El creciente volumen de titulados en Chile crea un problema que el
Estado no ha sabido enfrentar: Miles
de jóvenes deben buscar su primer
trabajo con el título en la mano, pero la falta de experiencia obliga a
que la mayoría termine trabajando en otra cosa o, peor aún, inmerso en
la frustración y el desempleo.
Andrés Rojas es sociólogo, acaba de titularse y, como siete de cada
diez jóvenes chilenos, es parte de la primera generación universitaria
de su familia. Un bagaje en trabajos menores le permite conocer el
mercado laboral, no obstante, su carrera hoy tiene un campo limitado que
le impide encontrar un puesto estable que permita establecerse,
primero, y luego afrontar una deuda que acecha: pagar el crédito
universitario.
Con la irrupción de la educación particular, se instauró en Chile el
lema que la educación es la llave para salir de la pobreza. La letra
chica de ello es que hoy la calidad de la educación es proporcional al
valor de la mensualidad, pero más allá, existe el fenómeno de la
Cesantía Ilustrada: Miles de titulados universitarios que hoy no pueden
encontrar trabajo en su área, cesantes de corbata y cartón.
“En lo personal es incómodo estar sin trabajo, obviamente, pero lo
peor es ver cómo el sistema pareciera inmune a esta situación. Debemos
ser miles los jóvenes que buscamos una oportunidad y no la tenemos,
algunos por falta de experiencia, otros porque el mercado no cuenta con
vacantes, entonces nos resignamos a trabajar en otra cosa y buscamos a
que alguien pierda su trabajo para ser su reemplazante” explica el joven
profesional.
Cesantía en cifras
La 6º Encuesta Nacional de la Juventud indica que un 56,7 por ciento de los jóvenes que trabajan no se desempeñan en algo relacionado con su estudio. Por otro lado, el índice de quienes buscan trabajo alcanza un 24,7 por ciento, más del triple del índice de desempleo nacional de 7,3 por ciento. El desglose del Instituto Nacional de Estadísticas señala además que el desempleo profesional alcanza un 6,1 por ciento, del cual se infiere que la mayoría son jóvenes, grupo etario que multiplica la cesantía, obligado a trabajar “en lo que sea”.
La 6º Encuesta Nacional de la Juventud indica que un 56,7 por ciento de los jóvenes que trabajan no se desempeñan en algo relacionado con su estudio. Por otro lado, el índice de quienes buscan trabajo alcanza un 24,7 por ciento, más del triple del índice de desempleo nacional de 7,3 por ciento. El desglose del Instituto Nacional de Estadísticas señala además que el desempleo profesional alcanza un 6,1 por ciento, del cual se infiere que la mayoría son jóvenes, grupo etario que multiplica la cesantía, obligado a trabajar “en lo que sea”.
Para quienes se aprontan a ingresar al mercado, el dilema de mejorar
sus aptitudes se debate entre la sobrecalificación y la falta de
currículum. Las vacantes exigen una experiencia que las empresas le
niegan a los novatos.
Para Jesús Redondo, director del Observatorio de Políticas
Educacionales de la Universidad de Chile (Opech) el tema subyace de tres
puntos fundamentales: “Cada vez hay más personas que quieren acceder a
la universidad, sin que aumente el volumen de vacantes que ofrece el
mercado. Por otro lado, no hay apoyo desde las políticas públicas de
fomentar una dirección profesional y evitar que esto quede regulado por
el libre albedrío del mercado, el que no compite por calidad sino por
lucro. Por último, se ha vendido una imagen que el título permite mejor
trabajo y mejor salario, aun cuando el aumento de titulados modifica la
oferta y se disminuyen las tarifas”.
Profesional o técnico
La mencionada encuesta del Injuv señala que un 70 por ciento de los jóvenes encuestados comenzó a trabajar antes de los 18 años, lo que se instaura como un patrón del momento en que, título en mano, es más fácil aceptar cualquier oportunidad antes que insistir sobre un empleo relacionado.
La mencionada encuesta del Injuv señala que un 70 por ciento de los jóvenes encuestados comenzó a trabajar antes de los 18 años, lo que se instaura como un patrón del momento en que, título en mano, es más fácil aceptar cualquier oportunidad antes que insistir sobre un empleo relacionado.
Para el director del Injuv, Ignacio Naudon, la cesantía ilustrada es
un aspecto que debe ser reformado en la propia universidad y
complementado por “una profunda revisión de ciertas normas para hacer
más compatible estudiar y trabajar. Si hacemos compatible la educación
con el trabajo, que más jóvenes trabajen en lo que estudian, logramos
una experiencia laboral que mejora la empleabilidad, así también generar
ingresos autónomos que alivianen la carga que significa pagar una
carrera universitaria”.
Esta mirada coincide con lo que indica el director del Opech, quien
señala que “aquellos que no son absorbidos por el mercado tienen una
dificultad de devolver al sistema financiero lo que les entregó para
estudiar algo que no es capaz de atraer, un problema de gestión que nace
del mismo mercado”.
Para Roberto Fantuzzi, presidente de Asexma, gremio exportador de
manufacturas, la cesantía ilustrada es consecuencia del desmedro de los
trabajos técnicos y subraya que “en los países desarrollados, cada diez
técnicos hay un profesional, en Chile la cifra es inversa. Tenemos el
imaginario mal valorado de los técnicos y el que se ensucia trabajando
parece que no fuera digno, aun cuando puede incluso ganar más plata.
Entonces hay que cambiar ese trauma laboral que existe hoy”.
Regular el mercado universitario
Al ser la universidad el arma de doble filo en la cesantía ilustrada, es en este período donde se deben flexibilizar las posibilidades de empleos relacionados. El director del Injuv argumenta que “el desafío no solo es del Estado, sino de las universidades y su sistema. Es muy riguroso el ámbito académico y el pago semestral, ya que permitiendo pagar por ramos y hacer esto más práctico que teórico, que prevalezca aprender herramientas más que especialidades, es que los jóvenes saldrán directamente relacionados con su carrera”.
Al ser la universidad el arma de doble filo en la cesantía ilustrada, es en este período donde se deben flexibilizar las posibilidades de empleos relacionados. El director del Injuv argumenta que “el desafío no solo es del Estado, sino de las universidades y su sistema. Es muy riguroso el ámbito académico y el pago semestral, ya que permitiendo pagar por ramos y hacer esto más práctico que teórico, que prevalezca aprender herramientas más que especialidades, es que los jóvenes saldrán directamente relacionados con su carrera”.
Jesús Redondo, académico de la Opech, apunta sobre distintas
características que deben ser promovidas, a su juicio “la primera
responsabilidad es entregar información. Eso ayuda a tomar decisiones
sobre la ambigüedad en la que están inmersos los jóvenes al escoger una
carrera. Es necesario regular la calidad de lo que se está ofreciendo y
el Estado asumir una pro actividad en potenciar a través de la educación
pública sobre áreas que merecen explotación, tal como ocurre con la
docencia estos días”.
Para Roberto Fantuzzi, el tema va más allá y apela a la idiosincrasia
e indica que la sobreexplotación universitaria “es una inversión que
Chile ha hecho en capital humano que se está desperdiciando. El único
camino es aumentar los niveles de productividad, y eso vale la pena
recalcarlo, porque una persona que pasa por la universidad tiene mayores
criterios y un joven tiene mayores motivaciones, pero eso va en contra
de nuestra cultura”, concluye.
Fuente, vìa :
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