Se
trató de un asesinato planificado para ir sentando al interior de la
Marina de Guerra los principios que regirían el sanguinario golpe de
Estado del 11 de septiembre. La derecha fascista perpetró el
crimen…Washington lo cobijó y financió. Nuestra memoria sigue viva.
En la medioanoche del día 26 de julio de 1973, el Edecán Naval del Presidente Salvador Allende, comandante Arturo Araya Peeters, fue asesinado por un francotirador que le disparó a mansalva desde algún lugar frente a su domicilio.
Poco antes había llegado a su casa, tras asistir –acompañando al mandatario socialista- a una recepción en la embajada de Cuba. Uno de los delincuentes que participó en el delito, Guillermo Claverie Bartet,
fue condenado a tres años de prisión. Sin embargo, no permaneció ni un
día en la cárcel purgando esa pena. Incluso, estando prófugo, fue
indultado por la dictadura gracias a una decisión del almirante José Toribio Merino Castro.
Se trató de un asesinato planificado para ir sentando al interior de la Marina de Guerra
los principios que regirían el sanguinario golpe de Estado del 11 de
septiembre, y a la vez un recordatorio de que todo hombre de la Armada
que no estuviese de acuerdo con los planes fascistoides del almirante
Merino Castro sería considerado traidor y castigado con la muerte. Así
ocurrió con Araya, un hombre limpio y leal a la Constitución.
La noche del 26 al 27 de julio de 1973, un francotirador abrió fuego contra el marino, mientras los mercenarios de Patria y Libertad
armaban una algazara en la calle frente a su casa, luego de hacer
algunos disparos al aire a objeto de lograr que el edecán presidencial
saliese al balcón de su domicilio para investigar lo que sucedía. En ese
momento, una bala impactó en el pecho del comandante Araya Peters.
El crimen, que en su momento la derecha y
los servicios de inteligencia navales intentaron achacar a fantasmales
grupos armados de izquierda, fue en realidad la obra de una sórdida
conspiración ultraderechista con apoyo de oficiales golpistas de la
Marina.
Un total de 32 miembros de Patria y Libertad, cuyo fundador era Pablo Rodríguez Grez, fueron detenidos y procesados por la Fiscalía Naval,
pero todos quedaron libres tras algunos tirones de orejas. Sólo uno de
ellos, Guillermo Claverie, luego de haber estado un tiempo prófugo,
resultó condenado a tres años y un día de prisión como autor material
del crimen, pena que tampoco cumplió ya que, al final, todos los
conspiradores fueron indultados en 1981 por el asesino y ladrón
apellidado Pinochet Ugarte, “por servicios prestados a la Patria”.
En una entrevista publicada por el diario La Nación,
Claverie juró que era inocente y aseguró que fue obligado a confesar
tras sufrir múltiples torturas efectuadas por oficiales de la Marina y
de la Fuerza Aérea, y que al parecer fue elegido como chivo expiatorio por sus jefes de Patria y Libertad, entre ellos Pablo Rodríguez.
Aunque admitió haber estado en el lugar
de los hechos, dijo que siempre permaneció en la calle y que la
trayectoria de la bala que mató al edecán, que estaba en un balcón, era
de arriba hacia abajo. Afirmó además haber disparado su pistola después
que vio caer al hombre del balcón y que en ese momento ignoraba de quién
se trataba. Las declaraciones de Claverie fueron parte en la Corte de Apelaciones del alegato de Arturo Araya, hijo de la víctima y abogado querellante en el juicio.
El planificado crimen cometido contra el Comandante de la Marina y edecán del Presidente Allende, ocurrido en la calle Fidel Oteíza -entre Marchant Pereira y Carlos Antúnez- de la comuna de Providencia,
fue en definitiva y claramente una bien montada operación terrorista de
inteligencia y desestabilización política, estructurada por la extrema
derecha junto a grupos fascistas y ultra nacionalistas insertos en las
fuerzas armadas, quienes contaban con apoyo y financiamiento de la Central de Inteligencia Americana (CIA), tal como reconoció muchos años después el gobierno norteamericano al desclasificar sus documentos confidenciales.
Los golpistas del SIN
(Servicio de Inteligencia Naval) ya venían ejecutando decenas de
atentados y autoatentados con bombas, algunos previamente ‘negociados’,
como el realizado en la casa del Almirante golpista Ismael Huerta a mediados de julio de 1973 en Viña del Mar, con el objetivo de ir construyendo un ambiente favorable al próximo golpe de estado.
La ametralladora “Bataan” con la que el militante del Comando Rolando Matus y agente del SIN infiltrado en la empresa estatal Ecom,
Guillermo Claverie Bartet, disparó al comandante Araya después de hacer
explotar una bomba señuelo y balear el frontis de la casa para hacerlo
salir al balcón, fue suministrada por el SIN a través de Jorge Ehlers Trostel, personaje que después –en plena dictadura- ocuparía un alto cargo en el área de deportes (Digeder).
Claverie Bartet ya había sido detectado
disparando contra tropas leales a la Constitución el día del tanquetazo
(junio de 1973) desde una terraza de Ecom (el tipo creía que ese día la
Marina iniciaba un golpe, eso fue publicado poco antes del golpe por el
quincenario dirigido por Marta Harnecker, ‘Chile Hoy’). Fue echado de Ecom, pero no entregado a la Policía… ¡¡increíblemente!!
LOS ASESINOS FRAGUAN COARTADA INDIGNANTE
Al entonces teniente del SIN, Daniel Guimpert Corvalán junto con el capitán de Inteligencia de Carabineros Germán Esquivel Caballero, quien más tarde participaría en múltiples ‘desapariciones’ cometidas por el Comando Conjunto y el Sicar, le cupo realizar uno de los aspectos más sucios y cobardes del complot desestabilizador.
Al otro día del asesinato del edecán
naval del Presidente Allende -un sábado- Esquivel y Guimpert recorrieron
diversas comisarías buscando un “chivo expiatorio” a quién cargarle el
crimen. El elegido fue un preso por ebriedad que trabajaba en una
empresa Corfo (Seam) y portaba un carnet de militante de un partido de la Unidad Popular (el Partido Radical).
Como eso no era muy convincente ni bastaba para completar sus planes, fabricaron un carnet del Partido Socialista
e interrogaron “privadamente” al funcionario que, sometido a salvajes
torturas, se auto inculpó de haber participado en el asesinato “junto
con un comando del PS-Elenos” y
algunos cubanos. El mecánico de Seam Corfo terminó encargado reo y
procesado por la Justicia Naval bajo la dirección del fiscal Aldo Montagna.
El nombre del mecánico eléctrico de Seam Corfo torturado por Guimpert y Esquivel era José Luis Riquelme Bascuñán y fue interrogado y encargado reo por el ministro conspirador de la Corte de Apelaciones (Abraham Meerson) y por el fiscal militar Joaquín Erlbaum.
El desgraciado mecánico fue tan bien torturado que se echaba la culpa
de haber participado en el crimen con un grupo de GAP’s y cubanos
dirigidos por Bruno (Domingo Blanco) uno de los jefes del GAP.
Al día siguiente, los medios opositores y diversos políticos -entre los que destacaron los senadores derechistas Víctor García Garzena y Fernando Ochagavía, junto al diputado demócrata cristiano Claudio Orrego Vicuña y al director del diario democristiano ‘La Prensa’, Jorge Navarrete- iniciaron una campaña de injurias y acusaciones contra el gobierno de la UP y la representación cubana en Chile.
El problema para los conspiradores de
diversos pelajes y militancias que se concertaron en torno al falso
hallazgo de los asesinos del comandante Araya fue que, a los pocos días,
la Policía de Investigaciones detuvo a casi todos los miembros de la banda conformada por elementos del Comando Rolando Matus (CRM), Partido Nacional (PN), Democracia Radical (DR) y Patria y Libertad, que habían participado directamente en el asesinato del edecán.
Entre ellos, destacaban: el presunto autor de los disparos (Guillermo Claverie), una dirigente de la Juventud del Partido Nacional y del CRM -Uca Eileen Lozano-, el hijo “Patria y Libertad” del conocido empresario panadero Castaño, Odilio Castaño Jiménez; el militante de Patria y Libertad, Luis “Fifo” Palma Ramírez, que dos años después tendría una destacada participación en el Sifa y en las desapariciones del Comando Conjunto, un sobrino CRM del psiquiatra de la Dina, Laihlacar, de apellidos Potin Laihlacar, el dirigente de la DR, Guillermo Schilling, y un militante del CRM, Miguel Sepúlveda Campos, hijo de un conocido almirante retirado. (**)
Los que no fueron detenidos se escondieron en un fundo de la Región de Valparaíso
y se entregaron a un comando de la Marina al otro día del golpe. Los
que estaban detenidos y procesados en las cárceles de Valparaíso y Santiago
fueron sacados de prisión el 12 de septiembre por comandos del SIN e
integrados a las actividades represivas. El crimen del comandante Araya
quedó impune y con expediente desaparecido.
CAMBIA, TODO CAMBIA
El teniente Guimpert Corvalán salió de
la Marina a fines de los 70´s y se dedicó a regentar un negocio de venta
de armas en las cercanías del Edificio de las FFAA en la Plaza Bulnes.
Gozaba de libertad bajo fianza hasta que fue nuevamente detenido,
inculpado en más de una decena de casos de detenidos desaparecidos, en
algunos de los cuales fue incluso indultado a principios de los años
90´s.
Su cómplice en el intento de
falsificación del asesinato del comandante Araya -Guillermo Esquivel-
llegó al grado de coronel de carabineros en la Dicomcar
y fue detenido -por cheques protestados- en 1991. Falleció en extrañas y
nunca aclaradas circunstancias en 1993, mientras estaba denunciado en
diversos procesos por desapariciones y asesinatos.
Luego de 35 años del asesinato del
valeroso edecán del Presidente Allende, la versión oficial que entregó
la dictadura comienza a desmoronarse en los tribunales y emerge la
verdad: Se trató de un crimen planificado por la derecha en contra del
comandante Araya. La medida, que la familia del oficial había solicitado
por primera vez en agosto del año 2003, se aprobó ante la aparición de
nuevos antecedentes aportados por Guillermo Claverie.
El 28 de abril de 2008, la Corte de Apelaciones de Santiago ordenó reabrir la investigación del asesinato. Por unanimidad, la Octava Sala
del tribunal de alzada determinó que el juzgado a cargo del caso
proceda a la reapertura de la investigación, tome testimonio a Guillermo
Claverie Bartet (hoy tiene 63 años de edad) y realice otras diligencias
que de ello se deriven.
El relato que Claverie entregó a los periodistas de ‘La Nación Domingo’,
hace pocos años, mueve a la duda. Aseguró que todavía sentía miedo de
lo que pueden hacerle los viejos (y nuevos) miembros de las cofradías
golpistas.
“Nunca pude leer mis declaraciones que
me hicieron firmar en la Fiscalía Naval. Y un día que me puse a leer una
de ellas, después de un interrogatorio, el secretario del fiscal naval
Aldo Montagna, el oficial Jorge Garretón Iturra, se
metió la mano a la chaqueta del uniforme y sacó una pistola. Y me dijo:
‘¡Oye, huevón, que leís tanto, agradece que todavía estai vivo y firma
ahí!’. Y por supuesto que así siempre firmé todo”.
Sus confesiones confirman lo que los
hijos del edecán han ido descubriendo en estos últimos años, hurgando en
el expediente del juicio iniciado por la justicia naval y que culminó
en 1980 con una condena de tres años para Claverie, como único autor
material, y con penas inferiores por delitos menores para otros miembros
del grupo que actuó esa noche: “Es que esa investigación está plagada
de vicios”, sostiene Arturo, el hijo mayor del edecán, que es abogado.
Con estas confesiones de Claverie, los
hijos del edecán lograron que la Corte de Apelaciones de Santiago
ordenara reabrir el nuevo proceso iniciado a partir de la querella que
interpusieron en 2003, pero que en su momento fue sobreseído y archivado
por el 18º Juzgado del Crimen de Santiago.
LAS PREGUNTAS QUEMANTES
Para hacer salir al comandante Araya al balcón, Juan Zacconi y Guillermo Necochea
(miembros de ‘Patria y Libertad’) lanzaron una bomba frente a su casa.
La llegada del edecán a su domicilio fue anunciada a éstos por otra
bomba que explotó en las cercanías, lanzada por otro grupo. El segundo
bombazo, el de Zacconi y Necochea, fue la señal para que el tercer
grupo, que debía entrar por la calle Fidel Oteíza, cometiera el
asesinato.
Los peritajes balísticos detectaron
cinco impactos en los muros de la casa del capitán de navío. Pero las
vainillas halladas frente a la casa sólo fueron cuatro. Con el proyectil
que hirió de muerte al edecán, y que entró directo sin antes rebotar en
parte alguna, los disparos suman seis. Pero nunca se hallaron las otras
dos vainillas. Y las pericias balísticas establecieron que las
vainillas encontradas en la calle, correspondientes a los disparos
hechos por Claverie, no pertenecían al proyectil que perforó el cuerpo
del edecán.
Eso significaría que al comandante lo
asesinaron con un arma distinta, y le dispararon desde otro lugar
-presumiblemente desde el frente de su casa-, ligeramente desde arriba
hacia abajo. A pesar de todas estas evidencias, la investigación naval
concluyó que el edecán de Allende murió por uno de los disparos de
Claverie. Pero este insiste en explicitar muchas preguntas, todas ellas
sin respuestas oficiales.
¿Quién hizo los dos disparos que varios
testigos, según declararon en el proceso del Juzgado Naval, escucharon
inmediatamente antes de que el edecán lanzara su ráfaga hacia el frente y
minutos antes de que Claverie hiciera sus cuatro disparos?
¿Contrató el ex cadete naval Jorge
Ehlers Trostel a un francotirador para que asesinara al comandante Araya
Peeters, aprovechando el caos que el mismo Ehlers ordenó crear al grupo
de ultraderecha esa noche en las cercanías de la casa del edecán?
¿Por qué Ehlers literalmente huyó a Alemania días después de que los hijos del edecán interpusieron la querella en septiembre de 2003, refugiándose en ese país hasta hoy?
¿Por qué nadie tomó en cuenta la
declaración de dos prostitutas que figura en el expediente de la
justicia naval, quienes afirmaban que, paradas esa noche en la esquina
de Pedro de Valdivia con Providencia y segundos después
de escuchar disparos, vieron salir de un lugar a dos hombres corriendo,
uno de ellos con un fusil en la mano, y que se subieron a una camioneta
que tenía un disco que les pareció de vehículo fiscal?
TORTURAS, PRESIONES Y AMENAZAS
Detenido preventivamente en la Cárcel Pública de Santiago,
una mañana –aún en plena dictadura- los gendarmes sacaron a Claverie y
le condujeron a la oficina de la Fiscalía Naval. En ese lugar, contó el
mismo Claverie al diario La Nación, lo recibió el oficial naval Germán Arestizábal, quien oficiaba como actuario. “Me hizo subir a un Austin Mini, donde reconocí al oficial de la Fuerza Aérea de apellido Schindler, compañero de colegio”. Le vendaron la vista y lo llevaron a la Academia de Guerra Aérea, en Las Condes.
“Ahí me amarraron a un catre y empezaron
a golpearme en la planta de los pies con un palo o un fierro. Después
me inyectaron en la vena lo que yo creo que fue pentotal, porque todavía
no me sacaban mi propia confesión del crimen del edecán, como ellos
querían. Nunca supe lo que respondí, pero no puedo haber dicho algo que
era falso”, expresa.
Días después, al salir de una oficina
donde había comenzado a trabajar, se le acercó un auto desde el cual
descendió un individuo que él conocía, el que le obligó a subir al
vehículo.
“Era el ‘Fifo’ Palma (Luis Palma
Ramírez, que después integró el Comando Conjunto) y en el auto vi como
cinco metralletas. El Fifo me dijo. ‘¿Sabís que ahora te podemos matar
por andar hablando, huevón? Vos sabís que en esto está metida gente que
ahora es muy importante. Que no se te olvide’”.
Esa última frase del tal ‘Fifo’ Palma
–suponiendo que Claverie dice la verdad- es la que deberá dilucidar el
juzgado a cargo de la reapertura del caso, pues resulta vital establecer
la identidad de aquella “gente que ahora es muy importante”. ¿Qué tan
‘importante’ es hoy esa gente? ¿Parlamentarios? ¿Empresarios?
¿Diplomáticos chilenos en el extranjero? ¿Oficiales retirados de las
Fuerzas Armadas? ¿Oficiales aún activos? ¿Dirigentes políticos?
¿Dirigentes de gremios patronales? Tarde o temprano el país conocerá sus
nombres, los que serán agregados al de Guillermo Claverie, quien sí
estuvo en uno de los grupos sediciosos y criminales aquella infausta
noche.
(**) LA LISTA DE INTEGRANTES DEL COMANDO ASESINO (publicado por Revista ‘Cauce’ Nº 15, del 09/07/1984).
René Guillermo Claverie Bartet
Mario Eduardo Rojas Zegers
Guillermo Francisco Necochea Aspillaga
Miguel Víctor Sepúlveda Campos (hijo de un Almirante (r))
Uca Eileen Lozano Jeffs (CRM-JN)
Guillermo Adolfo Schilling Rojas (primo del ‘Mamo’ Schilling, dirigente del Partido Socialista)
José Eduardo Iturriaga Aránguiz
Luis Guillermo Perry González
Luis César “Fifo” Palma Jiménez (posteriormente, fue miembro del Comando Conjunto)
Ricardo Vélez Gómez
Rafael Mardones Saint Jean (primo hermano de José Luis Mardones Santander, Presidente del BancoEstado)
Adolfo Palma Ramírez (hermano del Fifo Palma)
Enrique Quiroz Ruiz
Wilfredo Humberto Perry González
Odilio Castaño Jiménez (actual co-dueño de la cadena de panaderías ‘Castaño’)
Carlos Fernando Farías Corrales
Juan Zacconi Quiroz
Andrés Pablo Potin Lailhacar
Tito Alejandro Figari Verdugo
___
Por Arturo Alejandro Muñoz
Junio 30 de 2012
Publicado en www.elclarin.cl
Vìa:
http://www.elciudadano.cl/2012/07/02/54497/hace-39-anos-el-asesinato-del-comandante-arturo-araya-peeters/
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