Protestas en el TEPJF/Foto: EMiranda, proceso.com |
México no avanzará hasta
que la clase política, los poderes fácticos y los funcionarios públicos
cuenten con un contrapeso social suficientemente fuerte para obligarlos
a velar por el interés público en lugar de sus negocios personales. El
cambio necesario no vendrá desde las cúpulas del poder sino desde la
movilización ciudadana. Las “instituciones” son importantes en cualquier
democracia, pero solamente funcionan cuando están sometidas a una
fuerte presión social.
El generoso periodo entre la
jornada electoral y la toma de posesión del nuevo presidente es una
oportunidad de oro para la articulación de un amplio movimiento social.
Si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF)
acata las órdenes del Consejo Coordinador Empresarial y valida sobre sus
rodillas la elección de Enrique Peña Nieto, todavía habrán tres largos
meses para construir una fuerza social suficientemente grande para
resistir los embates que vendrían en contra de la libertad de expresión,
los derechos humanos, los derechos laborales y la industria petrolera
nacional. Este periodo también serviría para construir un proyecto
ciudadano nuevo que limita y reparte el poder social, económico y
político hoy en manos de los monopolios y los poderes fácticos y
entregado a los intereses de Estados Unidos.
La oportunidad para la sociedad se
ampliaría aún más si el TEPJF decide extender el periodo necesario para
calificar la elección presidencial o, en su caso, invalida la elección
con base en las pruebas aportadas por Andrés Manuel López Obrador o
adquiridas por el mismo tribunal con base en sus amplias facultades de
investigación. Un eventual gobierno interino no implicaría crisis
política alguna, sino que solamente extendería durante unos meses más el
“interregno” entre el gobierno saliente y el entrante que ya existe en
los hechos. Tal situación podría ser la oportunidad ideal para la
construcción de un nuevo pacto nacional, o incluso un nuevo Congreso
Constituyente, desde la sociedad y sin la manipulación propia de los
políticos y los burócratas.
Hay que celebrar entonces que el
movimiento #YoSoy132 haya decidido ampliar su lucha más allá de
solamente los temas de la imposición de Peña Nieto y la manipulación
mediática. En su manifiesto del pasado 27 de julio, señalan seis
prioridades: 1) Democratización y transformación de los medios de
comunicación, información y difusión, 2) Cambio en el modelo educativo,
científico y tecnológico, 3) Cambio en el modelo económico neoliberal,
4) Cambio en el modelo de seguridad nacional y justicia, 5)
Transformación política y vinculación con movimientos sociales, y 6)
Derecho a la salud...
ARTÍCULO COMPLETO DISPONIBLE EN REVISTA PROCESO
John M. Ackerman
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