Hace 8 meses que los dirigentes occidentales y ciertos medios públicos
de difusión vienen haciendo campaña a favor de una guerra contra Siria.
Las acusaciones extremadamente graves que vienen lanzando contra Bachar
el-Assad intimidan a quienes se preguntan si sería justo o no
desencadenar une nueva intervención militar. Pero, ¿intimidan a todos?
No. Con el respaldo de la Red Voltaire, algunos han venido a verificar
los hechos sobre el terreno y han podido comprobar la verdadera
envergadura de la propaganda de la OTAN. Thierry Meyssan hace un balance
del estado de la guerra mediática.

- Formado,
endoctrinado en París y bajo la protección de Francia, el Consejo
Nacional Sirio pretende derrocar el régimen del presidente Bachar
el-Assad. El presidente de dicho Consejo es Burhan Ghaliun, profesor de
sociología en la universidad de la Sorbona (en la foto, junto a Alain
Juppé, el 23 de noviembre de 2011).
En 1999, durante la guerra de Kosovo, la Red
Voltaire expresó su indignación sobre el hecho que Francia participara
en la guerra junto a la OTAN sin que se realizara un voto al respecto en
la Asamblea Nacional y con la silenciosa complicidad de los presidentes
de los grupos parlamentarios. Señalamos entonces que la negativa del
presidente de la República y del primer ministro a organizar un
verdadero debate permitía presagiar la opacidad que rodearía la
conducción de la guerra.
También tomamos entonces la iniciativa de publicar un boletín
cotidiano sobre el conflicto. La OTAN destruyó de inmediato los sitios
web del gobierno serbio impidiéndonos así tener acceso a la versión
serbia sobre los hechos. Para remediar esa carencia nos suscribimos a
las agencias de prensa de la región (las de Croacia, Bosnia, Grecia,
Chipre, Turquía, Hungría, etc.).
Durante todo el conflicto ofrecimos un resumen diario de la
conferencia de prensa que ofrecía la OTAN en Bruselas y también un
resumen de los testimonios de los periodistas de países vecinos; países
que, habían tenido a veces graves diferencias con Serbia, pero cuyos
gobiernos narraban los hechos de la misma manera. A medida que iba
pasando el tiempo, la versión de la OTAN y la de los periodistas locales
fueron separándose, hasta que llegó el momento en que ya no tenían nada
en común.
Al final eran ya dos historias radicalmente diferentes. No teníamos
cómo saber quién mentía o si una de las dos partes estaba diciendo la
verdad. Nuestros lectores tenían la impresión de estar volviéndose
esquizofrénicos, sobre todo si se tiene en cuenta que los medios de
prensa de Europa occidental sólo repetían la versión de la OTAN y que,
por lo tanto, nuestros lectores sólo tenían dos versiones paralelas
cuando nos leían a nosotros.
Proseguimos esa línea de trabajo a lo largo de los 3 meses de
duración de los combates. Cuando por fin cesó el tronar de las armas,
los colegas y amigos que pudieron entonces viajar a los lugares de los
hechos comprobaron con estupor que no hubo
«propaganda de ambas partas».
No, la versión de la OTAN era enteramente falsa mientras que la de
los periodistas locales era enteramente real. Durante los siguientes
meses informes parlamentarios de varios países miembros de la OTAN
permitieron comprobar los hechos. Varios libros fueron publicados sobre
el método concebido por el consejero de prensa de Tony Blair, método que
permitió a la OTAN manipular a toda la prensa occidental y que se
conoce como
«story telling».
Se puede intoxicar a todos los periodistas occidentales y esconderles
los hechos si se les cuenta un cuento de niños, a condición de no
interrumpir jamás la narración, de cargarla con referencias capaces de
despertar lejanas reminiscencias y de mantener su coherencia.
No tuve entonces el reflejo de irme rápidamente a Serbia antes de que
estallara la guerra y ya no pude hacerlo cuando comenzó el tronar de
las armas. Pero en este momento, amigo lector, me encuentro en Siria,
donde he tenido tiempo de investigar como es debido y desde allí escribo
este artículo. Es por lo tanto con conocimiento de causa que afirmo
aquí que la máquina de propaganda de la OTAN se ha puesto nuevamente en
marcha en el caso de Siria, como anteriormente sucedió en Serbia.
La OTAN está contando una historia que no tiene nada que ver con la realidad y lo hace con ánimo de justificar una
«intervención militar humanitaria»,
al estilo del oxímoron blairiano. Y ahí termina el paralelismo:
Slobodan Milosevic era un criminal de guerra que nos presentaron como un
autor de crímenes contra la humanidad para justificar el
desmembramiento de su país; Bachar el-Assad es un combatiente de la
resistencia antiimperialista y antisionista que apoyó al Hezbollah
cuando el Líbano fue agredido y que además respalda al Hamas y a la
Yihad islámica en su lucha por la liberación de la patria palestina.
Cuatro mentiras de la OTAN

1.
Según la OTAN y sus aliados del Golfo, masivas manifestaciones vienen
desarrollándose en Siria desde hace 8 meses en demanda de más libertades
y del retiro del presidente Bachar el-Assad.
Falso. Sólo en algunas ciudades, y al llamado de predicadores
sauditas y egipcios a través de Al-Jazzera, se produjeron algunas
manifestaciones contra el presidente Bachar el-Assad y lo cierto es que
esas manifestaciones reunieron, cuando más, un total de 100 000
personas. En dichas manifestaciones no se pedía más libertad sino la
instauración de un régimen islámico. Si se exigía la dimisión del
presidente al-Assad no era por causa de su política sino porque los
manifestantes apoyaban una corriente sectaria del sunnismo, la corriente
takfiri, y afirman que Bachar el-Assad es un hereje –porque es alauita–
sin derecho por lo tanto a ejercer el poder en un país musulmán que,
según la corriente takfiri, sólo puede ser gobernado legítimamente por
un sunnita perteneciente a la misma escuela teológica que la corriente
takfiri.

2.
Según la OTAN y sus aliados del Golfo, el «régimen» respondió a las
manifestaciones dispersando a las multitudes con el uso de municiones de
guerra, lo cual habría provocado al menos 3 500 muertos en lo que va de
año.
Falso. En primer lugar, es imposible reprimir manifestaciones que
nunca han tenido lugar. Además, desde el principio mismo de los
incidentes, las autoridades comprendieron que el objetivo era provocar
enfrentamientos de índole confesional en un país donde el laicismo ha
sido la columna vertebral del Estado desde el siglo VIII. Así que el
presidente Bachar el-Assad prohibió a las fuerzas de seguridad, a la
policía y el ejército, el uso de armas de fuego en cualquier
circunstancia en la que existiese la más mínima posibilidad de herir a
civiles. Su objetivo es impedir que la existencia de heridos o muertos
de tal o más cual confesión pueda servir de pretexto para justificar una
guerra confesional. Las fuerzas de seguridad están aplicando esas
instrucciones presidenciales al pie de la letra, incluso, como veremos
más adelante, al precio de poner en peligro las vidas de sus propios
miembros. En cuanto a la cantidad de muertos, en realidad son la mitad
de la suma mencionada. Y la mayoría no son civiles sino soldados y
policías, lo cual pude comprobar personalmente en el transcurso de mis
visitas a hospitales y morgues civiles y militares.

3.
Cuando logramos romper el muro del silencio y que numerosos medios de
prensa reconocieran la presencia en Siria de escuadrones de la muerte
provenientes del exterior que asesinan civiles en las ciudades y tienden
emboscadas al ejército, la OTAN y sus aliados del Golfo empezaron a
hablar de un ejército de desertores. Según la OTAN y sus cómplices del
Golfo, hubo militares (no policías) que recibieron órdenes de disparar
contra la gente por lo que decidieron rebelarse y conformar un ejército
sirio libre, que ya contaría con 1 500 hombres.
Falso. Sólo se han producido unas pocas decenas de deserciones y los
desertores han huido a Turquía, donde están bajo las órdenes de un
oficial miembro del clan de Rifaat el-Assad y Abdel Hakim Khaddam,
públicamente vinculado a la CIA. Lo que sí existe es un creciente número
de jóvenes que se niegan a hacer el servicio militar, a menudo debido a
presiones de sus familiares más que por decisión propia, ya que los
militares que caen en una emboscada no tienen derecho a defenderse
haciendo uso de sus armas si se hallan civiles en el lugar. Así que los
militares tienen que estar dispuestos a sacrificar sus propias vidas si
no tienen cómo escapar a sus agresores.

4.
Según la OTAN y sus aliados del Golfo, el ciclo revolución/represión ha
cedido su lugar a un principio de «guerra civil». Atrapados en esa
circunstancia, 1,5 millones de sirios estarían siendo víctimas del
hambre. Sería por lo tanto conveniente organizar «corredores
humanitarios» para permitir el envío de alimentos y la huida de los
civiles que deseen abandonar las zonas de combate.
Falso. En relación con el número y la crueldad de los ataques
perpetrados por los escuadrones provenientes del exterior, los
desplazamientos de población son poco numerosos. Siria es un país
autosuficiente en el plano agrícola y la producción no ha disminuido
significativamente. Sí existen, en cambio, frecuentes interrupciones de
la circulación a través de las carreteras en las que se producen la
mayoría de las emboscadas. Además, al producirse algún ataque dentro de
una ciudad, los comerciantes cierran de inmediato sus establecimientos.
Esto ha venido ocasionando graves problemas de distribución, incluso en
lo tocante a la alimentación. Pero ni siquiera son esas las verdaderas
causas del problema. Son las sanciones económicas las que están
provocando un desastre. Siria, país que a lo largo del decenio había
registrado una tasa anual de crecimiento del 5%, ya no puede vender sus
hidrocarburos a Europa occidental y su industria turística está siendo
gravemente afectada. Mucha gente ha perdido así sus empleos y sus
ingresos y se ve por lo tanto obligada a economizar en todos los
aspectos. El gobierno está haciéndose cargo de esas personas y está
distribuyendo gratuitamente combustible (para la calefacción) y
alimentos. Lo cierto es que, ante tal situación, hay que decir que sin
la ayuda del gobierno de el-Assad, 1,5 millones de sirios serían hoy
víctimas de la desnutrición por causa de las sanciones de los países
occidentales.
En definitiva, aunque nos encontramos aún en una etapa de guerra no
convencional, con envío de mercenarios y de fuerzas especiales para
desestabilizar el país, la narración que ofrecen la OTAN y sus aliados
del Golfo ya se aleja considerablemente de la realidad. Y el abismo
entre esa imagen y la realidad de los hechos ira acentuándose cada vez
más.
En lo que a usted concierne, amigo lector, al no hallarse usted en el
lugar de los hechos, no tiene razón alguna para confiar en mí más que en
la OTAN. Pero sí existen, sin embargo, algunos indicios que pueden
indicarle cómo orientarse.

- Bernard-Henry
Levy, quien se jacta de haber impulsado a Francia a implicarse en la
guerra contra Libia en interés de Israel, anuncia en el diario francés
Le Parisien que tiene una lista de objetivos.
Cuatro evidencias que la OTAN se empeña en ocultar

1.
Sería lógico creer que las acusaciones sobre la supuesta represión y la
cantidad de víctimas han sido objeto de la más cuidadosa comprobación.
Pero no es así. Todos los datos al respecto provienen de una sola
fuente: el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede… en Londres,
cuyos responsables se escudan tras el más estricto anonimato. ¿Qué
valor pueden tener esas graves acusaciones si no se confrontan con los
informes de otras fuentes? ¿Por qué instituciones como la Oficina del
Alto Comisario de la ONU para los Derechos Humanos se hacen eco de tales
acusaciones sin tomarse el trabajo de comprobar su veracidad?

2.
Rusia y China recurrieron al veto contra un proyecto de resolución del
Consejo de Seguridad de la ONU que abría el camino a una intervención
militar internacional. Los responsables políticos de la OTAN nos
explican, apenados, que los rusos están protegiendo su base naval
militar del puerto sirio de Tartus y que los chinos son capaces de
cualquier cosa con tal de obtener unos cuantos barriles de petróleo.
¿Debemos aceptar el concepto maniqueo de que Washington, Londres y París
hacen gala de buenos sentimientos mientras que Moscú y Pekín son
esencialmente egoístas e insensibles al martirio de un pueblo? ¿Es
posible no darnos cuenta de que Rusia y China tienen muchos menos
interés en defender Siria que los países occidentales en destruirla?

3.
Resulta ciertamente extraña la composición de la coalición de estos
países supuestamente bien intencionados. ¿Podemos acaso pasar por alto
el hecho que los dos principales contribuyentes de la Liga Árabe y
promotores de la «democratización» en Siria son precisamente Arabia
Saudita y Qatar, dos dictaduras al servicio de Estados Unidos y de Gran
Bretaña? ¿Podemos acaso dejar de preguntarnos si los mismos países
occidentales que acaban de destruir sucesivamente Afganistán, Irak y
Libia –donde ya demostraron lo poco que les importa la vida humana– son
realmente honestos cuando enarbolan el estandarte humanitario?

4.
Y ante todo, para no dejarnos manipular en cuanto a los acontecimientos
en Siria, es esencial ponerlos en su contexto. Para la OTAN y sus
aliados del Golfo –cuyos ejércitos ya invadieron Yemen y Bahrein
ahogando allí en sangre las manifestaciones– la
«revolución siria» es la prolongación de la
«primavera árabe», según la cual los pueblos de la región aspiran a la democracia de mercado y al confort del
American Way of Life.
Por el contrario, para rusos y chinos, al igual que para venezolanos
y sudafricanos, lo que sucede en Siria es la continuación del «rediseño
del Medio Oriente ampliado» anunciado por Washington y que ya ha dejado
1,2 millones de muertos, un proceso al que toda persona preocupada por
la vida humana debe sentirse deseosa de poner fin. Estos últimos
recuerdan que, el 15 de septiembre de 2001, el presidente George W. Bush
programó 7 guerras. Los preparativos para el ataque contra Siria
comenzaron oficialmente el 12 de diciembre de 2003 con el voto de la
Syrian Accountability Act,
en medio de la euforia por la caída de Bagdad. Desde ese día, el
presidente de Estados Unidos –cargo que hoy ejerce Barack Obama– cuenta
con la autorización del Congreso para atacar Siria y ni siquiera está
obligado a presentarse ante los parlamentarios estadounidenses antes de
dar la orden de abrir fuego. Así que la cuestión no es saber si la OTAN
ha encontrado una justificación divina para desencadenar la guerra sino
más bien si Siria podrá encontrar un medio de salir de esta situación,
como ya logró hacerlo ante todas las acusaciones difamatorias, y para no
caer en todas las trampas anteriores, como el asesinato del ex primer
ministro libanés Rafik Hariri o el ataque israelí contra una imaginaria
central nuclear militar.
Los «grandes medios de prensa comercial» occidentales ante los hechos y como testigos
Ya al terminar este artículo quisiera señalar, amigo lector, que la
Red Voltaire facilitó una gira de prensa organizada por iniciativa del
Centro Católico de Información de los Cristianos de Oriente, en el marco
de la apertura a los medios de prensa occidentales, apertura que el
propio presidente el-Assad anunció a la Liga Árabe.
Nosotros mismos ayudamos a los periodistas de los grandes medios a
viajar a las zonas de combate. Nuestros colegas se sintieron al
principio incómodos en nuestra compañía, al mismo tiempo porque tenían
de nosotros una imagen negativa preconcebida y porque creían trataríamos
de lavarles el cerebro. Pero pudieron comprobar posteriormente que
somos personas normales y que nuestro compromiso no nos ha hecho
renunciar a nuestro espíritu crítico.
En definitiva, a pesar de que están íntimamente convencidos de la
bondad de la OTAN y de que no comparten nuestro propio compromiso
antiimperialista, pudieron ver y oír la realidad de los hechos. Con
honestidad, mencionaron en sus trabajos las acciones de las bandas
armadas que siembran el terror en el país.
También es cierto que se abstuvieron de contradecir abiertamente la
versión atlantista y que trataron de conciliar con esa versión lo que
ellos mismos habían podido ver y oír, lo cual los obligó a veces a hacer
toda una serie de piruetas alrededor del concepto de
«guerra civil» entre el ejército sirio y mercenarios extranjeros. En todo caso, los reportajes de la
Radio Televisión Belge (RTBF) o los del diario
La Libre Belgique,
por citar tan sólo dos casos, demuestran que desde hace 8 meses la OTAN
ha venido escondiendo las acciones de los escuadrones de la muerte
extranjeros cuyos crímenes atribuye a las autoridades sirias.
Vìa :
http://www.voltairenet.org/Mentiras-y-verdades-sobre-Siria