Real de Catorce, San Luis Potosí.
El pueblo antes fantasma de Real de Catorce cobra vida. En 1990, con la
salida de las mineras que estuvieron asentadas por más de 150 años, se
fueron casi la totalidad de sus habitantes. Llegaron a poblarlo menos de
500 personas, pero hoy son mil 300 que dependen en su mayoría del
comercio y del turismo. Aquí, dice una de las lugareñas, “nadie se murió
de hambre cuando se fueron las minas”.
Los cinco proyectos mineros que
actualmente amenazan el sitio sagrado de Wirikuta (140 mil 212 hectáreas
de los municipios de Villa Ramos, Charcas, Villa de Guadalupe,
Matehuala, Villa de La Paz y Catorce), pudieron ser ventilados en una
reunión en la que los pobladores por vez primera confrontaron sus
posturas. A favor y en contra de las minas se manifestaron unos y otros,
aunque hubo una abrumadora mayoría de habitantes del altiplano potosino
que rechazaron los proyectos por los efectos nocivos a la salud y por
la contaminación de los mantos freáticos.
La oposición más decidida, sin embargo,
sigue siendo la del pueblo wixárika. Sin ser pobladores de Wirikuta,
pues viven en los estados de Jalisco, Nayarit y Durango, peregrinan a
este lugar sagrado desde hace 2 mil años. Para ellos, Wirikuta es el
origen del Universo y hasta aquí llegan en busca del jícuri (peyote),
cactus sagrado que los wixáritari (huicholes) consumen para recibir el
“don de ver”.
Las mineras, señalan los pobladores del
desierto, dueños de las tierras de la región, les han dicho que los
huicholes les quieren quitar sus tierras, todo con el fin de
confrontarlos con este pueblo indígena y convencerlos de los
“beneficios” de las minas.
Rogelio Vázquez Menjara, de la comunidad
de San Sebastián, Mezquitic, Jalisco, integrante del Consejo Regional
Wixárika, afirma en entrevista con Desinformémonos que “esto no
es cierto”. Nuestro pueblo, dice, “no se apropiará de esas tierras.
Simplemente se trata de que en la mayor parte que lo que está aquí, en
la vegetación, están las deidades que nos heredaron nuestros ancestros.
Es lo único que quiere reconocer el wixárika”.
En la región no hay lugareño que no sepa
de las minas, pero las posiciones a favor y en contra de los pobladores
del desierto no habían podido ventilarse abiertamente, cara a cara.
Enviados de la minas se han encargado de sembrar la desconfianza entre
ellos y, principalmente, entre ellos y los wixárikas.
Sebastián Carrillo, presidente ejidal de
Bancos de San Hipólito y también miembro del Consejo Regional Wixárika,
dice de manera clara y concisa: “Nosotros no venimos a quitarles ni un
pequeño terreno. Hay un reconocimiento de que es suyo”. Los aplausos de
los asistentes al foro informativo lo interrumpen y echan por tierra el
divisionismo que se quiere sembrar. “Nos quieren poner a pelear, pero
les hacemos la invitación de que caminemos juntos”, finaliza Carrillo.
Entre la Sierra de Catorce y el
altiplano potosino se yergue Wirikuta, territorio que se ha empezado a
dividir en concesiones mineras. Más del 78 por ciento del altiplano
potosino esta concesionado. Sobre las 140 mil hectáreas de Wirikuta
pesan cinco proyectos mineros; y se sabe que existen nuevas solicitudes
de concesiones.
“Vienen los concesionarios, se agarran
del gobierno federal y estatal y hacen a un lado los derechos de los
ejidatarios. No estoy en contra del empleo minero, ni a favor. Hace 23
años le di lectura a un estudio y la Sierra de Catorce es muy rica en
agua y minerales, abarca hasta el ejido del Astillero. Es muy peligroso
barrenar las aguas, porque se contaminan y se desvía a otros puntos”,
señala uno de los lugareños de Catorce.
“Al rato no vamos a poder darle agua
sana a nuestros animales y no va a haber nada en el campo. Tomamos agua
sana de los arroyos, de la lluvia, es agua sana pero con los químicos ya
no lo va a estar”, dice Oscar Tovar, de la comunidad Ojo de Agua.
Entre las personas que se declaran a
favor de la minería, una señora declara: “Si no hay trabajo no hay
desarrollo. Si no es minería busquemos otras alternativas, pero Catorce
siempre ha sido cien por ciento minero”. Otras más asienten con el
argumento único de la fuente de trabajo, pues “aquí la gente no gana”.
Su argumento es refutado con el dato de
que de las 3 mil 100 personas afectadas por la minería, sólo 166
personas podrán aspirar a que las contraten, lo cual, evidentemente, no
resuelve el problema de falta de empleo.
Y en cuanto a la afirmación de que con
las minas vendrá el progreso y las fuentes de empleo; y que si no las
aceptan “se morirán de hambre”; Felipe Díaz, guía de turistas catorceño,
afirma que cuando se dio el auge minero en Real “todo el mundo
queríamos entrar a la mina porque pensamos que era lo máximo. En 1990,
cuando se van, se piensa que Real va a morir, pero en 1991 empieza a
renacer, porque aquí hasta las piedras valen”.
Díaz se refiere a las 17 películas que
se han filmado en Real de Catorce, al incremento de los hoteles
(actualmente son 33); a los 150 caballos en renta; a la llegada del
teléfono convencional y al celular. Todo esto, dice, “va a seguir
floreciendo, pero si se aceptan las minas dentro de 100 años no vamos a
estar nadie”. La tierra, continúa, “cobra facturas; el minero se muere
rápido”.
En entrevista con Desinformémonos,
Arturo Tristán Villanueva, comerciante de artesanías y fotógrafo nacido
en Real de Catorce hace 60 años, relata que sus conocidos que
trabajaron en las minas “fallecieron a causa de enfermedades de la mina.
Es una tristeza, por eso no conviene que esta mina canadiense venga a
interrumpirnos cuando hay alternativas para sobrevivir de otra manera”.
Tristán Villanueva cuenta que hace un
año “estos señores de la mina vinieron a tratar de dividir al pueblo, a
través de ingenieros mexicanos de la compañía, porque a mucha gente le
dieron trabajo y a otros no. Contrataron a unas 50 personas para hacer
limpieza y mucha gente piensa que de esa manera se van a mantener. Un
poquito se dividió el pueblo porque sí necesitamos fuentes de trabajo,
pero no de esa manera”.
Los de la compañía, advierte, “dan pagos
a sus empleados (150 pesos diarios) para que convenzan a la gente de
los otros lugares: los engañan porque les dicen que los huicholes les
van a quitar sus tierras a los campesinos, y eso es mentira. Lo hacen
para que la gente se voltee contra los huicholes y contra los que no
quieren la minería”.
“Belenes”, también nativo de Real de
Catorce pero asentado en San Luis Potosí, cuanta por su parte que sus
abuelos también fueron mineros “y sufrieron las consecuencias de aspirar
tantos minerales y gases. Fallecieron por la contaminación en los
pulmones. En esos años la manera de extraer el material era más
sencilla, y hoy ya no es así. Hoy será aún más peligroso”.
Y justo a los peligros se refiere Pedro
Roquero Tejeda, profesor en la Facultad de Química de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM): “Las minas operan durante un cierto
periodo de tiempo y luego se van. Quedan siempre residuos, muchas veces
tóxicos, y emplean productos tóxicos durante la explotación. En México
hay ecosistemas que pueden amortiguar una explotación minera, y hay
otros que no: Wirikuta es uno de esos que no pueden. Es un lugar muy
pequeño, con una riqueza natural enorme, y si explotamos Wirikuta, se
acabó”, sentencia.
El experto advierte que muchas veces los
efectos se ven después de que la mina se fue, como es el caso de La
Paz: “La mina cerró en los años sesenta, y en los años noventa nos
empezamos a dar cuenta de que había un foco de contaminación por
arsénico”.
En Real de Catorce, explica Roquero
Tejeda, “los residuos sólidos principales serán arsénico y plomo, y
luego están los líquidos que se pueden infiltrar a los mantos freáticos,
como cianuro, carbinoles, teofosfinatos y cosas por el estilo. El
cianuro sí es mortal, y el problema con los otros es que no existen
pruebas clínicas de toxicología. En el caso de los carbinoles se sabe
que han causado cáncer en ratas de laboratorio. El cianuro puede matar o
causar lesionas graves en muy poco tiempo”.
En el caso del arsénico, el daño a las
personas y animales es en el hígado, riñones y pulmones; hay algunas
plantas que pueden acumular arsénico, pero hay otras que no lo aguantan y
se mueren.
El proyecto minero en Real de Catorce,
el de First Silver, contempla la explotación de plomo, plata y zinc. “El
proyecto Universo será una devastación total pues es de tajo a cielo
abierto para extraer oro. Como el oro es un metal noble, es muy difícil
arrancarlo de la roca y por eso se usan cianuros. Hay casos de proyectos
similares en otras partes de la República y se puede esperar más o
menos lo mismo, pero el problema aquí será que se acabó Wirikuta, se
acabó esta zona de alta diversidad biológica”, insiste el profesor
universitario.
Este lugar, señala con optimismo, “es la
esperanza. Real de Catorce es el único lugar donde se ha podido frenar
un proyecto minero por varios años, y tiene que ver con que es un sitio
sagrado de los wixáritari, con que la gente está empezando a informarse y
a reaccionar, pero es un caso único”. Hasta ahora.
http://desinformemonos.org
http://desinformemonos.org/2013/07/wixaritari-y-pobladores-del-desierto-unidos-en-defensa-de-wirikuta/