Fotos: Clayton Conn
Traducción: Adazahira Chávez y Marcela Salas
México DF.
“Somos los hijos de los ideales que ustedes no pudieron asesinar”.
Mientras marcha con decenas de miles de personas en la Ciudad de México,
una joven sostiene esta pancarta escrita a mano. Tiene veintitantos
años, cabello negro y largo, y lleva puestos unos jeans. Su mensaje
captura el espíritu y el sentimiento del nuevo movimiento mexicano por
la democracia real. Al mismo tiempo, revela el resentimiento que –sobre
todo los jóvenes– sienten por las elecciones presidenciales y por un
nuevo gobierno que para ellos representa una era de manipulación y
represión.
Semanas después de la elección
presidencial en México, miles de personas salieron a protestar contra el
candidato que fue declarado ganador, Enrique Peña Nieto, y el inminente
regreso al poder del partido que gobernó México por más de siete
décadas. El Partido Revolucionario Institucional (PRI), que tomará
posesión el 1 de diciembre, enfrenta numerosas acusaciones de fraude,
una demanda legal para declarar inválidas las elecciones y un movimiento
juvenil que se rehúsa a desaparecer.
“México sin el PRI”, “Instituto
Federal Electoral, cobarde, corrige las elecciones” y “México votó y
Peña Nieto no ganó” son las frases que fueron coreadas por hombres y
mujeres por las calles del centro histórico de la ciudad en las últimas
manifestaciones, asegurando que el político –mejor conocido por su
copete y sus corbatas al más puro estilo de los viejos políticos
mexicanos– no tomará posesión. La mayoría de los manifestantes son
jóvenes universitarios, pero hay también contingentes de trabajadores,
vecinos, asociaciones y ciudadanos de todas las edades que toman parte
en las movilizaciones.
Muchos apoyan al candidato de
oposición, que quedó en segundo lugar durante la contienda, Andrés
Manuel López Obrador, pero el argumento de los medios –que el movimiento
es la treta de un mal perdedor– se debilita cuando se confronta con
los actuales mensajes y motivos del movimiento.
México está viviendo el nacimiento
de un movimiento por democracia real dirigido por una generación que se
aferra a romper con el cinismo de una nación acostumbrada a la
corrupción y a las reglas autoritarias. Los miembros de este movimiento
desafían no sólo los resultados de la elección, sino la misma definición
de democracia.
El movimiento #YoSoy132, que surgió
con las protestas contra la visita de Peña Nieto a una universidad local
(la Universidad Iberoamericana), centra sus demandas en el principio de
que la democracia no puede comprarse. Jóvenes que no tienen en su
memoria haber vivido bajo el gobierno del PRI, han echado un vistazo a
la historia de su nación y han decidido que no quieren volver hacia
allá.
El movimiento #YoSoy132 –cuyo hashtag
en el nombre marca su identidad generacional– tiene un plataforma
general que incluye: democratización de los medios para garantizar el
derecho a la información y a la libertad de expresión; educación
secular, libre, científica, pluricultural, democrática, humanista,
popular, crítica y de calidad; un cambio al modelo económico neoliberal
con menos énfasis en el mercado y mayor involucramiento del Estado; un
cambio en el modelo de seguridad y justicia y el retiro del ejército de
la seguridad pública; democracia participativa y autonomía; y la salud
como un derecho.
El incierto camino del PRI hacia el poder
Pocas personas predijeron las protestas
poselectorales en México, así como el rápido crecimiento del movimiento
liderado por jóvenes en contra de Peña Nieto. El PRI aprendió de su
derrota ante Vicente Fox en el 2000, y de las convulsivas protestas
poselectorales del 2006, cuando el candidato conservador Felipe Calderón
fue declarado ganador con pequeñísimos márgenes de diferencia y graves
acusaciones de fraude. El PRI se previno para evitar ambos escenarios
preparando a su candidato durante años para posicionarlo como la imagen
del “nuevo PRI”.
Estos esfuerzos de posicionamiento
han sido documentados e incluyen acuerdos secretos con los principales
canales de televisión, para la cobertura favorable en los medios de
comunicación que datan de 2009. Tanto la revista Proceso, de México y más tarde The Guardian informaron sobre estos contratos, aunque el PRI rechazó las acusaciones.
Los informes incluyeron también la
reconstrucción de la maquinaria política que sirvió el partido durante
sus 71 años de gobierno ininterrumpido en el país. Esa maquinaria
política sufrió un golpe debilitante con la elección de Vicente Fox, del
conservador Partido Acción Nacional (PAN) en el año 2000, cuando el PRI
perdió el timón de una nación que había controlado con facilidad
durante años, y perdió su mayoría en la legislatura y varios
gobernadores de los estados. Fue una caída dramática e ignominiosa del
poder y muchos creyeron con optimismo que la era de “los dinosaurios”,
nombre que se le da a la élite política del PRI, había terminado para
siempre.
Pero numerosos analistas afirman que
el PAN acordó dejar la maquinaria política al PRI a cambio de apoyo
para sus propuestas de reforma en la legislatura y del dominio continuo
de una élite económica pequeña y poderosa. El PRI fue capaz de
reconstruir sin miedo a posteriores cargos judiciales por actos pasados
de corrupción y represión entre sus filas.
Las elecciones de 2012 demostraron
que la máquina ha sido bien engrasada y emplea muchas de las mismas
tácticas utilizadas para garantizar triunfos electorales en el pasado.
El objetivo de construir un sólido margen de la victoria para asegurar
la legitimidad de la elección, fracasó debido a la ciudadanía y al
monitoreo de algunos medios que hicieron evidentes los abusos
flagrantes.
Una coalición de partidos
progresistas presentó una demanda el 12 de julio para declarar inválida
la elección presidencial, debido a las violaciones de los artículos de
la Constitución mexicana que llaman a una votación libre y justa, y
debido a violaciones de las leyes electorales. La demanda cita
específicamente exceder los límites de gastos de campaña como la causa
de la acusación. El límite legal se fija en la cifra de 336 millones 112
mil 84 pesos y 16 centavos, unos 25. 4 millones de dólares. La
coalición dice que tiene pruebas de que el PRI superó cinco veces el
límite permitido.
Los alegatos más potencialmente
dañinos de López Obrador incluyen acusaciones al PRI de lavado de dinero
a través de gastos de campaña que no están registrados. La oposición ha
exigido una investigación sobre el posible uso de fondos públicos en
las zonas gobernadas por el PRI y el dinero de fuentes ilícitas,
incluida la delincuencia organizada. El uso de tarjetas bancarias de
prepago es una forma común de lavado de dinero, el PRI emitió miles de
estas tarjetas a partir de un banco llamado MONEX y las entregó a los
votantes en una presunta operación de compra de votos. (En una pancarta
de protesta se leía: “las elecciones de México fueron muy limpias,
incluso el dinero fue lavado”).
La acusación legal incluye también
los testimonios de sobornar a los encuestadores para crear la impresión
de que el PRI tenía la elección en la bolsa. La empresa Manypolling
informó confiadamente de ventajas de cifras de dos dígitos para Peña
Nieto, llegando a colocarlo hasta 18 puntos arriba. El conteo final
mostró poco más de seis puntos: Peña Nieto tenía el 38.21 por ciento de
las preferencias electorales, mientras que López Obrador tenía el 31.59
por ciento y la candidata conservadora, Josefina Vázquez Mota el 25.41
por ciento. Ya sea que el notorio error de la empresa haya sido la
metodología defectuosa o hayan pretendido “dar al cliente lo que pide”,
el tema se convirtió en algo controvertido en México.
La alianza México-Estados Unidos para la guerra contra las drogas
El presidente Barak Obama llamó a
Enrique Peña Nieto para felicitarlo por su victoria, antes de que las
autoridades electorales mexicanas hubieran declarado la victoria. La
Casa Blanca emitió una boletín sobre la llamada de Obama a Peña Nieto,
donde anunciaba una continuidad en la asociación para la “democracia,
prosperidad económica y seguridad”.
La prisa de la administración de
Obama en declarar su apoyo para el asediado candidato no se debe a que
tenga entusiasmo por el regreso del PRI. El gobierno de los Estados
Unidos claramente hubiera preferido otro gobierno conservador en México.
El Partido Acción Nacional abrió la puerta de par en par a una mayor
intervención de los Estados Unidos; agencias como la Administración de
Cumplimiento de Leyes sobre las Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), el Buró de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF,
por su sigla en inglés), la Agencia de Inteligencia Central (CIA, por
sus siglas en inglés), la Oficina Federal de Investigación (FBI, por sus
siglas en inglés) y personal militar “retirado” ahora participan y
operan en las desastrosas políticas de seguridad interna mexicanas. La
guerra contra las drogas de Felipe Calderón proporcionó el vehículo
perfecto para romper la resistencia a la intervención estadunidense, y
ha hecho grandes avances en el plan de seguridad regional, que incluye
integrar a México como parte de su “perímetro de seguridad regional”.
Pero la administración de Obama
estaba ansiosa en dejar atrás las elecciones para sacar al candidato de
centroizquierda, Andrés Manuel López Obrador, del escenario político tan
pronto como fuera posible. López Obrador llamó abiertamente a finalizar
la guerra contra las drogas y a “adoptar una estrategia diferente”
durante su discurso de cierre de campaña.
Ignorando los conflictos post
electorales que ya se gestaban al sur de la frontera, la Casa Blanca
felicitó al candidato y a la población mexicana por haber “demostrado su
compromiso con los valores democráticos por medio de un proceso
electoral libre, justo y transparente”; pero mucho antes de que López
Obrador presentara la acción legal, había emergido la evidencia de
compra de votos, y el movimiento #YoSoy132 y otros estaban dando a
conocer acusaciones de fraude.
Interrogado por un reportero el 9 de
julio acerca de si el Departamento de Estado aún sostenía que las
elecciones habían sido “transparentes”, el vocero Patrick Ventrell
eludió el cuestionamiento y solamente dijo que “damos la bienvenida al
anuncio de las autoridades electorales acerca de los resultados finales,
y obviamente esperamos trabajar con el presidente electo, Peña Nieto”.
La administración aceptó a Peña
Nieto cuando las encuestas mostraron una ventaja significativa, y
concertaron reuniones apresuradamente con su próximo nuevo aliado antes
de las elecciones. La política de México –guiada por el
Pentágono estadounidense- necesita un compañero servicial en la guerra
contra las drogas. Las tropas del ejército mexicano están ahora
apostadas en posiciones estratégicas a lo largo de todo el país,
aparentemente para parar el flujo de drogas ilegales y capturar a los
capos de la droga; recurrentemente han actuado para reprimir a los
defensores de derechos humanos y para someter a las comunidades que
protestan por la pérdida del control de sus recursos naturales o por la
presencia del ejército. Las fuerzas armadas actúan como una forma de
control social, mientras que sus oficiales han sido acusados de estar
confabulados con el crimen organizado en diversos casos que, con
seguridad, son solamente la punta del iceberg.
Continuar la guerra contra las
drogas está en el primer lugar de la agenda binacional de los Estados
Unidos. El Congreso la ha sostenido por medio del financiamiento
constante de la iniciativa Mérida desde que George Bush aprobó el plan
en 2008. El Comité de Relaciones Exteriores del Senado recientemente
recomendó cuatro años y un billón más de dólares de los contribuyentes, a
pesar de que la estrategia conjunta ha tenido como resultado 60 mil
víctimas mortales en México y ninguna disminución perceptible del flujo
de drogas ilícitas hacia los Estados Unidos.
Peña Nieto pagó el favor el mismo
día que recibió las prematuras felicitaciones de Obama. En conferencia
de prensa, refrendó la estrategia de atacar frontalmente a los cárteles y
usar para ello al ejército. También anunció su compromiso de propiciar
las principales reformas estructurales que el gobierno de Estados Unidos
y los intereses económicos nacionales y transnacionales han estado
pidiendo por años; éstas incluyen la privatización de la compañía
petrolera nacional PEMEX (Petróleos Mexicanos) y las reformas fiscal y
laboral, que debilitarían a los sindicatos y los derechos laborales.
Además, pidió la creación de una fuerza policiaca especial conformada
por personal militar para superar los obstáculos legales al despliegue
de las fuerzas armadas para seguridad pública. Las organizaciones
empresariales estadunidenses como la Americas Society han colmado de elogios al “nuevo PRI”.
Peña Nieto estableció que “sin duda,
estoy comprometido en tener una relación intensa y cercana de
colaboración efectiva, medida por resultados”, con lo que calmó los
temores de que el partido anteriormente nacionalista se pudiera
distanciar de la nueva alianza político-militar con su poderoso vecino.
Antes de las elecciones, anunció el nombramiento de un exjefe de la
Policía Nacional de Colombia, el general Oscar Naranjo, como su máximo
asesor sobre seguridad. Naranjo es una pieza clave en la política de
seguridad colombiana, muy cercano a las dirigencias de seguridad de los
Estados Unidos.
Faltan cuatro meses para la toma de
posesión. Abundarán las protestas en este larguísimo periodo que queda
al presidente saliente. A mediados de julio, el movimiento #YoSoy132 se
unió a otras organizaciones de base para preparar una serie de
movilizaciones que empatan con la fecha en que las autoridades
electorales deben ratificar los resultados electorales, el 6 de
septiembre; la toma de posesión, el 1 de diciembre, y más adelante.
A través del cuestionamiento al
papel de los monopolios mediáticos, la publicidad y la imagen pública,
la compra de votos, los gastos de campaña y los operadores políticos, el
nuevo movimiento de México está elevando serias preguntas sobre la
democracia electoral. Los cuestionamientos no valen solamente para
México –una nación que está saliendo de un gobierno autoritario, y quizá
regrese a él-; también tienen una gran relevancia para los Estados
Unidos, que están en camino hacia las elecciones presidenciales de
noviembre.
http://desinformemonos.org
http://desinformemonos.org/2012/08/pena-nieto-y-estados-unidos-una-nueva-alianza-para-perpetuar-la-violenta-guerra-calderonista-contra-el-narcotrafico/
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