La semana pasada, me causaba estupor la angustia
de algunos limeños por las encuestas filtradas por internet y su total
indiferencia frente a las muertes de Andrés Taype, Néstor Cerezo y
Aurelio Huarca, agricultores arequipeños que protestaban contra el
proyecto minero Tía María, cuando fueron abaleados por la policía.
La indiferencia frente a estas muertes y a las demandas de los campesinos era una buena imagen del régimen económico neoliberal que hemos vivido desde 1990, consagrado en la Constitución de 1993: el indiscutible crecimiento tiende a cegar a quienes se han beneficiado con él.
Frente a las cifras positivas, aparecen otros números acusadores: cada mes alrededor de treinta mil peruanos se marchan, mucho más que en los peores años del terrorismo y la hiperinflación. Algunos dicen que es por la falta de oportunidades "en el país”. En realidad no es el país, sino un modelo económico donde los trabajadores viven en total precariedad, mientras las grandes inversiones obtienen cuantiosos beneficios.
Un ejemplo de dicha precariedad fueron las muertes de cuatro obreros la semana pasada en diversas obras de construcción en La Molina, Miraflores y Chorrillos. No son accidentes, fruto de la mala suerte, sino que se produjeron debido a la Ley 29090, que establece las licencias automáticas de construcción, impidiendo cualquier supervisión municipal y a la debilidad del Ministerio de Trabajo para evitar interferir con las inversiones inmobiliarias.
Este modelo económico genera que muchos peruanos mueran injustamente, dado que el Estado se abstiene de enfrentar fenómenos como la contaminación ambiental o los accidentes de carretera [y laborales], bajo el supuesto que los agentes económicos actuarán responsablemente. Lo más grave es que, para defender el modelo, las fuerzas policiales han matado a decenas de personas, como ocurrió los campesinos arequipeños. Durante este gobierno ha habido más de cincuenta personas muertas y en tiempos de Toledo fueron quince, entre ellos Efraín Arzapalo, Presidente de la comunidad de Matacancha, que pretendía defender el lago Chinchaycocha, y los campesinos piuranos Reemberto Herrera y Melanio García, enfrentados a la minera Majaz. En el campamento de esta empresa, además, la policía torturó brutalmente a los campesinos como en los peores tiempos de Fujimori (ver RP 235).
Toledo y García insistieron en promover concesiones mineras impopulares porque para ellos los más pobres ni siquiera tenían la posibilidad de decidir sobre su propio destino.
Ahora bien, cada vez que parece necesario que haya muertos para que el gobierno retroceda (como en el caso de Bagua), algunas personas piensan resignadas que "así es el Perú”. Yo prefiero pensar que así es la forma de gobernar que actualmente hay en el Perú.
En mi opinión, los votos por Ollanta Humala y Keiko Fujimori predominantemente provenían de peruanos descontentos con este modelo, con la diferencia que quienes votaron por la segunda sienten que el modelo no puede cambiar ("así es el Perú”), pero esperan que gracias a ella puedan obtener beneficios concretos que les permitan sobrevivir.
El padre de Keiko tuvo la habilidad de fomentar el neoliberalismo pero mantenerse muy cerca de los más pobres, al punto que para muchos de ellos es el único Presidente que han visto. Lo perverso era que sus donaciones no generaban ciudadanos, sino súbditos o clientes que toleraban la corrupción, el autoritarismo y la violencia si es que recibían algo a cambio.
Entretanto, para quienes se sentían beneficiados por el modelo económico las principales alternativas electorales eran Toledo y Kuczinsky. Yo sostuve hace varios días que en la opción por el segundo había un racismo inconsciente hacia Toledo. Lo he confirmado desde el domingo cuando he visto todos los insultos racistas, llamamientos al golpe de Estado contra Humala y demás barbaridades que algunas personas que apoyaron a Kuczinsky están circulando en internet. No se dan cuenta que llamando "ignorantes” y "brutos” a quienes votaron por otras personas sólo terminan favoreciendo al candidato que más temen.
Paradójicamente, Toledo, Kuczinsky y también Castañeda menospreciaban tanto a los peruanos más pobres, que ni siquiera se molestaron en representar sus demandas o pensar una sola candidatura que defendiera el modelo económico. Parecían caudillos militares del siglo XIX: sus ambiciones personales estaban por encima de todo y así le dejaron la mesa servida a Ollanta y Keiko.
Ahora, como en las segundas vueltas de 1990, el 2000 o el 2006, se vuelve a anunciar el Apocalipsis para el Perú, sólo que la internet sirve para comunicar más angustia. (...)
Miembro de la Mesa para la No Discriminación de la Coordinadora Nacional de DDHH.
Vìa :
http://www.lahaine.org/index.php?p=52726
La indiferencia frente a estas muertes y a las demandas de los campesinos era una buena imagen del régimen económico neoliberal que hemos vivido desde 1990, consagrado en la Constitución de 1993: el indiscutible crecimiento tiende a cegar a quienes se han beneficiado con él.
Frente a las cifras positivas, aparecen otros números acusadores: cada mes alrededor de treinta mil peruanos se marchan, mucho más que en los peores años del terrorismo y la hiperinflación. Algunos dicen que es por la falta de oportunidades "en el país”. En realidad no es el país, sino un modelo económico donde los trabajadores viven en total precariedad, mientras las grandes inversiones obtienen cuantiosos beneficios.
Un ejemplo de dicha precariedad fueron las muertes de cuatro obreros la semana pasada en diversas obras de construcción en La Molina, Miraflores y Chorrillos. No son accidentes, fruto de la mala suerte, sino que se produjeron debido a la Ley 29090, que establece las licencias automáticas de construcción, impidiendo cualquier supervisión municipal y a la debilidad del Ministerio de Trabajo para evitar interferir con las inversiones inmobiliarias.
Este modelo económico genera que muchos peruanos mueran injustamente, dado que el Estado se abstiene de enfrentar fenómenos como la contaminación ambiental o los accidentes de carretera [y laborales], bajo el supuesto que los agentes económicos actuarán responsablemente. Lo más grave es que, para defender el modelo, las fuerzas policiales han matado a decenas de personas, como ocurrió los campesinos arequipeños. Durante este gobierno ha habido más de cincuenta personas muertas y en tiempos de Toledo fueron quince, entre ellos Efraín Arzapalo, Presidente de la comunidad de Matacancha, que pretendía defender el lago Chinchaycocha, y los campesinos piuranos Reemberto Herrera y Melanio García, enfrentados a la minera Majaz. En el campamento de esta empresa, además, la policía torturó brutalmente a los campesinos como en los peores tiempos de Fujimori (ver RP 235).
Toledo y García insistieron en promover concesiones mineras impopulares porque para ellos los más pobres ni siquiera tenían la posibilidad de decidir sobre su propio destino.
Ahora bien, cada vez que parece necesario que haya muertos para que el gobierno retroceda (como en el caso de Bagua), algunas personas piensan resignadas que "así es el Perú”. Yo prefiero pensar que así es la forma de gobernar que actualmente hay en el Perú.
En mi opinión, los votos por Ollanta Humala y Keiko Fujimori predominantemente provenían de peruanos descontentos con este modelo, con la diferencia que quienes votaron por la segunda sienten que el modelo no puede cambiar ("así es el Perú”), pero esperan que gracias a ella puedan obtener beneficios concretos que les permitan sobrevivir.
El padre de Keiko tuvo la habilidad de fomentar el neoliberalismo pero mantenerse muy cerca de los más pobres, al punto que para muchos de ellos es el único Presidente que han visto. Lo perverso era que sus donaciones no generaban ciudadanos, sino súbditos o clientes que toleraban la corrupción, el autoritarismo y la violencia si es que recibían algo a cambio.
Entretanto, para quienes se sentían beneficiados por el modelo económico las principales alternativas electorales eran Toledo y Kuczinsky. Yo sostuve hace varios días que en la opción por el segundo había un racismo inconsciente hacia Toledo. Lo he confirmado desde el domingo cuando he visto todos los insultos racistas, llamamientos al golpe de Estado contra Humala y demás barbaridades que algunas personas que apoyaron a Kuczinsky están circulando en internet. No se dan cuenta que llamando "ignorantes” y "brutos” a quienes votaron por otras personas sólo terminan favoreciendo al candidato que más temen.
Paradójicamente, Toledo, Kuczinsky y también Castañeda menospreciaban tanto a los peruanos más pobres, que ni siquiera se molestaron en representar sus demandas o pensar una sola candidatura que defendiera el modelo económico. Parecían caudillos militares del siglo XIX: sus ambiciones personales estaban por encima de todo y así le dejaron la mesa servida a Ollanta y Keiko.
Ahora, como en las segundas vueltas de 1990, el 2000 o el 2006, se vuelve a anunciar el Apocalipsis para el Perú, sólo que la internet sirve para comunicar más angustia. (...)
Miembro de la Mesa para la No Discriminación de la Coordinadora Nacional de DDHH.
Vìa :
http://www.lahaine.org/index.php?p=52726
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