Revolución
traicionada. El ejército egipcio se colude ahora con la odiada Hermandad
Musulmana para producir, bueno, un nuevo Egipto que se parece mucho al
viejo, ya sin Mubarak y la mayoría de sus esbirros (no todos), pero que
conserva intactos los corruptos privilegios militares a cambio de
permitir que los barbudos compartan el poder.
Fuera del cuadro quedan los jóvenes revolucionarios seculares que en
verdad combatieron en las calles a los esbirros de Mubarak y los echaron
de ellas para librarse del dictador de 83 años.
El cuadro es sombrío: la primavera árabe transformada en el eterno
otoño árabe. Y el único pan y circo para dar a los jóvenes egipcios que
demandaban dignidad a cambio de su valor será la vista del viejo león,
agotado y todavía incrédulo, en su jaula de hierro en el centro de
convenciones de El Cairo, este miércoles.
Si: para la enfurecida juventud de Egipto –y para los deudos de los
850 mártires de la revolución–, el juicio a la compañía que solía
manejar la deficiente empresa, H Mubarak e Hijos SA, todos en la jaula
que el presidente del consorcio inventó para sus enemigos.
¿Un ex dictador venido a menos, o una revolución venida a menos? Las
perspectivas no son buenas. La juventud y los partidos seculares
sospechan que el juicio de este miércoles será
inaugural: durará un día y luego vendrá un aplazamiento de un mes o dos para dar tiempo a que el viejo presidente de la compañía se muera en su cama de Sharm el Sheikh.
Pero lo estamos enjuiciando, como ustedes pidieron, dirá el ejército. Y vendrán nuevas reuniones con la Hermandad Musulmana.
No es sólo que el mariscal de campo Tantawi, jefe del Supremo
Consejo Militar y amigo de Mubarak, dirija el espectáculo. Ahí está, por
ejemplo, el mayor general Mohamed al-Assar, miembro del Consejo
Supremo, contándole al Instituto de Paz en Washigton lo madura y
cooperativa que se ha vuelto la hermandad:
Día tras día, la hermandad cambia y adopta una ruta más moderada, fue lo que dijo. Sí, cómo no: la semana pasada los hermanos tomaron la plaza Tahrir para demandar que la nueva constitución egipcia esté basada en la sharia. Pero Tantawi, al-Assar y los demás de la brigada de los galones dorados harán lo que sea para evitar el cambio verdadero en el que insisten los revolucionarios originales.
En vez de la destrucción de todo el sistema corrupto, los revolucionarios obtendrán la
revolución desde dentro, junto con los rollizos y barbudos hombres de edad mediana cuya existencia fue la razón original por la que los estadunidenses daban su respaldo a Mubarak. Más tarde, sin duda, se les podrá convertir otra vez en amenaza… tan pronto como el espíritu del mubarakismo esté de nuevo en su lugar.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
Vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/08/02/opinion/023a1mun
http://www.jornada.unam.mx/2011/08/02/opinion/023a1mun
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