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Oaxaca propagandística
Carlos Fernández-Vega
Nunca en México se vio un esfuerzo de tal magnitud: un puente aéreo como el organizado por los gringos en Berlín occidental en 1948, que contrarrestó el satánico bloqueo ordenado por el chamuco Stalin. Y 68 años después al inquilino de Los Pinos y su gabinetazo se les ocurrió la brillante idea de emularlo –con las limitaciones del caso, pero al igual que Estados Unidos como medida propagandística, no humanitaria–, con José Antonio Meade en el papel del general Lucius D. Clay.
Da gusto ver que el siempre creativo gobierno federal se aplica y busca por todos los medios que a los oaxaqueños no les falte comida, especialmente a quienes habitan en las zonas misérrimas en uno los estados más depauperados de la República. Lástima que el arrojo oficial llega demasiado tarde, porque, con CNTE o sin ella, con bloqueos o no, el hambre en Oaxaca es ancestral y nadie hizo, ni hace, nada para evitarlo.
Brillante iniciativa. Fue necesario que se levantara la CNTE, que bloqueara algunas zonas del estado, que los policías federales y los estatales impunemente asesinaran a ocho oaxaqueños e hirieran a cientos más, y –especialmente– que los empresarios reclamaran daños incalculables a sus haberes, para que Peña Nieto y sus muchachos pusieran el plan en acción.
La diferencia, claro está, es que el puente aéreo de Berlín se prolongó por casi un año (con un abasto diario de 4 mil 700 toneladas para alrededor de 2 millones de habitantes) y el de Oaxaca por escasos tres días (con un abasto total de 610 toneladas para alrededor de un millón y medio de habitantes en 48 municipios del estado), de acuerdo con el plan del general José Antonio D. Clay.
Meade lo detalló así: comenzó el puente aéreo para llevar productos básicos a la costa de Oaxaca. Se realizarán seis vuelos en naves de la Secretaría de la Defensa Nacional para en total trasladar 110 toneladas durante tres días. El puente aéreo concluirá el sábado y de ser necesario se extenderá por más tiempo. También para Guerrero se enviarán 500 toneladas, para llegar a un abasto de 610 toneladas (ello, desde luego, con la esperanza de que todas ellas se distribuyan gratuitamente entre la población objetivo, porque es tradición que el robo de mercancía comienza desde el empaquetado mismo).
Se trata, dijo, de dos vuelos diarios que realizará la Sedena a Huatulco y Puerto Escondido, desde donde se abastecerá con maíz, frijol, leche en polvo y otros productos básicos a cinco almacenes rurales de Diconsa y de ahí a las tiendas que se encuentran en las comunidades más pobres. En Oaxaca las tres cuartas partes de las ventas corresponden a maíz, el cual es más difícil de movilizar por el peso. Debido a la dificultad para abastecer al estado por los bloqueos, se mantiene un mayor rezago en el Istmo y la costa, donde el abasto de Diconsa es de 30 por ciento. Hay 800 tiendas que no se han abastecido. En la Mixteca ya se ha llegado a tres cuartas partes de las tiendas, pero en la costa sólo a 30 por ciento (La Jornada).
Así, los oaxaqueños dan gracias a la CNTE y a la población que la apoya, porque de otra suerte el gobierno federal (del estatal ni qué decir) nunca hubiera movido su aparato propagandístico, y mucho menos unas cuantas toneladas de alimentos, para dar la impresión de que le preocupa el hambre en el estado.
Incluso para la deteriorada imagen del gobierno peñanietista su repentino interés humanitario en Oaxaca, con su autóctona versión del general Clay, es extremadamente tardía. Ancestral es el hambre y desabasto en la entidad (y en tantas otras de la República), en el entendido de que aún con anaqueles rebosantes, sin dinero no se compra nada y los habitantes del estado no son precisamente pudientes.
De acuerdo con la información del Coneval, a estas alturas 92 de cada cien residentes en el estado (recuérdese que la diáspora oaxaqueña es enorme) son pobres o socialmente vulnerables, es decir, sólo ocho de cada cien no tienen carencias y, por lo mismo, comen tres veces al día.
En 2010, 26.4 por ciento de los residentes en Oaxaca no tenía acceso a la alimentación; en 2014 la proporción se incrementó a 35.1 por ciento. En la misma tónica, entre un año y otro los oaxaqueños con un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo pasó de 36.2 a 42.1 por ciento, y aquellos con ingreso inferior a la línea de bienestar a secas avanzó de 68.3 a 68.8 por ciento.
Pero parece que nadie en Los Pinos registró la numeralia citada, porque es de suponer que en caso contrario Peña Nieto de inmediato hubiera organizado un puente aéreo a Oaxaca –siempre bajo las órdenes del Pepe Toño Meade D. Clay– y a Chiapas, Guerrero, Veracruz, Hidalgo y muchos estados más (por no decir todos), porque los 63 millones de mexicanos en pobreza se diseminan en la República y el hambre campea la geografía nacional, con CNTE o sin ella.
De otra forma alguien pudiera suponer que el puente aéreo aplicado ahora es oportunismo puro, propaganda barata y un intento –a todas luces fallido– de quitarse de las manos el color rojo que tanto le desagrada al gobierno federal.
Entonces, menos puentes aéreos propagandísticos y más políticas públicas que beneficien a todos los mexicanos –no a los amigos del régimen– y que permitan al país salir del hoyo.
vìa:
http://www.jornada.unam.mx/2016/07/01/opinion/023o1eco
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