Magallanes, Calama y Aysén –sin olvidar al Wallmapu-,
sus pueblos brillan junto a sus territorios al salir con el pecho en
alto a defender lo que creen justo, con dignidad y en ejercicio
soberano para decir qué es lo que quieren para sus hábitats, en una
demanda organizada que reclama atención y que representa el olvido de la
provincia en todo el país.
La respuesta por parte del Gobierno y el centralista Santiago no
ha sido otra que mantener prendida la política de aspiradora de los
recursos naturales de las regiones, el alza de cargas tributarias al
pequeño y las regalías a las corporaciones, el control de las vidas y el
dominio de las decisiones de una forma que ya no deseamos y que se
manifiesta con la voz en alto desde diversos sectores y localidades.
El abuso de poder amparado en figuras como el Estado de Chile,
cuya misión ha de ser la protección de su ciudadanía y administrar
equitativamente sus recursos y posibilidades, pero que flagrantemente
pone en riesgo los derechos humanos de las personas, pues mediante el
actuar de sus policías ha llegado a un límite insospechado, disfrazando
su accionar en la contención del protestante, y la disuasión, mediante
infiltraciones y otras estrategias fallidas de la inteligencia
‘hinzpeteriana’, sumadas a graves actuaciones de quienes alguna vez
dijeron ser “un amigo en tu camino”, dejando gravemente heridos ya a
cientos en los últimos años, e impunemente aún en muchos casos,
asesinado a importantes luchadores sociales de los castigados pueblos de
Chile –o a quien se encuentre en el camino de sus balas, como Manuel Gutiérrez-.
Pero
la constante y diversa movilización social del país en los últimos
años, por momentos parece no verse y de ello se encarga la tele
“chilensis” que sigue sin disimulo un guión que prende luces al show de
la silicona y otra serie de banalidades que ocupan gran parte de la
parrilla programática de los canales, con honrosas excepciones. Una
cobertura desmesurada de un Festival que ensalza la trivialidad en la
misma semana en que la población en Aysén le dijo basta al abandono y a
la sordera estatal.
Lo más triste es
que si cambias de canal te encontrarás con otro programa hablando
prácticamente de lo mismo, pero espacios para el debate ciudadano, para
lo político, para hablar de economía, ciencia o religión en profundidad,
escasean. La ciudadanía se cansa y establece nuevos mecanismos para
tomarse los espacios que se le habían arrebatado.
El
diálogo social que dan los pueblos organizados en sus territorios y sus
profundos anhelos no tienen la cabida que debiesen tener en un canal
que se dice de todos los chilenos, las cámaras son apuntadas -o mejor
dicho apagadas- en favor de unos pocos que siguen tratando de dar
gobernabilidad a la gran patraña. El discurso del poder se replica y se
amplifica, mientras las voces y los reclamos ciudadanos se siguen
reprimiendo en las calles, estigmatizando el descontento con etiquetas
que buscan establecer el miedo y acallar las voces que se han cansado de
permanecer apagadas.
Mientras tanto,
conceptos como los de gobernanza -una forma de gobernar de manera
horizontal- aún no han sido internalizados y socializados. Los partidos
monolíticos de una élite y el centralismo asfixiante de Santiago
comienzan a colmar la paciencia de los actores locales que exigen
soluciones concretas, por su parte el Gobierno desafía al movimiento y
condiciona la entrega de su propuesta al término de los bloqueos de
caminos. Parece que un año de movilizaciones por la educación no les
sirvió para aprender nada. Por mientras, no escatima recursos en enviar
tropas y tropas de fuerzas especiales a reprimir duramente a las
personas, incluso dentro de sus propios hogares, sin medir consecuencias
sobre su accionar en niños, niñas y personas de la tercera edad.
Por
otra parte, vemos cómo las estrechas relaciones entre quienes nos
gobiernan, reprimen, usurpan y atropellan y quienes nos venden la comida
y hasta el agua, están dadas por parentescos y amistades que forman una
enmarañada telaraña lista y dispuesta a atrapar todo lo existente.
Un
Gobierno que prometió excelencia y que ha ubicado a sus cercanos en los
puestos de poder por afinidad y que ha demostrado en más de una ocasión
que no se apela a los méritos sino a las simpatías. Otra falacia de sus
promesas incumplidas.
Si nuestra
memoria no falla, en un momento de la historia de Chile los alcaldes
comunales intentaron confederarse y mandar ‘a la cresta’ al gobierno
central como a los partidos, tal vez un nuevo intento no sería en vano
para avanzar constituyentemente desde lo local, ante tanta desidia de
Santiago.
Es evidente, ante la
ineptitud de los sucesivos gobiernos centrales las organizaciones
sociales vivas han levantado clásicas y novedosas formas de articular su
lucha política en un injusto y desigual escenario de oportunidades para
el éxito de los cometidos.
En este
escenario la socialización de las experiencias de lucha, las señales de
fraternidad entre los pueblos, el pensar y actuar como tan bien lo ha
expresado el movimiento social de Aysén “tu problema es mi problema”,
serán parte importante de los ingredientes que nos permitan superar la
doctrina del shock y el stress, al que ha sido sometido nuestro país, su holograma que hemos de vencer con criterio de realidad y con organización social.
Arriba Aysén, arriba Calama, arriba Magallanes, arriba lamien,
arriba todos los pueblos de Chile contra el abuso de poder, el saqueo
económico, ambiental y social. Adelante los pueblos constituyentes.
Adelante quienes luchan.
Por Equipo Editor
El Ciudadano Nº120, primera quincena marzo 2012
Nota:
Invitamos a todos los lectores y lectoras, amigos y amigas de El
Ciudadano a hacer que ésta y las próximas ediciones que salgan a kioscos
se agoten. Si habitualmente usted compra un ejemplar, compre dos y
regálelo a otra persona. El slogan es: “Haz que se agote… para que nunca se acabe”.
Fotografía: Marcha Mapuche en Santiago, abril 26 de 2012/ Azkintuwe
Vìa:
http://www.elciudadano.cl/2012/04/27/51716/crece-el-movimiento/
http://www.elciudadano.cl/2012/04/27/51716/crece-el-movimiento/
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