martes, 9 de agosto de 2011

Chile : Camila va lejos.....Por Patricio Araya G.

“Nos encantaría tener a Camila Vallejo en la UDI o RN”, confesó a LUN el alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett. ¿Para qué sería? Tal vez para convertirla en alcaldesa por alguna comuna de escasos recursos, y desde allí lanzarla a la fama, opinando de todo en la tele, sin importar si conoce o entiende los temas, y luego catapultarla a la Cámara de Diputados por un distrito pirulo, como Marcela Sabat, quien –en clave de revista de papel couché– declara su admiración por Camila en el mismo medio. “Siempre sale linda. Las personas con facciones más delicadas pueden tener el pelo largo o estar peladas, pero siempre se ven bonitas”, reflexiona la diputada RN.
Queda claro: Zalaquett se rindió frente a la belleza de la presidenta de la Fech, convenciéndose de paso lo escasos que están en su sector de esa simbiosis de inteligencia y belleza, un perfil muy añorado en la high society criolla. Hoy, más que nunca, la Coalición por el Cambio necesita ese tipo de líderes sociales.
De la confesión del edil es posible colegir que la derecha está falta de gente pensante en lo público, que la gente pensante no está interesada en lo público –ni mucho menos, a largo plazo, porque su convicción es que el yogurt tiene fecha de vencimiento, sin reposición por parte del proveedor–, por lo tanto, el espectro de elegibles queda acotado a un grupo de voluntarios inexpertos en lo público. Qué decir del Ejecutivo, allí sí que están al debe en ideas y liderazgo, a tal  punto, que han debido recurrir a otros estamentos, como el Congreso y los municipios para darle forma y sentido a la gestión, con todas las críticas y tropiezos que ello implica.
Para alguien de las filas oficialistas, incluso, para los meros simpatizantes, hoy es un mal negocio entrar al Gobierno. En el mundo privado –donde muchos de ellos pasaron veinte años acumulando riqueza, y no preparándose para gobernar, como han sostenido–, se gana bien, y sin los riesgos que supone un gobierno que carece de norte y excelencia, y que paga sueldos reguleques. Bien pensado, ¿por qué dejar los negocios de lado por un tiempo tan breve?
Quizás Camila Vallejo no tenga la provocadora sensualidad, ni el estilo coloquial, confrontacional, ni el arraigo popular, ni miles de grafitis con su rostro en emblemáticas poblaciones, ni la valentía y la trascendencia política de la desaparecida Gladys Maríncuyo deceso, sin duda, generó un vacío de liderazgo femenino en la izquierda chilena–, pero cuenta con elementos diferenciadores que la perfilan como una líder con futuro: sus 23 años y su formación profesional, a lo que deben sumarse el momento histórico en que se encuentra el movimiento estudiantil –que ha superado la endémica indiferencia de las autoridades de turno, ocupando el lugar que le corresponde en la discusión final–, y los miles de jóvenes que requieren de un conductor que les dé esperanza para el mundo que los espera a la vuelta de la esquina.
Esta dirigente universitaria no es flor de un día, se trata de una muchacha con auténtica vocación de servicio público, consciente de la obligación que significa encabezar algo mucho más profundo que una simple revuelta estudiantil, y que surge como resultado de un proceso –iniciado por los pingüinos en 2006– que nunca renunciará a una educación pública de calidad, gratis e igualitaria para todos los chilenos.
La aparición de Camila Vallejo en la contingencia social constituye un enorme potencial que sus pares no deberían despreciar, por el contrario, deberían validarlo cada vez que puedan en los distintos frentes donde les toque relevar la importancia de sus exigencias. Si el alcalde de Santiago –bajo cuya administración se encuentran importantes colegios municipalizados– se fija en ella, es porque ve en su imagen un capital político que merece más atención, espacio y oportunidad.
Ni siquiera la ex presidenta Michelle Bachelet –con su vociferada aprobación– logró emular ni opacar la impronta de Gladys Marín como podría hacerlo Camila Vallejo, porque, entre otras consideraciones, esa popularidad ex post facto se forjó desde La Moneda, y no desde las bases partidarias, ni de las organizaciones sociales, ni de la calle, ni de algún cargo de representación popular. La imposición de Bachelet en una plantilla electoral provino de las cúpulas concertacionistas. Allí los ciudadanos tuvieron muy poco qué decir. La ex mandataria no necesitó esmerarse en construir un discurso político propio, ni convocó a la ciudadanía desde un lugar inhóspito como es la lucha callejera y el enfrentamiento con el poder, pues era la candidata oficialista; a ella sólo le bastó montarse en un tanque, ataviada como hija de general. “Varios dicen que gracias al Ejército soy Presidenta de Chile, puesto que de aquí salimos con un Mowag en las inundaciones”, afirmó en un acto militar.
Y es muy cierto. Su campaña fue mediatizada a partir de ese momento. De ideología, de relato, de reflexión, nada; sólo historia personal narrada desde la sensibilidad y la innegable simpatía de una mujer que despierta ternura, incluso, en los más duros. En cambio, hasta ahora sabemos muy poco de la historia personal de Camila Vallejo Dowling, sólo que preside la Fech, que estudia Geografía, que milita en la Jota, que es de La Florida, que se ha ganado el respeto transversal, y que es muy seria. Y bella. Y que lo suyo es la militancia disciplinada; que tiene convicción. Y discurso.
Con toda seguridad los matinales quisieran tenerla, no para hablar lo que a ella y a los estudiantes les interesa, que es la educación pública, el fin del lucro, sino de su pololo, o de su look, o que nos haga panqueques con un delantal sexy, o para hacerla bailar reggaetón. El valor agregado de Camila Vallejo es haberse instalado en los medios como rostro creíble, serio, respetado, sin necesidad de mostrarse afable, por el contario, ella prescinde de su belleza física, asumiendo el riesgo de verse dura; su cuento es otro, y tal vez no le interesa ser motejada como una chica londinense onda pop, porque ella es para mucho más que un griterío en Plaza Italia: Camila va lejos. Más lejos que Londres.

http://www.elciudadano.cl/2011/08/08/camila-va-lejos/

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