Las afectadas acusan presiones para firmar sus finiquitos y se
quejan del trato que recibieron de entidades que promueven los derechos
de personas vulnerables.
El programa “Servicios Comunitarios”
era uno de los planes sociales estrella de los gobiernos de la
Concertación. Administrado por la Fundación para la Superación de la
Pobreza, que se asoció con entidades como el Hogar de Cristo para
proveer empleos para mujeres, terminó de mala manera. El actual gobierno
suprimió los fondos y la Fundación demandó a las trabajadoras
embarazadas para pedir su desafuero, porque se quedó sin recursos. Las
afectadas acusan presiones para firmar sus finiquitos y se quejan del
trato que recibieron de entidades que promueven los derechos de personas
vulnerables. De 16 causas que llegaron a tribunales, sólo un juez falló
a favor de la trabajadora.
En 2009 el programa de capacitación y
empleo “Servicios Comunitarios” fue tan bien evaluado por la Dirección
de Presupuesto del Ministerio de Hacienda que quedó entre los diez
mejores planes sociales del gobierno. Se alababa su alto impacto en
comunidades vulnerables por la exitosa reinserción laboral de mujeres
desempleadas, las que eran capacitadas en un oficio que podían
desempeñar en sus propios barrios. Las mujeres eran contratadas a plazo
fijo, por un semestre, con fondos gubernamentales. En ese período
aprendían a cuidar ancianos, adultos discapacitados y niños, entre otros
oficios.
Dos años después, en 2011, el programa
se cerró. Y lo que en su minuto fue una “joya” de los planes sociales,
terminó involucrando a prestigiadas instituciones que promueven los
derechos de personas vulnerables -como la Fundación para la Superación
de la Pobreza y el Hogar de Cristo- en denuncias por despidos de
trabajadoras embarazadas.
El programa “Servicios Comunitarios” llegó
a tener casi 12 mil contrataciones con una cobertura que abarcaba 33
comunas en las regiones Metropolitana, del Bio bío y Valparaíso. Para
ejecutar el plan, la Subsecretaría del Trabajo destinaba fondos que eran
entregados a la Fundación para la Superación de la Pobreza (FSP), la
que generaba los puestos de trabajo en los que eran capacitadas las
mujeres. Una fórmula probada en países como España y Francia.En 2009 esos fondos sumaron $2.205 millones, según cifras difundidas por la FSP.
Con los dineros aportados por la
subsecretaría, la FSP pagaba los sueldos de las trabajadoras, las que
accedían a puestos de empleo que duraban seis meses -con uno de
capacitación- abiertos por instituciones asociadas a la Fundación, como
el Hogar de Cristo, el Centro de Profesionales Para la Acción
Comunitaria (Ceppac), el Servicio para el Desarrollo de los Jóvenes
(Sedej), el Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación
(PIIE), el Servicio de Salud de Talcahuano y la Municipalidad de
Peñalolén, entre otras entidades. Las trabajadoras cumplían turnos de
seis horas de lunes a viernes.
Tras el advenimiento del actual
gobierno, todo se desencajó. En 2010 la Subsecretaría del Trabajo puso
fin al financiamiento del programa y en mayo de 2011 el plan se cerró de
manera definitiva. En esas fechas se cumplió el último ciclo de trabajo
de seis meses y ya no hubo nuevos cupos.
Teóricamente, las últimas trabajadoras
cumplirían su contrato a plazo fijo y el programa sencillamente se
extinguiría. De esa forma, los empleadores no quedarían con obligaciones
laborales pendientes hacia las mujeres. Debía ser un cierre ordenado y
sin sobresaltos. Pero no fue así. A los técnicos del Ministerio del
Trabajo que ordenaron el cierre del programa se les escapó un detalle:
el pago a las trabajadoras embarazadas, protegidas por el fuero
maternal.
DIECISÉIS DEMANDAS
Cuando el programa estaba vigente, si
una trabajadora quedaba embarazada automáticamente se le contrataba en
el ciclo laboral siguiente por otros seis meses, a objeto de respetar su
fuero. Aún así, antes del cierre del plan hubo cinco trabajadoras que
demandaron a la FSP dentro de su período de fuero.
Para las que se embarazaron en el último
grupo, no hubo extensión del empleo. Esto originó 11 causas en la
justicia laboral en las que la FSP demandó a mujeres por desafuero, pues
no aceptaron poner fin al vínculo laboral de manera voluntaria. Sólo
una de las trabajadoras obtuvo un fallo favorable. Otras trabajadoras
embarazadas llegaron a acuerdo con la Fundación y, aunque hicieron la
denuncia en la Inspección del Trabajo, su caso no llegó a tribunales.
En total, fueron 16 las trabajadoras que
enfrentaron procesos judiciales (11 demandadas por la FSP y cinco como
demandantes) a lo largo de todo el programa.
En el mundo de las ONG dedicadas a
atender comunidades vulnerables, el tema fue un escándalo. Nada menos
que instituciones como la Fundación para la Superación de la Pobreza y
el Hogar de Cristo estaban envueltos en juicios por despido de mujeres
que contaban con fuero maternal.
CIPER entrevistó a seis de las mujeres
que trabajaron en el último ciclo del programa y que quedaron
embarazadas. Tres de ellas pidieron la reserva de sus nombres. Las otras
tres son Rosa Pino (25 años), Susana Fuentes (35) y Mirian Navarrete
(40). Todas participaron en programas para el Cuidado del Adulto Mayor
en sus comunas. Rosa lo hizo a través del Hogar de Cristo en San
Bernardo. Susana y Mirian en la comuna de El Bosque, por medio de una
ONG.
De acuerdo con los registros de la
Dirección del Trabajo, al término del último ciclo de contratos, en mayo
de 2011, la mayoría de las mujeres embarazadas dio aviso a esa
repartición. Fueron inspectores de esa institución los que inicialmente
pidieron a la FSP que las reintegrara, debido al fuero maternal que las
protegía. Así se había hecho en los años anteriores, cuando la Fundación
incluía automáticamente a las embarazadas en un nuevo ciclo del
programa. Pero en 2011 la situación fue muy distinta.
PRESIONES PARA FIRMAR
Todas las trabajadoras entrevistadas
recuerdan el programa “Servicios Comunitarios” como una excelente
experiencia, en lo laboral y personal. Pero también coinciden en
calificar como complejo y desafortunado el término de contrato.
-Luego
de la capacitación que duraba un mes con una enfermera, se comenzaba a
trabajar con los viejitos. En diciembre yo quedé embarazada y en enero
di aviso a mi supervisora, la que incluso llamó frente a mí a una
persona de la Fundación. Desde allá le dijeron que no me preocupara, que
me reintegrarían apenas se terminara el programa. Por eso, apenas
terminó el plazo, en marzo, fui a la Inspección del Trabajo -cuenta Rosa
Pino.
En mayo, cuenta, la comenzaron a llamar
desde la FSP para que firmara el finiquito: “Yo lo firmé en la
Fundación, pero muy presionada”, dice. Las presiones que relata fueron
corroboradas por las restantes entrevistadas.
-Me dijeron que no había plata, que
tenía que firmar, que si no lo hacía me iban a demandar y que ellos iban
a ganar igual. Después me llevaron a una notaría en ese mismo momento y
mi papá me dijo por teléfono que no firmara. Así que la firma no sería
legal. Me demandaron. Me desilusioné mucho, porque incluso dijeron que
yo no había avisado. Mintieron en varias cosas. Juan Pablo Díaz, por
ejemplo, el jefe de Remuneraciones (de la FSP), dijo que yo ya no
trabajaba para ellos. Lo bueno es que yo tenía todos los papeles -cuenta
Rosa Pino.
Rosa fue la única que ganó su juicio.
Recibió un dinero de finiquito e indemnización. CIPER constató que hubo
otros casos en que la FSP terminó entregando una suma importante de
dinero, equivalente al periodo de fuero -entre $1,5 millón y dos
millones de pesos-, luego de llegar a un convenio con las trabajadoras.
Pero también se dieron situaciones como la de Susana Fuentes, que sólo
recibió un cheque por $530 mil. Ella afirma que lo aceptó porque se
sintió “presionada” por los llamados que recibió de la Fundación en mayo
y debido a su precaria situación económica:
-Firmé cuando me lo pidieron. Recibí
varias llamadas de la Fundación, como cuatro en una mañana. Ese día
fuimos con la Mirian (Navarrete). Yo necesitaba la plata, no como mi
amiga Mirian, que pudo esperar. Ella se fue a juicio y aunque lo perdió,
recibió otra cantidad mucho mejor. Yo fui al otro día a firmar y
recibir el cheque por $530 mil. La persona que atendía llamó desde ahí a
Juan Pablo Díaz y yo escuché lo que le decía: “Dile que reciba el
cheque, si no vamos a ir a juicio y lo va a perder”. Yo les dije que
podía hacer aseo ahí en la Fundación, que tenía muchos problemas
económicos, que me dieran trabajo. Pero ellos sólo estaban preocupados
de que firmara. No me quedaba otra. Imagínese, con cuatro hijos.
En siete de las causas, las trabajadoras
fueron defendidas por abogados de la Corporación de Asistencia
Judicial, dependiente del Ministerio de Justicia, en tribunales de
Santiago, San Miguel y San Bernardo. Y aunque las defendió la misma
institución, con idénticos casos y argumentos, los resultados fueron
dispares. Rosa Pino dice haber sentido un gran respaldo de su abogado,
Pablo Acuña, que a la postre resultó victorioso. Pero Mirian Navarrete
cuenta que su defensora desde un principio le dijo que este era “un caso
perdido”.
El director de la Corporación de
Asistencia Judicial, Claudio Valdivia, explica que su entidad también
considera un éxito lograr un acuerdo con la contraparte:
-La corporación presta servicios de
asistencia jurídica y judicial gratuita con ciertos criterios de
focalización. En la asistencia jurídica, por ejemplo, la remuneración
(del defendido) no puede sobrepasar los $ 388 mil. Todos los que están
bajo esa cantidad cuentan con nuestra defensa (…). Con respecto a los
resultados, nosotros también consideramos exitoso cuando el juez lleva a
las partes a un acuerdo. Por lo que podríamos decir que el 90% de
nuestras defensas tiene un término exitoso.
Como lo corrobora Valdivia, en general
el procedimiento terminó en un acuerdo. De las 11 demandas por desafuero
interpuestas por la Fundación contra las mujeres y las otras cinco
interpuestas por trabajadoras contra la FSP -por “despido injustificado”
y “cobro por prestaciones”-, en su mayoría los jueces propiciaron el
acuerdo, como se aprecia en los documentos de estas causas que se pueden
revisar en la web del Poder Judicial.
En el caso de Rosa Pino, la única mujer
que ganó su juicio, ella trabajaba para la FSP a través del Hogar de
Cristo. La favoreció una cláusula del convenio entre esa institución y
la FSP (ver recuadro),
que consideraba expresamente la continuidad laboral de las mujeres con
fuero maternal: “En el caso de que existan trabajadoras comunitarias que
se acojan a la condición de fuero maternal, garantizar al momento del
cierre de los servicios la colocación de estas personas en la
institución socia o en su defecto otra institución, en la cual éstas
puedan llevar a cabo las labores para las que originalmente han sido
contratadas”.
RÉPLICA DE LA FUNDACIÓN
Parte de la respuesta oficial de la FPS a
CIPER, dice que el 99% de las trabajadoras eligieron la renuncia
voluntaria: “Los 11 casos de los juicios por desafuero, corresponden a
mujeres que no renunciaron voluntariamente, pues preferían completar el
proceso judicial de desafuero. En esos casos se negociaron sumas
mayores, dado que la Fundación tenía un plazo límite para cargar los
arreglos al programa, con lo cual se optó en los juicios pendientes por
pagar el tiempo restante de fuero e indemnizaciones por término de
contrato cuando había operado un reintegro, por dos o más embarazos
sucesivos”.
La misma respuesta enfatiza el contraste
entre “el cierre exitoso de proceso para 1.400 personas versus las 11
que probablemente manifiestan un malestar contra el trato por parte de
una persona, y que paradójicamente son las que asumieron el litigio.
Creemos que es lo propio de quien cree tener un derecho que va más allá
del que realmente le corresponde”.
Finalmentel la FPS defendió el rol de su
jefe de Remuneraciones, Juan Pablo Díaz: “Durante su trabajo de más de
dos años en el programa, gestionó más de seis mil contratos y
finiquitos, y nunca tuvimos quejas o reclamos en su contra”.
EL FIN DEL PROGRAMA ESTRELLA
En 2004, luego de la mala imagen que
proyectaban los programas pro empleo por irregularidades detectadas en
Lota, Coronel y la Quinta Región, el gobierno de Ricardo Lagos solicitó a
la FSP que ejecutara un programa de inserción laboral con plazos fijos,
que incluyera capacitación y asegurara un posterior impacto en la
comunidad.
El
programa se inició en 2005 y se basó en una propuesta que había
entregado la misma Fundación a los candidatos presidenciales en 1999. El
plan hacía mención a generar “segundos perceptores” de ingresos
familiares, los que en su mayoría solían ser mujeres, y a considerar
trabajos dentro de la comunidad. Ambos factores se presentaban como
importantes gatilladores de “empleabilidad”.
-Pensábamos, entre muchas otras cosas,
cómo lograr que personas discapacitadas, como los ancianos, por ejemplo,
pudieran salir a tomarse un café, vivir algo distinto -dice Leonardo
Moreno, director de la FSP.
En su última evaluación, hecha en 2009,
se estableció que “Servicios Comunitarios” generaba condiciones
efectivas de “empleabilidad” a través del desarrollo de un trabajo
remunerado y la continuidad de estudios. Con una tasa de inserción
laboral post-egreso de un 54% era un programa altamente apreciado por su
impacto en el entorno y el posterior desarrollo laboral de las
beneficiadas.
Sus objetivos eran, entre otros,
entregar servicios de calidad, propender a la “empleabilidad”,
complementar políticas públicas y fomentar la responsabilidad social y
vocación de servicio público de los profesionales jóvenes de Servicio
País, los que supervisaban, apoyaban y dirigían los trabajos,
estableciendo reuniones semanales con las contratadas.
Para Verónica Monroy, directora social
del Hogar de Cristo, el programa representaba una oportunidad de
desarrollo por el impacto en la calidad de vida que los beneficiados
experimentaban:
-La evaluación que tenemos es muy buena.
La Fundación necesitaba lugares, destinos laborales, donde poder ubicar
a las trabajadoras comunitarias y para el Hogar de Cristo fue un apoyo,
un aporte muy importante. Además, estaba la asesoría del Servicio País,
muy técnica, que se instalaba dentro de nuestra organización,
fomentando metas como el hábito laboral o los horarios en las
trabajadoras.
CONCURSO Y PRECIO
Con el ascenso de la Alianza al
gobierno, las políticas de programas sociales fueron rebarajadas. Bajo
el espíritu de profundizar la transparencia en el uso de lo recursos, la
“concursabilidad” se convirtió en el principal eje para la elección de
los programas que se aplicarían. Así, “Servicios Comunitarios”, que
antes era “un caballito de batalla” por sus resultados, ahora sólo tenía
la posibilidad de concursar a un fondo junto a otras instituciones.
Una fuente del Ministerio del Trabajo
señaló a CIPER que, en ese contexto, el criterio imperante para elegir
los programas fue “el precio”. Un programa caro, como “Servicios
Comunitarios”, no fue privilegiado en la nueva política pública. La idea
era bajar los costos, explicó el mismo funcionario.
A fines de diciembre pasado CIPER
solicitó una respuesta del subsecretario de Trabajo, Bruno Baranda, para
que explicara las razones del término de un programa social ranqueado
entre los diez mejores por la Dirección de Presupuesto. También para que
indicara cómo abordó el gobierno el problema de las demandas contra
mujeres embarazadas por el cierre de un programa que financiaba su
cartera. Baranda no concedió la entrevista. Tampoco lo hizo la ministra
Evelyn Matthei, a quien se le solicitó en esas mismas fechas.
De manera informal, un funcionario que
tramitó las solicitudes de CIPER dijo que las acciones ejercidas por un
privado (en este caso, la Fundación) una vez que ha recibido los dineros
del ministerio, son de su responsabilidad y no de la cartera. Agregó
que si había un acuerdo entre privados (la FSP y el Hogar de Cristo)
para dar continuidad laboral a mujeres embarazadas, correspondía a ellos
hacerse cargo de los efectos de dicha cláusula.
Leonardo Moreno, director de la FSP, se defiende:
-Antes de la Reforma Procesal Laboral,
cuando una mujer quedaba embarazada la insertábamos apenas se activaba
el programa nuevamente. Porque, además, los procesos de desafuero eran
tan largos que la reinsertábamos inmediatamente. Y en especial con el
Hogar de Cristo, ya que su alcance e infraestructura es tan grande, que
lo permite. Por ello establecimos esa cláusula en el convenio con ellos.
Pero era sólo con las mujeres con desafuero, que pertenecían a un 20%
de los beneficiados que seguían ligados al programa luego de los seis
meses. No se quería reeditar por ningún motivo lo ocurrido en los
antiguos programas pro empleo, donde en algunas regiones de abusó del
‘no empleo’. La idea era concluir, sí o sí, con el egreso (del
beneficiado). Pero con mujeres embarazadas no teníamos problemas en
reinsertarlas inmediatamente.
En el Hogar de Cristo afirman que a
ellos incluso les convenía mantener a las mujeres en sus puestos de
trabajo, ya que en programas como el del cuidado del adulto mayor es
tanta la intensidad de la capacitación y su posterior implementación,
que apenas se lograba un apresto.
-Sólo te puedo decir que el Hogar
respeta el fuero maternal de sus trabajadoras, siempre. Pero es
lamentable la presión que se ejerce a una institución que se ve obligada
a pedir desafuero porque no tiene dinero en sus bolsillos -dice
Verónica Monroy.
Moreno acusa una falta de experiencia
del gobierno en políticas públicas: “No hay otro programa que dé
trabajo, servicio a su comunidad y aumente la ‘empleabilidad’ al mismo
tiempo. No creo que la política social se resuelva con subsidios, más
bien se resuelve con trabajo. El Ingreso Ético Familiar no puede ser la
única política social”.
Juez Bueno: “No puede reposar en el trabajador el costo de decisiones que le son ajenas”
La sentencia dictada por el magistrado
Sebastián Bueno, juez titular del Juzgado de Letras del Trabajo de San
Bernardo, sienta un precedente. La gran mayoría de los jueces que vieron
las causas por desafuero de trabajadoras del programa “Servicios
Comunitarios”, apelaron a un acuerdo económico previo al fallo o
acogieron la demanda de la FSP. Pero el juez Bueno, que vio el caso de
Rosa Pino, no lo hizo.
Entre las razones que consideró, el
magistrado Bueno tuvo en cuenta las garantías de las embarazadas, los
antecedentes que daban la razón a la demandada en fechas y
procedimientos y, como el fallo lo consigna, que resultaba difícil
establecer en quién recae la responsabilidad por el cambio de políticas
públicas para pagar el costo de un fuero:
-El nuevo ciclo (de trabajo en el
programa) no empezó por decisión del Ministerio que, sin aviso, no
perseveró en su celebración, como lo declararon testigos de la
demandante, lo que incluso sorprendió a la Dirección de la Fundación,
como declaró el absolvente Leonardo Moreno en estrados, quien incluso
habló de un quiebre violento en dicha actividad. (…). Lo que sí es claro
es que no puede reposar en el trabajador el pago del costo de
decisiones que le son ajenas, menos aún en una trabajadora aforada -se
lee en el fallo.
El magistrado Bueno argumentó ante CIPER
que de las causas que ha fallado, el 10% corresponde a desafuero y que
en un país donde la mayoría de las personas tienen contratos “a plazo” o
“de obra o faena”, la Ley del Trabajo es una instancia destinada a la
protección de quién no está en condiciones de negociar a la hora de
hacerlo.
-Hay algunos que piensan que basta con
constatar los elementos para dictaminar un fallo. Pero la otra manera es
hacer un análisis del contexto, que vaya más allá. En este caso había
una cláusula donde el empleador se había obligado con otro empleador (la
FPS y el Hogar de Cristo) a mantener a la trabajadora -explica el juez.
Al revisar una solicitud de desafuero,
el magistrado opina que debe tenerse en consideración que “esto es
Derecho Laboral, no es Derecho Civil, y el análisis tiene que hacerse
desde la disparidad entre el empleado y el empleador (…). Se trata de
que se cumplan los compromisos que adquieren los poderosos, porque tal
vez los que adquiere la otra parte (el trabajador), cuando lo hizo no
tuvo la posibilidad de decir que no”.
Fuente, vìa :
http://kaosenlared.net/america-latina/item/7640-chile-programa-pro-empleo-del-gobierno-termina-en-juicios-para-desaforar-a-trabajadoras-embarazadas.html
http://kaosenlared.net/america-latina/item/7640-chile-programa-pro-empleo-del-gobierno-termina-en-juicios-para-desaforar-a-trabajadoras-embarazadas.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario