(Ape).- Todos rondan los 25 años. Sus nombres aparecen en los diarios
de Chile pero a los fines de esta nota carecen de importancia. El orden
de presentación es aleatorio. El primero ha entrado y salido del
Servicio Nacional de Menores desde los 9 años. Sus conocidos dicen que
cuando se emborracha muestra intolerancia hacia las minorías y simpatiza
con los movimientos neonazis. Robó ropa, robó alcohol y comida. No
terminó la escuela y es padre de un chico de 8 años.
El segundo admite que odia a los extranjeros y a las minorías desde
el día en que su padre, un cabo del ejército, fue asaltado por un
peruano. Consume alcohol y cocaína desde la adolescencia. Hizo el
servicio militar y fue rechazado en el ingreso a la Escuela de
Suboficiales. Desde entonces se dedicó a asaltar preferentemente a
peruanos y a golpear cabezas de jóvenes punk.
El tercero es hijo de una enfermera de Independencia y de un músico
de La Florida que se separaron en 1995. En su Facebook se define como
coreógrafo, cantante, productor, bailarín, compositor y arreglista.
Admira a Michael Jackson, se presentó en un concurso de televisión como
imitador suyo pero fracasó. Robó comida y también lesionó a dos
ciudadanos peruanos.
El último andaba buscándose a sí mismo en las tribus urbanas. Primero
fue emo. Ahora, vestido como un personaje de animé japonés, era otaku.
Hasta que falleció la tía que lo cuidaba, su madre había muerto en 2008,
estudió psicopedagogía. Trabajaba en una farmacia. Sus amigos dicen que
nunca fue neonazi ni homofóbico y que tenía amigos gays.
Los cuatro están presos por haber atacado el pasado 3 de marzo en el
parque San Borja, Santiago de Chile, a Daniel Zamudio de 24 años.
Zamudio fue torturado durante seis horas; le quebraron una pierna, le
rompieron una botella en la cabeza, dejaron caer varias veces una piedra
pesada sobre su estómago, le arrancaron parte de una oreja y con un
vidrio le marcaron esvásticas en el cuerpo. Murió el 27 de marzo a las
19.45 en el Hospital de Urgencia de la Asistencia Pública.
En el año 2009 la iglesia chilena presentó el libro “Homosexualidad
juvenil: orientaciones educativo pastorales” donde se califica a los
homosexuales como portadores de una desviación contraria a la sabiduría
de Dios. Un desequilibrio que no debería existir según el plan divino, y
comparable a la pedofilia, el masoquismo, la bestialidad y el sadismo.
Es poco probable que alguno de los cuatro atacantes de Daniel Zamudio
haya leído el libro o alguien les haya dicho que torturar a un gay hasta
matarlo era una forma de colaborar con el plan divino y ganarse el
cielo. En realidad no hace falta leer ningún libro ni escuchar sermones
para contaminarse de odios viejos. Uno se los encuentra a la vuelta de
la esquina, en el último vaso de vino, en el baño de un bar o en la
estación de trenes. Los odios viajan con el aire, la gente pasa, los
respira, y si alguno anda bajo de defensas se los lleva puestos como si
fueran virus.
En You Tube circula un video donde se muestran jóvenes a quienes un
locutor define como “neonazis y skinhead reales de Chile”. Los hombres
son descriptos como rudos y viriles y las mujeres como femeninas (sic). A
continuación aparecen los agresores de Daniel Zamudio y el locutor nos
pregunta si se parecen en algo a los anteriores. Inmediatamente
responde: ¿verdad que no? Más adelante dice que al menos dos de ellos
tienen una apariencia ambigua. Para reforzar la tesis se muestran las
zapatillas incautadas por los carabineros a los detenidos. No son las
botas o zapatillas negras que ocupan habitualmente los neonazis, explica
el locutor, más bien corresponden a las que usan skaters y jipjoperos.
Hacia el final del video critica el acercamiento entre el Movimiento de
Integración y Liberación Homosexual y la comunidad judía y denuncia una
campaña sionista que, a partir de la agresión a Zamudio, se propondría
propulsar la sanción de la ley Antidiscriminación, para ellos, una norma
antidemocrática.
El presidente Sebastian Piñera prometió en su Twitter que la muerte
de Zamudio no quedaría impune. Los nazis, a esta altura ya podemos
despojarlos del neo, como si no pudieran soportar que sus odios hayan
caído en manos de cualquiera, intentan diferenciarse de los asesinos,
desde la virilidad y las zapatillas. La Iglesia, piadosamente ecuménica,
hace silencio y reserva su palabra para asuntos más trascendentes.
Daniel Zamudio trabajaba en una tienda, estudiaba teatro y quería ser
modelo. Admiraba a Britney Spears y a los músicos de Placebo. También
quería ser padre, como su hermano, aunque sabía que no le iba a resultar
tan fácil. El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual
solicitó al gobierno de Chile que la ley antidiscriminación lleve su
nombre.
La pregunta es: ¿Cuándo responderán los responsables?
Los asesinos vestían odios viejos que les caían como la ropa sucia de
unos abuelos difuntos. Pero los arquitectos de la segregación. Los
diseñadores del odio. Los pedagogos del desprecio. Los que obligan a
tomar distancia y amputan los abrazos. Los que pintan líneas rojas en el
patio de la escuela, en las calles y las plazas y separan propios de
ajenos, inteligentes de torpes, normales de anormales. ¿Cuándo vendrán a
cosechar lo que sembraron?
Vìa,fuente:
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/
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