1.
La llamada “amplia izquierda”, o como dicen aquí, “de chile, dulce y
mantequilla”, se reunió hace unos días en el puerto turístico de
Acapulco cobijada por el gobernador PRI-perredista de Guerrero.
Asistieron a la reunión Marcelo Ebrard, Graco Ramírez, personajes de los
llamados Chuchos y quienes en los últimos seis años han ganado todas
las reuniones del PRD contra la corriente más cercana a Andrés Manuel
López Obrador. No se sabe el por qué de la reunión, se dijo que se
buscaba posesionar a Ebrard como candidato presidencial para 2018, pero
lo más sorpresivo es que AMLO no estuvo presente porque está dedicado a
dar la batalla contra la imposición de Enrique Peña Nieto que se ha
declarado presidente electo con apoyo presidencial y de Televisa y sólo
faltan unos días para que el IFE lo haga absolutamente oficial a pesar
de las cientos de miles de pruebas que al perecer valdrán un carajo.
2.
Si adelantarse Ebrard fue el objetivo de esa llamada izquierda súper
oportunista, me parece sumamente grave porque la tarea hoy -por lo menos
hasta el último día de septiembre- del Movimiento Progresista (PRD, PT,
Movimiento Ciudadano y Morena) es poner todas sus fuerzas para evitar
la imposición de Peña Nieto. (Los estudiantes de Yo soy 132 son el
ejemplo) Pero en el caso del PRD –conformado por arribistas- es
explicable porque la mayoría de su militancia no hizo trabajo por la
candidatura de López Obrador y lo más seguro es que lo haya hecho contra
él porque un triunfo de éste hubiese significado la pérdida de la misma
mayoría del PRD. Y lo peor es que el 90 por ciento de los votos
obtenidos por gobernadores, diputados, senadores y presidentes
municipales del PRD se debieron a López Obrador. Pero AMLO por su
necesidad permitió que lo monten.
3.
Lo anterior me lleva a recordar aquella falsa posición de la muerte o
desaparición de las ideologías al observar que los políticos saltaban
como cirqueros de un lugar u otro, es decir, como en el caso de México,
un año eran del PRD, otro año del PAN y luego regresaban al PRI o
viceversa, según el lugar donde les surgiera la oportunidad de ocupar un
cargo u obtener un magno ingreso. Pero no sólo ha sido un problema de
políticos sino también de ideologías de partido que –como en Europa- son
cada vez más parecidas y con menor cantidad de diferencias. ¿Qué caso
tiene que una persona milite en México en la PAN, el PRI o el PRD si son
más de lo mismo? Hay por ahí un diputado del PRD que preguntó a su
futuro compañero de bancada: ¿Qué vamos a hacer si al subir el maldito
López Obrador decreta la reducción del 50 por ciento de nuestro salario?
4. Aquella frase del fin de las ideologías fue acuñada por el intelectual yanki-japonés Francis Fukuyama con aquel su Fin de la Historia y el último hombre de 1992 que se dio como explicación a la caída del Muro de Berlín o del Bloque soviético en 1989. Ya desde los tiempos de los filósofos de Frankfurt (Adorno, Marcusse,) se comenzaba a hablar de El fin de las ideologías (Daniel Bell). El triunfo del Neoliberalismo con la Thatcher, Reagan y el Papa y el desplome del bloque soviético falsamente “socialista”, se quiso enterrar al marxismo o por lo menos convertirlo en simple ideología que había que desaparecer. No dio resultado porque el marxismo, además de su lado ideológico como doctrina de los trabajadores, sus fundamentos científicos en economía, filosofía, sociología e historia siguen aún vigentes.
5. El hecho de que los partidos internamente sustenten sus mayorías en el oportunismo de dirigentes y militantes, y todos estén dispuestos a negociar asuntos importantes para la población (salarios, trabajo, privatizaciones, miseria) en beneficio de la cúpula partidaria, no puede llevar a la desaparición de las ideologías. ¿Es que hay alguna diferencia esencial entre el partido Republicano y el Demócrata en EEUU si los dos están al servicio de grandes empresas trasnacionales, si los dos invaden y hacen la guerra y son dueños de las grandes fábricas de armamento? ¿Cuál es la diferencia entre el conservador y el laborista inglés? Deben desaparecer los partidos que se han convertido en un negocio de sus dirigentes, que sólo sirven como aparatos de presión para conseguir beneficios particulares; pero las ideologías nunca porque siempre han representando intereses de clase social.
4. Aquella frase del fin de las ideologías fue acuñada por el intelectual yanki-japonés Francis Fukuyama con aquel su Fin de la Historia y el último hombre de 1992 que se dio como explicación a la caída del Muro de Berlín o del Bloque soviético en 1989. Ya desde los tiempos de los filósofos de Frankfurt (Adorno, Marcusse,) se comenzaba a hablar de El fin de las ideologías (Daniel Bell). El triunfo del Neoliberalismo con la Thatcher, Reagan y el Papa y el desplome del bloque soviético falsamente “socialista”, se quiso enterrar al marxismo o por lo menos convertirlo en simple ideología que había que desaparecer. No dio resultado porque el marxismo, además de su lado ideológico como doctrina de los trabajadores, sus fundamentos científicos en economía, filosofía, sociología e historia siguen aún vigentes.
5. El hecho de que los partidos internamente sustenten sus mayorías en el oportunismo de dirigentes y militantes, y todos estén dispuestos a negociar asuntos importantes para la población (salarios, trabajo, privatizaciones, miseria) en beneficio de la cúpula partidaria, no puede llevar a la desaparición de las ideologías. ¿Es que hay alguna diferencia esencial entre el partido Republicano y el Demócrata en EEUU si los dos están al servicio de grandes empresas trasnacionales, si los dos invaden y hacen la guerra y son dueños de las grandes fábricas de armamento? ¿Cuál es la diferencia entre el conservador y el laborista inglés? Deben desaparecer los partidos que se han convertido en un negocio de sus dirigentes, que sólo sirven como aparatos de presión para conseguir beneficios particulares; pero las ideologías nunca porque siempre han representando intereses de clase social.
6.
La ideología, al ser el pensamiento de una clase social para sí,
representa de manera indudable los intereses de esa clase; otra cosa es
lo que piensa la clase en sí dentro del sistema capitalista. Althusser,
miembro del PCF (no muy querido por mí), usó a fines de los sesenta una
frase para mi lapidaria: “el pensamiento dominante en una sociedad es el
pensamiento de la clase dominante”; es decir, aunque la clase
trabajadora sea explotada y oprimida por los empresarios y el gobierno,
sigue viendo la misma TV, leyendo los mismas periódicos y revistas,
imitando el vestir, el hablar y el caminar de las clases altas y
ambicionando el mismo coche y lugares de veraneo. Los mismos políticos
de “izquierda”, “intelectuales” orgánicos, consumen, hacen y ambicionan
lo mismo. Aquí no murieron las ideologías sino que la clase dominante
impuso de manera total su cultura y estilo de vida.
7.
Ser de izquierda no es una ocurrencia oportunista. Ser de izquierda es
tener la convicción de la honradez, la honestidad, la frugalidad, la
igualdad. Dicen los oportunistas: si lo tengo y no lo he robado porque
el Estado me da dinero a montones; si a mi el Estado me regala viajes,
coches, casas; si por mis estudios, mis títulos y mi habilidad me
enriquezco, ¿por qué no lo voy a gozar? Por eso los altos funcionarios
de la suprema Corte, del IFE, la Presidencia y demás tienen salarios 350
veces más grandes que el salario de los trabajadores y cualquier
legislador o presidente municipal cobra mensualmente 200 salarios de un
trabajador. La ideología de los trabajadores y la de los explotadores
existe y es radicalmente opuesta la una a la otra. La ideología
desaparecerán cuando desaparezcan las clases sociales, no antes.
(20/VIII/12)
Pedro Echeverría V.
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