El Telégrafo
Más de una decena de precandidatos
presidenciales en el Ecuador parecerían ofrecer una gama de alternativas
electorales para febrero de 2017. Pero todos tienen en la mira la
derrota del “correísmo”. Alguna perspectiva histórica puede adentrarnos
en esa vorágine.
La Revolución juliana (1925-1931) inauguró el intervencionismo económico estatal (monetario y financiero), los impuestos directos para redistribuir la riqueza, y la legislación laboral, con todo lo cual se inició el largo camino de superación del régimen oligárquico en el país. Como reacción, los sectores privados tradicionales levantaron 3 posiciones, que con el paso del tiempo, se han reproducido como comportamientos habituales de las derechas económicas: rechazo al “estatismo”, a los impuestos directos (sobre todo rentas) y cuestionamiento a las conquistas laborales.
Durante las décadas finales del siglo XX, bajo un contexto mundial marcado por la globalización transnacional, el derrumbe del socialismo y el auge del neoliberalismo, se consolidó en el país un modelo empresarial de economía no solo identificado con las posiciones históricas ya señaladas, sino también inspirado en el recetario de lo que en los noventas se bautizaría como Consenso de Washington.
En la actualidad, como puede seguirse a través de los pronunciamientos de las cámaras de la producción y de las derechas económicas, el anhelo por “des-correizar” la economía busca reducir el gasto público, que el Estado no interfiera con las actividades privadas, que se atienda a los “sectores productivos”, se abra el país a la inversión extranjera así como a los tratados de libre comercio; que disminuyan los “excesivos” impuestos y, además, se flexibilice el régimen laboral.
Es el mismo modelo del pasado inmediato que intenta volver al escenario. Es imposible que ese “modelo” sea reivindicado por Alianza País (AP) o por el Acuerdo Nacional por el Cambio (ANC), que integra a las izquierdas tradicionales. Políticamente, los únicos partidos capaces de representar en forma auténtica al modelo empresarial son el Social Cristiano-Madera de Guerrero (SC-MG), CREO y SUMA. Tanto SC-MG como CREO han adelantado sus precandidaturas presidenciales, y SUMA exactamente sumará a cualquiera de los 2. Pero la experiencia histórica (gobierno de León Febres-Cordero y alcaldía de Guayaquil) ha demostrado que SC-MG no solo representan intereses de las derechas económicas, sino también de los regionalistas e incluso autonomistas de las élites de Guayaquil, lo cual le resta fuerza en la Sierra, donde CREO tiene mejores posibilidades de ingreso y crecimiento.
En la Unidad sellada en Quito con esos partidos, Avanza y Podemos carecen de opciones presidenciales exitosas y lo mismo ocurre con las personalidades indígenas de la Conaie que estuvieron presentes. Sus convergencias seguramente buscan espacios para la Asamblea Nacional. Pero con su posición apuntalan al bloque de la derecha, que se alista para las elecciones, aunque bajo el signo de una división irreconciliable, porque CREO, como lo ha anunciado, irá por su propia ruta.
Fuente: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/unidad-de-las-derechas
La Revolución juliana (1925-1931) inauguró el intervencionismo económico estatal (monetario y financiero), los impuestos directos para redistribuir la riqueza, y la legislación laboral, con todo lo cual se inició el largo camino de superación del régimen oligárquico en el país. Como reacción, los sectores privados tradicionales levantaron 3 posiciones, que con el paso del tiempo, se han reproducido como comportamientos habituales de las derechas económicas: rechazo al “estatismo”, a los impuestos directos (sobre todo rentas) y cuestionamiento a las conquistas laborales.
Durante las décadas finales del siglo XX, bajo un contexto mundial marcado por la globalización transnacional, el derrumbe del socialismo y el auge del neoliberalismo, se consolidó en el país un modelo empresarial de economía no solo identificado con las posiciones históricas ya señaladas, sino también inspirado en el recetario de lo que en los noventas se bautizaría como Consenso de Washington.
En la actualidad, como puede seguirse a través de los pronunciamientos de las cámaras de la producción y de las derechas económicas, el anhelo por “des-correizar” la economía busca reducir el gasto público, que el Estado no interfiera con las actividades privadas, que se atienda a los “sectores productivos”, se abra el país a la inversión extranjera así como a los tratados de libre comercio; que disminuyan los “excesivos” impuestos y, además, se flexibilice el régimen laboral.
Es el mismo modelo del pasado inmediato que intenta volver al escenario. Es imposible que ese “modelo” sea reivindicado por Alianza País (AP) o por el Acuerdo Nacional por el Cambio (ANC), que integra a las izquierdas tradicionales. Políticamente, los únicos partidos capaces de representar en forma auténtica al modelo empresarial son el Social Cristiano-Madera de Guerrero (SC-MG), CREO y SUMA. Tanto SC-MG como CREO han adelantado sus precandidaturas presidenciales, y SUMA exactamente sumará a cualquiera de los 2. Pero la experiencia histórica (gobierno de León Febres-Cordero y alcaldía de Guayaquil) ha demostrado que SC-MG no solo representan intereses de las derechas económicas, sino también de los regionalistas e incluso autonomistas de las élites de Guayaquil, lo cual le resta fuerza en la Sierra, donde CREO tiene mejores posibilidades de ingreso y crecimiento.
En la Unidad sellada en Quito con esos partidos, Avanza y Podemos carecen de opciones presidenciales exitosas y lo mismo ocurre con las personalidades indígenas de la Conaie que estuvieron presentes. Sus convergencias seguramente buscan espacios para la Asamblea Nacional. Pero con su posición apuntalan al bloque de la derecha, que se alista para las elecciones, aunque bajo el signo de una división irreconciliable, porque CREO, como lo ha anunciado, irá por su propia ruta.
Fuente: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/unidad-de-las-derechas
vìa:https://www.rebelion.org/noticia.php?id=214645
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