La Croix
Las manifestaciones del domingo 13 de febrero en Grecia han marcado un vuelco en la protesta social. Entre 100.000 y 200.000 personas se manifestaron en las calles. Esta radicalización muestra la creciente brecha existente entre la población y los gobernantes que han aprobado el nuevo plan de austeridad. Traducido para Rebelión por Susana Merino |
María,
de 34 años, está desengañada. Sentada en la vereda, espera el voto de
los parlamentarios «Ellos ni siquiera vienen a vernos, y eso que somos
miles los que los esperamos. Algo no está funcionando en esta
democracia”, suspira esta estudiante de psicología. Dimitra, de 35 años,
es empleada municipal. Ambas tienen opiniones radicalmente diferentes
de la situación: María confía en el sistema judicial y en las
instituciones para que Grecia se ponga en pie. Dimitra piensa que solo
la calle puede revertir la corriente. María va a regresar a Creta porque
aquí no hay trabajo “Yo tengo trabajo soy funcionaria. Me pagan cada
quince días y mi último recibo es de 80 euros. ¿Para qué trabajar?, se
pregunta por su parte Dimitra, que sueña con irse a Noruega adonde ya ha
emigrado su compañero.
La
manifestación organizada el domingo 12 de febrero en la capital ha
marcado un giro en la protesta social griega. Primero por la cantidad de
participantes, calculada en 200.000 personas según los organizadores
(199.000 según la policía). Y además por su intensidad. Nunca los
contestatarios parecieron estar tan determinados.
Durante
horas, las fuerzas del orden los rociaron con gases lacrimógenos y
gases irritantes. Los manifestantes retrocedían para respirar aire
fresco y volvían enseguida al Parlamento para gritar su cólera. Las
personas mayores y los niños tenían miedo de las granadas
ensordecedoras que no dejaban de explotar, pero no se iban de la plaza
Syntagma. Un fenómeno nuevo.
Los
que buscaban enfrentar a las fuerzas del orden utilizaban pistolas
lanzallamas y bombas incendiarias caseras, hasta ahora solo habían usado
piedras, pedazos de mármol y cócteles molotov. Pero lo más sorprendente
–tal vez lo más inquietante– es que cuando no tenían fuego para
encender las mechas les pedían a los demás manifestantes sus mecheros
para encenderlos.
Un diktat del FMI o de la UE
Esta
violencia la produjeron unos cuantos miles de personas. (de 2.000 a
3.000, según las estimaciones). Su número no había superado nunca
algunos centenares de personas si se exceptúan las tres semanas de
violencia urbana de 2008.
Esta
radicalización es el reflejo del creciente endurecimiento de las
exigencias de los países de la zona euro y del FMI, percibido en el país
como un “diktat” o aún peor como un “chantaje”. No comprendo
qué quieren, dice con una voz cansada Vangelis, de 40 años, profesor de
matemáticas, una afirmación ampliamente compartida. El eslógan “No
seremos vuestros esclavos” se halla también reiteradamente escrito en
las paredes de la capital.
“Si
quisieran ayudarnos realmente a enderezar el país, pondrían en marcha
un Plan Marshall, afirma Vangelis. Según él lo que les interesa a los
acreedores del país es reembolsar a los bancos".
El
Parlamento voto por una mayoría aplastante el memorándum. Pero 43
diputados fueron excluidos de sus partidos tanto de derecha como de
izquierda por no haber respetado la consigna de votar por el sí. Entre
ello Odysseas Boudouris, diputado socialista y estrella en ascenso de la
escena política. Luego de haber votado “sí” los dos precedentes
programas de ajuste dio marcha atrás, si bien está convencido de que son
indispensables algunas medidas de austeridad. Pero no así, yo no puedo
votar una baja del SMIC (Salario Mínimo Interprofesional de Crecimiento)
en el sector privado, porque eso no tiene nada que ver con la apuesta
sobre nuestra deuda que tiene que ver con el déficit del sector público,
explica.
Diputados y ministros alborotados
Para
este reformador que ha colaborado con el exministro Georges Papandreum
existe un problema más grave aún “la nación griega se halla representada
en una negociación internacional por un gobierno que no tiene el
respeto de sus socios ni el respeto o el apoyo de los ciudadanos
griegos. En estas condiciones ningún acuerdo provechoso puede llevarse a
cabo ni ser aplicado por un gobierno que ya no tiene autoridad moral ni
política. Simplemente no es posible gobernar solo con el diario oficial
y la policía", afirma.
La
votación de este plan de austeridad dará seguridad a los acreedores de
Grecia, pero no resolverá el problema de su aplicación. Las elecciones
legislativas anticipadas se han anunciado para el próximo mes de abril,
la cuestión es saber qué va a pasar con el Pasok (Partido socialista)
que hasta ahora gobernaba el país.
Los
enfrentamientos de este fin de semana han tenido lugar en todo el país y
les va a ser extremadamente difícil a los diputados que votaron por el
“sí” regresar a las calles de su distrito. Muchos de ellos se han
encontrado sentados en cafés, garabateados con yogur. Recientemente el
ministro del ambiente tuvo que salir del hotel por una puerta de
servicio para huir de los manifestantes.
Fuente: http://www.la-croix.com/
Vìa:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=144662
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