Se puede y debe someter a discusión que el eje de la conducción de las políticas, entre ellas la económica, al cuarto para las 12
del final calderonista y de cuyas consecuencias depende la vida diaria
de quienes tienen o no un empleo, sigue anclada en cómo se desempeña el
presidencialismo que el calderonismo no estaba preparado para ejercer. Y
es que los panistas, que se han movido entre la derecha y ultraderecha
(económica, religiosa católica y de adicción al “dejad hacer, dejad
pasar”), aferradas al neoliberalismo económico de la apertura total al
libre mercado, sin avivar un mercado interno, permitieron el
desmantelamiento de los pocos logros y conquistas que mantenían un
mínimo estado de bienestar.
“Ha sido siempre la consecución del poder económico lo que ha hecho
surgir en una clase la idea de su candidatura a la dirección política.
Es peligroso y a largo plazo inconciliable con el interés de la nación
el hecho de que una clase (más –agrego– si es una facción de aventureros
del capitalismo y arribistas de la política) económicamente en
decadencia detente el poder político[…] y más peligroso[…] que las
clases hacia las cuales se desplaza el poder económico, y con ello la
perspectiva del poder político, no estén políticamente maduras para la
conducción del Estado” (Max Weber, El Estado nacional y la política económica).
Con esto voy a la información proporcionada por Verónica Gascón y Juan Carlos Miranda (Reforma y La Jornada,
11 de abril de 2012): Un reporte del Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (Inegi) nos dice que 27 millones de mexicanos prestan su
fuerza de trabajo sin contar con seguridad social ni prestaciones. Y que
el salario (de uno a tres salarios mínimos) ha perdido el 42 por ciento
de su poder adquisitivo. Porque la prestación laboral al margen de una
mínima vigencia de las leyes del trabajo, por el creciente desempleo y
consecuente aumento de la informalidad, hacen que los trabajadores con
salario –y los que no lo tienen– se emparejen ante la dramática realidad
depauperizadora por la pésima conducción de la política
económica del Estado, en complicidad con patrones y banqueros que se
aprovechan del desamparo de los trabajadores.
Esto genera una crisis que puede estallar cuando, asalariados y no,
ya no soporten ser empujados a la desesperación social al no tener
servicios médicos o tenerlos de fachada (como el mentado seguro popular) y que su poder de compra sea cada vez más reducido. La nación es un volcán
social. Y estallará antes o después de las elecciones, donde los
partidos actúan como si esta crisis fuera más o menos controlable. Y no
es así. Pongamos la oreja en las faldas de ese volcán… Se escuchan
ruidos de las vísperas de revueltas por hambre, por desempleo, por la
galopante inflación… Y la incontenible “guerra” de las instituciones del
Estado que no han podido, al menos, mantener a raya a los
narcotraficantes y sus sicarios, es otra causa de la mala conducción
presidencial del timón de la nave estatal.
*Periodista
Vìa,fuente:
http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2012/04/24/explosiva-conduccion-de-la-politica-economica-calderonista/
http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2012/04/24/explosiva-conduccion-de-la-politica-economica-calderonista/
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