La muerte
de Khadafi no fue linda ni prolija. El murió con dignidad, peleando
hasta el final en su ciudad natal contra fuerzas muy superiores. Pero
ellos, los de la OTAN, lo cazaron como un pajarito y se lo sirvieron en
bandeja a la turba enardecida para que lo asesinen, para que lo apaleen
hasta desfigurarlo. No fue lindo ni marca un buen comienzo para la nueva
era que empieza en Libia. Ninguna guerra es prolija, pero vamos,
primero Bin Laden, ahora Khadafi ¿Qué clase de sistema legal permite que
los villanos de turno sean sistemáticamente eliminados, sin juicio ni
verdad? Los que entregaron a Khadafi, los que reparten órdenes y
armamento, los que recibieron a los líderes rebeldes en sus palacios
occidentales, ¿cómo permiten semejante salvajismo? Los que bombardearon
sin piedad hasta dar vuelta la guerra civil ahora prometen ser garantes
de la reconstrucción de la infraestructura y el tejido social que ha
sido destruido. Pues bien, hay que empezar por el principio. En el caso
de Khadafi es especialmente pertinente que se conozca la verdad sobre la
represión del ejército libio a los manifestantes de la Primavera de
Trípoli. Es que ése fue el antecedente que invocaron las potencias
occidentales para meterse en Libia, armar a los rebeldes y producir el
derrocamiento del viejo caudillo. El pretexto para invadir Libia fue el
de evitar que Khadafi repita la masacre de Trípoli con los rebeldes que
había sitiado en Benghazi. ¿Fue así? ¿Hubo masacre en Trípoli? En un
país que no permitía prensa crítica ni corresponsales extranjeros,
difícil saber. Pero la Corte Penal Internacional de La Haya, la
organización de derechos humanos Human Rights Watch y varios gobiernos,
incluyendo el de Rusia, acusaron a Khadafi de abrir fuego en contra de
su propia población. También deben investigarse las denuncias de Amnesty
International sobre las masacres y linchamientos de soldados leales a
Khadafi a manos de los llamados rebeldes (foto). Pero sobre todo debe
ser investigada la brutal e inhumana muerte del líder libio, como ha
pedido Naciones Unidas. No vaya a ser que esta muerte tan oportuna para
Occidente cierre la posibilidad de esclarecer estas cuestiones. No es
que las acusaciones no sean plausibles. Khadafi tiene un largo
currículum de violaciones a los derechos humanos, incluyendo el haber
admitido la responsabilidad de su gobierno en el derribo de un avión de
línea repleto de pasajeros. Los rebeldes han demostrado que tampoco son
carmelitas descalzas y la OTAN, que impidó la huida de Khadafi, fue al
menos permisiva con la turba que lo ejecutó. El problema es que Libia le
vende casi todo su petróleo a Europa, tiene casi todo su dinero
depositado en bancos europeos y le compra gran parte de su armamento a
Estados Unidos. O sea, un Khadafi vivo, sentado en el banquillo de los
acusados, hubiera podido prender el ventilador contra sus respetados
cómplices del otro lado del Mediterráneo y más allá del Atlántico. Por
eso es tan importante conocer la verdad, porque nada puede renacer a
partir de la mentira.
El movimiento islamista palestino Hamas liberó al sargento israelí
Gilad Shalit, secuestrado en Gaza en el 2006, a cambio de más de mil
prisioneros palestinos. La decisión del gobierno de Benjamin Netanyahu
de entrar en negociaciones directas con Hamas para liberar al soldado
fue recibida con el beneplácito de la mayoría de los israelíes. La
liberación de los primeros prisioneros palestinos desató el júbilo en
las calles de Gaza y Cisjordania. El acuerdo fortalece a Hamas y al
gobierno israelí y debilita las posición de Estados Unidos y de la
Autoridad Palestina, que venían negociando un acuerdo de paz. Lo cual no
está mal, porque el acuerdo excluía a Hamas e Israel participaba sólo a
regañadientes, para no alienar a su aliado estadounidense. Hay que
decir que Israel invadió dos veces Gaza desde el secuestro del soldado
con cientos de víctimas civiles, pero no pudo recuperar a Shalit por la
fuerza. Y que Hamas disparó cientos de cohetes caseros contra la
población civil israelí pero recién pudo recuperar a sus prisioneros
cuando se sentó a negociar con Israel. Es verdad que las armas y los
hechos militares fortalecen el poder de negociación. Pero en un punto
hay que sentarse y trasladar lo que sucedió en el campo de batalla al
terreno político. En Medio Oriente ya se han disparado todos los tiros
necesarios como para que quede claro que ni los israelíes ni los
palestinos se van a rendir o desaparecer. El canje de prisioneros parece
indicar que, tras generaciones enteras de sangre derramada, los dos
viejos contendientes empiezan a aceptar esta realidad. Esto no significa
negar que hay un pueblo opresor y otro oprimido ni avalar los métodos
terroristas que han sabido emplear los oprimidos, ni los bombardeos
indiscriminados que usan los opresores para vengarlos. La discusión
puede ser tan eterna como fútil, en cambio las acciones del gobierno
conservador israelí y de la facción mayoritaria y más radical del
movimiento palestino, aun con los considerables escollos que quedan por
delante, autorizan a ilusionarse con un gradual acercamiento a algo que
se parezca a convivir en paz.En España, ETA anunció que deja la lucha armada. La última guerrilla europea empezó a extinguirse cuando el nacionalismo dejó de ser una razón para matar y dejar la vida. Independizarse de España no fue posible, hacerlo de la Unión Europea suena a quimera. Fundada durante el franquismo, ETA cometió su primer atentado mortal en 1968, la víctima fue un miembro de la Guardia Civil. Después vinieron 838 más. Al final, la violencia militarista que cimentó al grupo separatista vasco y le dio su impulso inicial en tiempos de dictadura terminó sellando su suerte. Diezmada como nunca, repudiada por millones de españoles, la ETA nunca se recuperó del cisma entre su ala política y su ala militar que causó el atentado del 2006 en el aeropuerto de Barajas, donde murieron dos empleados de limpieza. La organización había declarado un “alto el fuego permanente” y negociaba un acuerdo de paz con el gobierno español. Tanto para adentro como para afuera de la ETA el daño causado por semejante contradicción fue irreparable. Desde entonces, tanto el gobierno español como el francés le venían asestando duros golpes a lo que quedaba del grupo armado, mientras la izquierda nacionalista vasca hacía un exitoso reingreso a la política legal española, convirtiéndose en la tercera fuerza en la región, con diversas representaciones en municipios y consejos deliberantes. El final estaba cantado.
Cuatro décadas de Khadafi en Libia. Cuatro décadas desde la ocupación de Palestina. Cuatro décadas desde el primer atentado mortal de ETA. Toda una vida de caerse y levantarse para seguir peleando a corazón partido. Hasta que los tiempos cambian. El amor madura, el odio muta en dolor, se aprenden nuevas formas de lucha. Por los que vienen y por los que ya no están, los sobrevivientes renacen y vuelven a empezar, para no morir.
sodonnell@pagina12.com.ar
Fuente, vìa :
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-179527-2011-10-23.html
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