1.
El señor general Salvador Cienfuegos, secretario de Defensa Nacional,
acaba de calificar de “provocadores” a aquellos campesinos, trabajadores
y ciudadanos que se defienden ante las provocaciones reales del
gobierno que ordena represión y cárcel para pobladores que simplemente
tratan de defenderse. Se olvida que para apagar fuegos se aconseja usar
la inteligencia y no echarle más gasolina para que se incendie toda la
pradera. Debe entender el Jefe del ejército –Enrique Peña Nieto- que su
secretario de defensa en lugar de encender más fuegos debe apagarlos y
no actuar como Felipe Calderón que tuvo que tragarse la lengua porque en
lugar de 100 incendios provocó 100 mil. La estrategia asesina
calderoniana debe enterrarse.
2.
Hace 50 años los militares del ejército y la armada estaban por lo
general en sus cuarteles. Encerrados allí se les respetaba porque no le
hacían mal a nadie, aunque se les criticaba mucho porque cobraban un
salario sin trabajar. Sin embargo se pensaba que “estaban para defender a
la patria ante cualquier agresión extranjera”. Claro, muchos militares
se propasaban por la autoridad que sentían tener sobre los humildes del
pueblo, pero también se les perdonaba alejándose de los lugares donde
estaban. Se sabe que en muchos países no hay ejército y que la China
antigua no lo tuvo durante muchos siglos. Quizá por eso en la Comuna de
París de 1871, el gobierno obrero decretó la desaparición del ejército y
los anarquistas están contra toda autoridad y fuerza.
3.
Pero desde hace 30 años, en la medida en que comenzó a crecer la
miseria, el hambre y el desempleo, se comenzó a decir que los secuestros
y los robos a las familias ricas se estaban incrementando; que se
estaban registrando muchos asaltos y robos de automóviles y que ahora la
inseguridad pasaba a ser el primer problema. En lugar de solucionar la
pobreza y la miseria para reducir el problema, se puso todo en manos de
la policía y el ejército. Así los empresarios, el gobierno, los medios
de información –para no ser secuestrados- comenzaron a hacer más grande
el asunto de la inseguridad y la delincuencia obligando al gobierno de
multiplicar el presupuesto en contratación de policías y soldados para
que se vigile todo el país. Los guardaespaldas crecieron en número.
4.
No conocemos en cifras el número de militares del ejército, la armada,
la aviación y de los cuerpos de policía que hay en México. Por
informaciones diversas pienso que son como un millón de militares y por
lo menos medio millón de policías. Los profesores en el país son
aproximadamente un millón doscientos mil; pero es casi seguro que las
fuerzas de seguridad pueden ser mucho más. ¿Y cuanto será el presupuesto
federal que consumen las fuerzas de seguridad que en otras condiciones
no serían necesarias? ¿Se sabe acaso cuántos soldados tienen que
desertar cada año para no tener que enfrentarse a los muy bien armados
narcotraficantes? A pesar de que la mayoría de los soldados son de
origen campesino, que ingresaron al ejército por falta de empleo,
prefieren decir “aquí huyó y no aquí murió”.
5.
Conocimos paradas militares, así como exhibición de tanques de guerra y
aviones, en los desfiles programados en el calendario, o a miles de
soldados de las llamadas guardias presidenciales cuando había que cuidar
la visita de un presidente yanqui; pero después que Calderón asumió la
Presidencia en 2006 –con el pretexto del combate al narcotráfico, que
por cierto se ha multiplicado- hemos tenido al ejército y la armada
hasta en la sopa, lo vemos penetrar en todos lados. Con excepción de
algunos riquillos que cuidan sus propiedades, es mentira que la
población pobre, humilde y desempleada, pida la presencia del ejército.
¿No han escuchado el grito nacional de que el ejército debe estar en sus
cuarteles?
6.
Así que señor general de los cienfuegos, no sea “muy hombre” como
Felipe Calderón. Busque cambiar de estrategia tratando de entender al
pueblo que ya está hasta la madre de tanto autoritarismo y abandono. Los
campesinos, los maestros, los luchadores sociales no son provocadores;
los que si son auténticos provocadores del descontento son los
empresarios y el gobierno que los mantienen en la miseria y la opresión.
Parece que aunque en México no se vea mucho, en el mundo está ardiendo
el descontento; parece que la chispa se ha estado convirtiendo en
llamarada y el ejército quiere apagarla poniéndole más combustible.
Espero que no muera más gente humilde como las 100 mil del sexenio
pasado. Todavía creo que no. (15/VIII/13)
Pedro Echeverría V.
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