"La represa que confinó el caudal del río Ranchería se inauguró en
noviembre de 2010. Se concibió como una megaobra que “beneficiaría” a la
región, generando energía eléctrica y dotando de agua a la población.
Siete años después el impacto en la media Guajira es la sequía y un
panorama desolador para estas comunidades."
La Guajira, Colombia I En el desértico y peninsular departamento
colombiano de La Guajira, región de los ancestros maternos que inspiró
el realismo mágico en la obra del premio Nobel de Literatura Gabriel
García-Márquez, ha ocurrido algo que, de acuerdo con expertos, marca el
proceso de exterminio de la nación indígena más grande de Colombia: se
robaron un río entero. El único río de esa región del país.
Durante los últimos años en La Guajira han muerto de hambre y sed más de 7 mil niños indígenas de la etnia wayúu y cerca de 37 mil están siendo consumidos por la desnutrición. Desde muchos años atrás, el río Ranchería fue el abasto vital de agua en la región.
En vez del agua, la pesca y la navegación, que existieron hasta hace poco tiempo, el lecho del Ranchería es, como lo muestra el documental, una enorme zanja de arena y piedras resecas por la que no transcurre ya una sola gota de agua.
Con una superficie de 20, 800 kilómetros cuadrados, La Guajira tiene un tamaño similar al de El Salvador, en Centroamérica. Pertenece a la región Caribe colombiana y limita con Venezuela, país al que, de hecho, le pertenece una orilla de la península.
El norte y la zona central de La Guajira están ocupadas por el área de reserva y protección territorial indígena más grande de Colombia (15 mil 300 kilómetros cuadrados), habitada por el milenario pueblo wayúu, que también ocupa otros 12 mil kilómetros cuadrados en el desierto venezolano.
La represa que confinó el caudal del río Ranchería se inauguró en noviembre de 2010. Se concibió como una megaobra que “beneficiaría” a la región, generando energía eléctrica y dotando de agua a la población. Siete años después el impacto en la media Guajira es la sequía y un panorama desolador para estas comunidades.
Esta situación llevó a la comunidad Wayúu a acudir ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para obligar al Estado colombiano a que se les garantice su acceso al agua.
En 2016 la Corte Constitucional ordenó que el Estado garantice el abastecimiento de agua para los habitantes de la Guajira y que se abrieran las compuertas del “Cercado”, a pesar de ello, hasta el momento no se ha cumplido dicha orden y por ello en la comunicación también se recuerda que la apertura de la represa es un asunto de supervivencia de comunidades negras e indígenas.
Según datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como resultado de las obras de la represa, el consumo de agua por persona en La Guajira es de 0.7 litros al día, mientras que la mina El Cerrejón consume 17 millones de litros diariamente extraídos del río Ranchería para “disminuir el polvo en sus rutas de transporte del carbón que extrae”.
La represa el “Cercado” fue puesta en funcionamiento en 2010, tiene una capacidad de almacenamiento de 198 millones de metros cúbicos, su profundidad máxima es de 110 metros, manteniendo el nivel de agua en 98 metros. En época de sequía la longitud de entrada del agua es de 7 metros, pero en época de lluvias podría abarcar los 20 metros, es decir que la capacidad de acaparamiento de agua podría superar los 20 metros cúbicos por segundo.
Una de las justificaciones para su construcción es que abastecería 9 distritos de riego, favoreciendo el monocultivo de palma de aceite y la minería de carbón, sin embargo, la realidad es que sólo ha favorecido a la empresa privada, concretamente a Carbones del Cerrejón.
Las consecuencias en la región son fatales. La construcción y operación de la presa, la actividad minera y el monocultivo de la palma de aceite, ha devastado y secado el caudal del río Ranchería y los arroyos Aguas Blancas, La Puente, Cerrejoncito, en total 26 afluentes. La sequía que ha ocasionado, provocó la muerte de cinco mil niños del pueblo Wayúu por desnutrición y enfermedades señala la Unicef.
También se han secado las lagunas del Co, Buzu, Fermín, Roche, Garrapatero, El Chivato, El Burro y El Ejemplo, muchas de ellas eran lugares sagrados, pues no solo eran el abasto de agua a las familias, sino que además, alrededor de ellas las comunidades se congregaban para tomar decisiones o realizar rituales ancestrales.
El documental “El río que se robaron” del periodista Gonzalo Guillén
Lo mismo que las demás 86 naciones indígenas colombianas, compuestas todas ellas por un millón 379 mil personas, la wayúu, es la más grande de todas, con cerca de 300 mil almas repartidas en 2.500 comunidades.
De unos años para acá, los que quedan en Colombia de los primitivos pueblos prehispánicos tienen derechos y reconocimiento en la Constitución Nacional y las leyes. Pero continúan siendo grupos humano marginales, sumidos en un régimen de abusos, abandono y expoliación infrahumanos.
En La Guajira, durante los últimos cuatro años la mortalidad infantil indígena por hambre física en esta zona de Colombia es de proporciones similares a las de las regiones más rezagadas de África. El grueso del dinero que Colombia destina a los indígenas de esa región del país queda atrapado en una red de corrupción que lo absorbe mediante contrataciones leoninas y lo despilfarra en campañas políticas. En las arcaicas rancherías Wayúu las condiciones de vida de hoy son iguales a las del Siglo XVIII descritas en las crónicas de la Colonia Española.
La Guajira, con medio millón de habitantes, posee los principales yacimientos de gas colombiano y de carbón a nivel mundial, debido a lo cual durante los últimos 25 años ha recibido una participación en forma de regalías que supera los 1.500 millones de dólares. Con esos ingresos el nivel de bienestar social debería estar a la altura de los mejores de Europa y no, vale reiterar, como los peores de África.
El Río que se robaron fue admitido en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, de la Organización de Estados Americanos, como prueba judicial principal en un litigio contra el Estado de Colombia en demanda de la recuperación integral y urgente del río Ranchería para los wayúu con el objeto de frenar su acelerado e infrahumano proceso de exterminio.
El proyecto en La Guajira
El río la Ranchería es la principal fuente hídrica del departamento de La Guajira en el norte de Colombia, recorre 15 municipios desde su nacimiento en la Sierra Nevada de Santa Marta hasta desembocar en el mar Caribe. La zona presenta diversos ecosistemas que van de páramos hasta desiertos, predominando este último. En este territorio se encuentra asentado el principal grupo étnico de Colombia los Wayúus, encontrando también grupos como los Wiwa, Yupka, Kogui, Arhuaco y Kankuama quienes han establecido una relación cultural, económica y social con el río la Ranchería. Sin embargo, el contexto social y político de estos grupos étnicos es desolador ya que han sido afectados por la violencia y el desplazamiento por el control del territorio, al ser una zona estratégica con zonas boscosas y salida al mar.
Desde los años 70 se vienen presentando este tipo de sucesos, sin embargo es en el año 2001 que las agresiones incrementaron contra los pueblos Wiwa y Kankuma. En ese año el Instituto Nacional de Adecuación de Tierras (hoy INCODER) convocó a una licitación para el diseño de la construcción de la presa El Cercado y el distrito de riego del río Ranchería, correspondiente a la fase I como una obra multipropósito para acueductos, riego y generación de energía eléctrica.
Los diseños iniciaron en enero de 2002 y finalizaron en noviembre del 2005. En abril de 2007 la comunidad Wiwa, mediante el Consejo Territorial de Cabildos (CTC) interpone una acción de tutela contra la acción realizada como consulta pública para el otorgamiento de la licencia ambiental, las comunidades manifiestan que el proceso de consulta previa no fue adecuado ya que sólo llamaron a espacios de reuniones, pero no se convocó al Consejo Territorial de Cabildos de la Sierra Nevada, que concentra a los cuatro pueblos indígenas quienes son los encargados de entablar procesos de consulta, la cual no se enmarcó dentro de los términos definidos por el Convenio 169 de la OIT y la ley 21/91, pues no adaptó de buena fe las circunstancias de las comunidades directamente afectadas.
La finalización de la presa se da en noviembre de 2010 y el resultado de la acción es denegada en mayo de 2011 debido a que supuestamente la consulta se llevó a cabo en mayo de 2005 y la comunidad faltó al principio de inmediatez, ya que la tutela se realizó después de dos años, a lo que las comunidades mencionaron que se encontraban en un proceso de desplazamiento. El lugar donde se construyó la represa es considerado sagrado por los indígenas, pero ahora es un lugar restringido y peligroso.
A nivel ambiental, el proyecto no cumplió con el plan inicialmente establecido, puesto que no se retiró un alto porcentaje de biomasa antes de proceder al llenado, lo que produjo graves enfermedades en la población, como leishmaniasis y dengue hemorrágico.
La inundación estaba planeada para realizarse en un periodo de tres años, sin embargo se realizó en solo tres meses afectando cultivos, animales y viviendas de las poblaciones aledañas. En la actualidad el agua de la represa se utiliza para riego de cultivos de arroz y palma de aceite, pero principalmente para la mina El Cerrejón.
DesinfoTV; Mayo de 2017
El periodista Gonzalo Guillén denuncia en su documental lo sucedido con el Río Ranchería en La Guajira y las terribles consecuencias que conlleva para las comunidades.
Fuente: Desinformémonos
vía:http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/En_la_Guajira_colombiana_El_rio_que_se_robaron
Durante los últimos años en La Guajira han muerto de hambre y sed más de 7 mil niños indígenas de la etnia wayúu y cerca de 37 mil están siendo consumidos por la desnutrición. Desde muchos años atrás, el río Ranchería fue el abasto vital de agua en la región.
En vez del agua, la pesca y la navegación, que existieron hasta hace poco tiempo, el lecho del Ranchería es, como lo muestra el documental, una enorme zanja de arena y piedras resecas por la que no transcurre ya una sola gota de agua.
Con una superficie de 20, 800 kilómetros cuadrados, La Guajira tiene un tamaño similar al de El Salvador, en Centroamérica. Pertenece a la región Caribe colombiana y limita con Venezuela, país al que, de hecho, le pertenece una orilla de la península.
El norte y la zona central de La Guajira están ocupadas por el área de reserva y protección territorial indígena más grande de Colombia (15 mil 300 kilómetros cuadrados), habitada por el milenario pueblo wayúu, que también ocupa otros 12 mil kilómetros cuadrados en el desierto venezolano.
La represa que confinó el caudal del río Ranchería se inauguró en noviembre de 2010. Se concibió como una megaobra que “beneficiaría” a la región, generando energía eléctrica y dotando de agua a la población. Siete años después el impacto en la media Guajira es la sequía y un panorama desolador para estas comunidades.
Esta situación llevó a la comunidad Wayúu a acudir ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para obligar al Estado colombiano a que se les garantice su acceso al agua.
En 2016 la Corte Constitucional ordenó que el Estado garantice el abastecimiento de agua para los habitantes de la Guajira y que se abrieran las compuertas del “Cercado”, a pesar de ello, hasta el momento no se ha cumplido dicha orden y por ello en la comunicación también se recuerda que la apertura de la represa es un asunto de supervivencia de comunidades negras e indígenas.
Según datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como resultado de las obras de la represa, el consumo de agua por persona en La Guajira es de 0.7 litros al día, mientras que la mina El Cerrejón consume 17 millones de litros diariamente extraídos del río Ranchería para “disminuir el polvo en sus rutas de transporte del carbón que extrae”.
La represa el “Cercado” fue puesta en funcionamiento en 2010, tiene una capacidad de almacenamiento de 198 millones de metros cúbicos, su profundidad máxima es de 110 metros, manteniendo el nivel de agua en 98 metros. En época de sequía la longitud de entrada del agua es de 7 metros, pero en época de lluvias podría abarcar los 20 metros, es decir que la capacidad de acaparamiento de agua podría superar los 20 metros cúbicos por segundo.
Una de las justificaciones para su construcción es que abastecería 9 distritos de riego, favoreciendo el monocultivo de palma de aceite y la minería de carbón, sin embargo, la realidad es que sólo ha favorecido a la empresa privada, concretamente a Carbones del Cerrejón.
Las consecuencias en la región son fatales. La construcción y operación de la presa, la actividad minera y el monocultivo de la palma de aceite, ha devastado y secado el caudal del río Ranchería y los arroyos Aguas Blancas, La Puente, Cerrejoncito, en total 26 afluentes. La sequía que ha ocasionado, provocó la muerte de cinco mil niños del pueblo Wayúu por desnutrición y enfermedades señala la Unicef.
También se han secado las lagunas del Co, Buzu, Fermín, Roche, Garrapatero, El Chivato, El Burro y El Ejemplo, muchas de ellas eran lugares sagrados, pues no solo eran el abasto de agua a las familias, sino que además, alrededor de ellas las comunidades se congregaban para tomar decisiones o realizar rituales ancestrales.
El documental “El río que se robaron” del periodista Gonzalo Guillén
Lo mismo que las demás 86 naciones indígenas colombianas, compuestas todas ellas por un millón 379 mil personas, la wayúu, es la más grande de todas, con cerca de 300 mil almas repartidas en 2.500 comunidades.
De unos años para acá, los que quedan en Colombia de los primitivos pueblos prehispánicos tienen derechos y reconocimiento en la Constitución Nacional y las leyes. Pero continúan siendo grupos humano marginales, sumidos en un régimen de abusos, abandono y expoliación infrahumanos.
En La Guajira, durante los últimos cuatro años la mortalidad infantil indígena por hambre física en esta zona de Colombia es de proporciones similares a las de las regiones más rezagadas de África. El grueso del dinero que Colombia destina a los indígenas de esa región del país queda atrapado en una red de corrupción que lo absorbe mediante contrataciones leoninas y lo despilfarra en campañas políticas. En las arcaicas rancherías Wayúu las condiciones de vida de hoy son iguales a las del Siglo XVIII descritas en las crónicas de la Colonia Española.
La Guajira, con medio millón de habitantes, posee los principales yacimientos de gas colombiano y de carbón a nivel mundial, debido a lo cual durante los últimos 25 años ha recibido una participación en forma de regalías que supera los 1.500 millones de dólares. Con esos ingresos el nivel de bienestar social debería estar a la altura de los mejores de Europa y no, vale reiterar, como los peores de África.
El Río que se robaron fue admitido en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, de la Organización de Estados Americanos, como prueba judicial principal en un litigio contra el Estado de Colombia en demanda de la recuperación integral y urgente del río Ranchería para los wayúu con el objeto de frenar su acelerado e infrahumano proceso de exterminio.
El proyecto en La Guajira
El río la Ranchería es la principal fuente hídrica del departamento de La Guajira en el norte de Colombia, recorre 15 municipios desde su nacimiento en la Sierra Nevada de Santa Marta hasta desembocar en el mar Caribe. La zona presenta diversos ecosistemas que van de páramos hasta desiertos, predominando este último. En este territorio se encuentra asentado el principal grupo étnico de Colombia los Wayúus, encontrando también grupos como los Wiwa, Yupka, Kogui, Arhuaco y Kankuama quienes han establecido una relación cultural, económica y social con el río la Ranchería. Sin embargo, el contexto social y político de estos grupos étnicos es desolador ya que han sido afectados por la violencia y el desplazamiento por el control del territorio, al ser una zona estratégica con zonas boscosas y salida al mar.
Desde los años 70 se vienen presentando este tipo de sucesos, sin embargo es en el año 2001 que las agresiones incrementaron contra los pueblos Wiwa y Kankuma. En ese año el Instituto Nacional de Adecuación de Tierras (hoy INCODER) convocó a una licitación para el diseño de la construcción de la presa El Cercado y el distrito de riego del río Ranchería, correspondiente a la fase I como una obra multipropósito para acueductos, riego y generación de energía eléctrica.
Los diseños iniciaron en enero de 2002 y finalizaron en noviembre del 2005. En abril de 2007 la comunidad Wiwa, mediante el Consejo Territorial de Cabildos (CTC) interpone una acción de tutela contra la acción realizada como consulta pública para el otorgamiento de la licencia ambiental, las comunidades manifiestan que el proceso de consulta previa no fue adecuado ya que sólo llamaron a espacios de reuniones, pero no se convocó al Consejo Territorial de Cabildos de la Sierra Nevada, que concentra a los cuatro pueblos indígenas quienes son los encargados de entablar procesos de consulta, la cual no se enmarcó dentro de los términos definidos por el Convenio 169 de la OIT y la ley 21/91, pues no adaptó de buena fe las circunstancias de las comunidades directamente afectadas.
La finalización de la presa se da en noviembre de 2010 y el resultado de la acción es denegada en mayo de 2011 debido a que supuestamente la consulta se llevó a cabo en mayo de 2005 y la comunidad faltó al principio de inmediatez, ya que la tutela se realizó después de dos años, a lo que las comunidades mencionaron que se encontraban en un proceso de desplazamiento. El lugar donde se construyó la represa es considerado sagrado por los indígenas, pero ahora es un lugar restringido y peligroso.
A nivel ambiental, el proyecto no cumplió con el plan inicialmente establecido, puesto que no se retiró un alto porcentaje de biomasa antes de proceder al llenado, lo que produjo graves enfermedades en la población, como leishmaniasis y dengue hemorrágico.
La inundación estaba planeada para realizarse en un periodo de tres años, sin embargo se realizó en solo tres meses afectando cultivos, animales y viviendas de las poblaciones aledañas. En la actualidad el agua de la represa se utiliza para riego de cultivos de arroz y palma de aceite, pero principalmente para la mina El Cerrejón.
DesinfoTV; Mayo de 2017
El periodista Gonzalo Guillén denuncia en su documental lo sucedido con el Río Ranchería en La Guajira y las terribles consecuencias que conlleva para las comunidades.
Fuente: Desinformémonos
vía:http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/En_la_Guajira_colombiana_El_rio_que_se_robaron
No hay comentarios:
Publicar un comentario