(apro).- Los muertos de San Fernando, Ciudad Mier y Valle Hermoso,
Tamaulipas. Los de “La Bestia”. Los de Monterrey, Nuevo León. Las fosas
clandestinas de Durango y Zacatecas. Los huérfanos de Ciudad Juárez,
Chihuahua.
Los inmigrantes masacrados en el corredor Guatemala-Chiapas-Veracruz-Tabasco-Tamaulipas. Los del corredor Chiapas-Oaxaca.
Los ejecutados en Sonora y Sinaloa. Los granadazos en los
centros comerciales de Nayarit. Los asesinatos en la zona de La Laguna.
Los cuerpos destazados de Guerrero y Morelos… Esa es la realidad que hoy
vive México.
En los medios informativos no aparece todo lo que en el país
acontece. Las comunidades lejanas no sólo están abandonadas, también
están incomunicadas. Y de lo que se vive en esos lugares poco o nada se
sabe.
Pero nadie como las organizaciones de derechos humanos para
conocer y sentir lo que en verdad enfrenta nuestro país. Organizaciones
que también padecen diariamente la amenaza y la injuria.
En días recientes, el director de una de estas agrupaciones
dijo que aún falta por decir y reportear sobre los llamados “escuadrones
de la muerte”, que recorren las ciudades del norte del país. Algunos,
acusó, son formados por militares.
Tampoco se habla de las fosas clandestinas “hechas por
militares”, sostuvo. Y para mayores datos, señaló que en “la comarca
lagunera” hay varias de esas fosas, aunque también hay que hablar de las
ejecuciones en los penales, agregó.
Lo anterior es una estampa que se multiplica en diversas
zonas del país y que, en resumen, forman parte de los resultados de esta
absurda guerra sin razón declarada por Felipe Calderón Hinojosa desde
que inició su sangriento gobierno.
En México no hay un estado libre de la barbarie del crimen
organizado. No hay tranquilidad en la mayoría de los hogares. No se
respira seguridad. La impotencia ya se convirtió en reclamo y, lo peor,
la falta de entendimiento del gobierno se ha vuelto odio.
Avasalla el desdén del gobierno, y la inacción de los políticos
genera rabia. La complicidad de todos los partidos da vergüenza. El
cinismo del secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, cuando
afirma que el Instituto Nacional de Migración no es nido de criminales,
provoca coraje, inevitablemente.
Los dichos de Calderón y los actos de la clase política (de todos los
partidos) demuestran que no escucharon los 70 testimonios desgarradores
del pasado domingo 8 en la plancha del Zócalo de la ciudad de México.
El dolor y maratón de tristeza no sólo fue por la desgracia que vivió
el poeta Javier Sicilia, fue por todos los que tomaron el micrófono,
llegados de todas partes de la República, y que condensaron el corazón
desgarrado de México.
Difícil parece revertir ese rencor que, seguramente, anida ya en los
huérfanos, en los hijos de militares que quedaron en el desamparo, en
las mujeres que perdieron a sus hombres, en los padres a quienes les
arrancaron un pedazo de vida.
Hay hombres, pocos, que ante tanto dolor mantienen un corazón
amoroso, como Sicilia, pero no todos los mexicanos (los afectados)
tienen esa forma de sentir.
Nadie quiere más muertos, nadie quiere más odios. Sin embargo el
cinismo y empecinamiento de Felipe Calderón y su gobierno, de Genero
García Luna (secretario de Seguridad Pública) y sus hombres, de los
grupos criminales y sus seguidores, parece que trabajan en otra
dirección.
Educación, programas sociales, valor al ser humano, alimentación,
bienestar para todos y no para unos cuantos, salud, trabajo digno,
salarios justos, esparcimiento sano y convivencia amorosa… quizá con un
poco de todo esto la paz regrese a México.
Pero de la mano de todo ello deberán ir las acciones firmes de un
hombre de Estado, de un grupo de personas que con mano justa, afable y
calidad social, sea capaz de mirar por el bien del país.
Si hay un gobierno que se atreva a quitar a las televisoras ese poder
nocivo, a los empresarios sus privilegios, a la clase política sus
canonjías, a meter a la cárcel a los verdaderos ladrones de la paz,
entonces quizá México pueda tener un respiro para volver a empezar.
Y si no hay un hombre o un puñado de hombres que puedan hacer todo
esto, no hay problema, para eso esta la sociedad misma, que el pasado
domingo 8 de mayo, en la Marcha Nacional por la Paz, dio muestras de su
poder, incipiente aún, pero poder al fin… y ganas de cambiar la
situación.
mjcervantes@proceso.com.mx
Fuente, vìa :
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/91274
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/91274
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