana pero
también de muchos otros países; coincide en parte con los anarquistas
que plantean que los procesos electorales, parlamentarios, los cambios
reformistas, incluso las revoluciones violentas, de nada sirven si la
población sigue al margen de la participación política, si no se
interesa por exigir y vigilar a los gobernantes. Señalan los libertarios
que más temprano que tarde una nueva burocracia aparecerá en el proceso
y se adueñará del poder. Y no es por “maldad original del hombre” o
porque “así está destinado”, sino porque los países más poderosos y los
demás siguen viviendo bajo la dominación imperial capitalista, es decir,
que los pueblos se liberarán en bloque porque de uno en uno serán
aplastados. Y este es el quid del asunto.
7.
¿Puede construirse el socialismo igualitario en un solo país o una
docena de países si el capitalismo y los países imperiales (EEUU, China,
Alemania, Japón) siguen siendo poderosos? Los stalinistas decían que
sí, pero nada pudieron hacer por el socialismo en la llamada Unión
Soviética y demás países (unos 12) que estaban dentro de su órbita. Marx
aconsejaba hace 150 años de la revolución “ininterrumpida” y Trotsky
hace 80 años la revolución “permanente” en tanto el capitalismo sigue
saqueando y destruyendo el mundo. Pero, ¿cómo será esa rebelión
anticapitalista que terminará enterrando la explotación, la opresión y
la desigualdad que durante milenios ha mantenido a la mayoría de la
población en la miseria? Será cuando los pueblos –en proceso de acciones
ininterrumpidas- decidan coordinar sus luchas y cuando los
imperialistas y capitalistas no puedan ya mantener su dominio.
8.
Por eso las batallas de Chávez, Morales, Castro y otros que hablan de
socialismo del siglo XXI, buscando alternativas no capitalistas, son
ensayos importantes que deben impulsar a los pueblos a mayor
participación política. Aunque como dice Holloway “no puede construirse
una sociedad de relaciones de no poder por medio de la conquista del
poder porque una vez que se adopta la lógica del poder, la lucha contra
el poder hay está perdida”, dado que no hay recetas, en las condiciones
actuales de avance de las ideas, el movimiento de masas antipoder, por
la horizontalidad, contra el dirigismo, puede crear un significado
distinto. Y el autor del libro lo sabe a perfección: los movimientos de
masas son capaces de despojarse del liderismo falso y manipulador,
aunque para ello tengan que pasar muchos años de educación política para
extirparlos.
9.
Las batallas del lópezobradorismo en México –con excepción de las de la
CNTE- han sido numerosas pero casi solitarias. Los grandes movimientos
de masas son extremadamente pocos a pesar de la presencia de
organizaciones combativas como la APPO, el EZLN, los electricistas y
otras más pequeñas que pocas veces han salido a la calle. Los
estudiantes del Yo soy 132 -que apenas llevan tres meses de actividades-
nos han enseñado que para avanzar es necesario tener en constante
actividad a la gente. Solamente si la población es capaz de gestionar y
dirigir directamente sus procesos se puede construir una sociedad
igualitaria y libertaria. De lo contrario tendrán que pasar otros 50
años para medir si la gente está madura para autogobernarse sin Estado,
partidos y líderes. (10/VIII/12)
Pedro Echeverría V.
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