No
tomo partido sólo por el pueblo palestino sino también por el pueblo
judío. Reafirmo al mismo tiempo que la situación histórica de los
judíos, que culminó durante el nazismo en el aniquilamiento, hizo
necesario que también los judíos fueran una nación más entre las
naciones del mundo: ése es el derecho moral irrenunciable, es cierto,
del pueblo judío. Pero este hecho también impone necesariamente a los
judíos respetar la vida de otros pueblos como ningún otro pueblo puede
quizá sentirlo. Al hacerlo estoy planteando mi derecho a seguir siendo
un judío argentino sin avergonzarme de serlo frente a lo que está
también haciendo de nosotros el Estado de Israel en Palestina: si cumple su mandato ético e histórico o sirve a otros designios extraños a nuestra propia historia milenaria.
La
reacción frente al desborde destructivo del Estado israelí contra el
pueblo palestino los fue llevando poco a poco a cerrar toda solución
justa posible al conflicto y detener su expansión colonizadora. Un
análisis de las agresiones, aun sin distinguir desde el comienzo la
diferencia que separa a la violencia de los que atacan y la
contraviolencia de los que se defienden, llevaría en estos momentos de
desborde a una estéril discusión interminable. Porque allí en Israel se
está eligiendo por todos los judíos el destino de nuestra dignidad y de
nuestra cultura milenaria como modelo de resistencia y de justicia
frente a todas las opresiones.
Esta escalada contra Gaza y el Líbano va más allá de los intereses de su supervivencia: se inscribe en la expansión del imperio neoliberal de Occidente sobre los países musulmanes. ¿No serán los EE.UU. quienes, empantanados en Irak, necesitan una frontera segura en el Líbano contra Siria e Irán, y de allí la masacre de la población civil para invadirla?
Los
judíos israelíes, por ser los más fuertes en poder armado, son los que
también en mejores condiciones se hallan para dar término al
enfrentamiento con justicia: tienen todos los medios para lograrlo. Su
existencia, por ahora, no corre peligro. La paz que termine con el
enfrentamiento armado y un entendimiento político está sobre todo –y
casi diríamos totalmente– en sus manos: sólo tienen que declinar sus
ambiciones sobre territorios que no les corresponden y reivindicar el
valor de la vida sobre la muerte. Aunque ahora venzan será el judaísmo
histórico el vencido y la traición a su pasado habrá infectado para
siempre el alma de sus pobladores.
El
pueblo judío en Israel sigue doblegado en su mayoría a la estrategia
del Imperio cuyo modelo han aplicado en todos los órdenes de la vida.
Hace ahora a los palestinos aquello que la cristiandad occidental hizo
con nosotros.
Después de haber sido sometidos los judíos en Europa al
más cruel e inmisericorde exterminio, de pronto en pocas décadas de su
existencia, y tras haberse plegado a la política de los exterminadores,
el Estado de Israel se ha transformado en una potencia del Medio Oriente.
¿Méritos propios? Tienen orgullosos una poderosa fuerza armada con
todos los instrumentos de destrucción posibles, armas atómicas
incluidas. Pero no tienen vergüenza de los valores milenarios que están
sacrificando ante los ojos del mundo y de los millones de judíos que los
observamos perplejos y defraudados. Porque esos fantasmas de exterminio
que depositan ahora sobre los árabes, esos terrores persecutorios los
judíos los han traído del Occidente cristiano colonialista cuyos países
antes habitaban, porque fue en Europa donde fueron exterminados y no en
Palestina.
Para hacer lo que hacen en
Palestina los judíos que están en el poder deben mantener el secreto
moral del origen de su derecho a una patria y prolongar allí los valores
inhumanos de sus propios perseguidores milenarios. Ocultar, por
ejemplo, que lo que comenzó con la Cruz cristiana terminó con la Shoá
europea. Deben esconder la verdad sobre la experiencia histórica de su
vida en Occidente. Debieron convertirse en cómplices de sus asesinos, no
denunciarlos, ya no decir nunca más que el cristianismo y el
capitalismo fueron sus exterminadores porque ahora ambos se habían
convertido en su modelo y en sus aliados. En lo religioso, se hicieron
fundamentalistas y ecuménicos; en lo económico, se hicieron capitalistas
globalizadores; en lo político, se hicieron un Estado teocrático
colonialista; en lo científico, tomaron como modelo la lógica neutral de
la objetividad sin sujeto del iluminismo antijudío y, en lo
internacional, sostienen con sus servicios las causas más siniestras de
los opresores cristianos e imperiales.
Por León Rozitchner
Publicado en Página /12 (2006)
El filósofo y ensayista argentino León Rozitchner murió a los 87 años en una clínica de la ciudad de Buenos Aires (1924 – 4 septiembre 2011)
Tomado de paginasarabes.wordpress.com
Texto -de origen externo- incorporado a este medio por (no es el autor):
Cristián Andrés Sotomayor DemuthVìa :
http://www.elciudadano.cl/2011/11/15/44056/%C2%BFpodemos-seguir-siendo-judios/
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