(APe).- Los dioses griegos jugaban con la vida de los seres humanos.
Esa es una de las ideas centrales de la mitología.
Seres apasionados por las pasiones humanas que, sin embargo, miraban a todos desde arriba, desde la cima del monte Olimpo con la intención de juzgar de manera arbitraria.
No había causas si no la moira, el destino.
Las parcas que tejían y destejían las madejas de las vidas y las cortaban cuando querían.
Y los dioses reían mientras bebían y disfrutaban de sus existencias.
Los Olimpos se multiplicaron en los últimos doscientos años.
Desde el desarrollo del sistema capitalista, ciertos hombres que amasaron fortunas gigantescas, creen que sus miradas son los ojos del mundo y sus habitantes.
Que sus reflexiones sirven para que los mortales, de una buena vez, aprendan el significado de la vida.
Y si no lo aprenden, mala suerte, ellos, los dioses contemporáneos, seguirán disfrutando en los reciclados Olimpos del tercer milenio.
Uno de esos dioses del sistema se llama Carlos Slim y nació en México.
Desde la cúspide de sus riquezas -la mayor del mundo- dice que se encuentra muy cercano el final del subdesarrollo para varias naciones de estos arrabales del mundo, al sur del sur.
Está convencido, el buen señor Slim que países como Chile, Argentina, Colombia, Brasil y México serán del primer mundo en menos de quince años.
Y todo, por supuesto, es una cuestión de acumulación de riquezas.
-Nuestros países están saneados macro-económicamente, los estados no tienen déficits importantes. Hemos aprendido a manejar nuestra estabilidad macro-económica, tenemos instituciones financieras muy sanas y poco uso del crédito, lo cual es un potencial; tenemos rezagos en la infraestructura, lo cual es potencial. El potencial de América Latina es muy grande. Cuando los países pasan de diez mil o doce mil dólares per cápita, rompen la barrera del subdesarrollo. En América Latina ya estamos muy cerca. Creo que el primero que la va a romper es Chile. En los próximos diez años, quince, muchos de nuestros países -primero Chile y después Argentina, Colombia, Brasil y México- se incorporarán al desarrollo - dijo Slim como un buen dios que se asoma desde las cumbres de su luminosa morada a escudriñar cómo viven los pobres mortales.
Y dice algo más, típico de la mirada egoísta, individualista y parcial de las élites: “Es indispensable que se aumente la edad de jubilación. En la ciudad agrícola se empezaba a trabajar a los seis u ocho años, en la industrial desde los 16, ahora a los 25, porque se tiene que tener una carrera, cierta preparación. La edad de jubilación debe ser los 75 años. Será porque ya tengo 70 y ando bien. Pero creo que debe ser mucho mayor, porque no es sostenible”, aseguró Slim.
Un humanista, el señor Slim.
Jubilarse a los 75 años porque antes no tiene sentido. No tiene sentido porque si no, no cierran los números. Eso quiere decir este contemporáneo habitantes de los nuevos Olimpos.
Como suele suceder en varias historias de la mitología griega, los dioses nunca cuentan con la historia de esfuerzos, luchas, ideales, amores y dolores que siempre aparecen en cualquier vida humana.
Los dioses pueden ser inmortales pero los millones y millones que habitan este planeta suelen gastarse como consecuencia de las minorías que habitan los Olimpos del siglo veintiuno.
Pero así son los dioses, como el señor Slim, generosos a la hora de pensar en los demás mientras se miran en el espejo.
Mientras tanto, aquí abajo, las mayorías comienzan a darse cuenta que los verdaderos paraísos suelen ser hijos de la lucha, la memoria y la esperanza. Tres elementos que nunca están invitados a la mesa de los dioses como el señor Slim.
Esa es una de las ideas centrales de la mitología.
Seres apasionados por las pasiones humanas que, sin embargo, miraban a todos desde arriba, desde la cima del monte Olimpo con la intención de juzgar de manera arbitraria.
No había causas si no la moira, el destino.
Las parcas que tejían y destejían las madejas de las vidas y las cortaban cuando querían.
Y los dioses reían mientras bebían y disfrutaban de sus existencias.
Los Olimpos se multiplicaron en los últimos doscientos años.
Desde el desarrollo del sistema capitalista, ciertos hombres que amasaron fortunas gigantescas, creen que sus miradas son los ojos del mundo y sus habitantes.
Que sus reflexiones sirven para que los mortales, de una buena vez, aprendan el significado de la vida.
Y si no lo aprenden, mala suerte, ellos, los dioses contemporáneos, seguirán disfrutando en los reciclados Olimpos del tercer milenio.
Uno de esos dioses del sistema se llama Carlos Slim y nació en México.
Desde la cúspide de sus riquezas -la mayor del mundo- dice que se encuentra muy cercano el final del subdesarrollo para varias naciones de estos arrabales del mundo, al sur del sur.
Está convencido, el buen señor Slim que países como Chile, Argentina, Colombia, Brasil y México serán del primer mundo en menos de quince años.
Y todo, por supuesto, es una cuestión de acumulación de riquezas.
-Nuestros países están saneados macro-económicamente, los estados no tienen déficits importantes. Hemos aprendido a manejar nuestra estabilidad macro-económica, tenemos instituciones financieras muy sanas y poco uso del crédito, lo cual es un potencial; tenemos rezagos en la infraestructura, lo cual es potencial. El potencial de América Latina es muy grande. Cuando los países pasan de diez mil o doce mil dólares per cápita, rompen la barrera del subdesarrollo. En América Latina ya estamos muy cerca. Creo que el primero que la va a romper es Chile. En los próximos diez años, quince, muchos de nuestros países -primero Chile y después Argentina, Colombia, Brasil y México- se incorporarán al desarrollo - dijo Slim como un buen dios que se asoma desde las cumbres de su luminosa morada a escudriñar cómo viven los pobres mortales.
Y dice algo más, típico de la mirada egoísta, individualista y parcial de las élites: “Es indispensable que se aumente la edad de jubilación. En la ciudad agrícola se empezaba a trabajar a los seis u ocho años, en la industrial desde los 16, ahora a los 25, porque se tiene que tener una carrera, cierta preparación. La edad de jubilación debe ser los 75 años. Será porque ya tengo 70 y ando bien. Pero creo que debe ser mucho mayor, porque no es sostenible”, aseguró Slim.
Un humanista, el señor Slim.
Jubilarse a los 75 años porque antes no tiene sentido. No tiene sentido porque si no, no cierran los números. Eso quiere decir este contemporáneo habitantes de los nuevos Olimpos.
Como suele suceder en varias historias de la mitología griega, los dioses nunca cuentan con la historia de esfuerzos, luchas, ideales, amores y dolores que siempre aparecen en cualquier vida humana.
Los dioses pueden ser inmortales pero los millones y millones que habitan este planeta suelen gastarse como consecuencia de las minorías que habitan los Olimpos del siglo veintiuno.
Pero así son los dioses, como el señor Slim, generosos a la hora de pensar en los demás mientras se miran en el espejo.
Mientras tanto, aquí abajo, las mayorías comienzan a darse cuenta que los verdaderos paraísos suelen ser hijos de la lucha, la memoria y la esperanza. Tres elementos que nunca están invitados a la mesa de los dioses como el señor Slim.
Fuente, vìa :
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=4764:el-olimpo-del-senor-slim&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=4764:el-olimpo-del-senor-slim&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106
No hay comentarios:
Publicar un comentario