martes, 11 de octubre de 2011

Sociedad : Intereses militares y económicos en el Ártico...Iván Restrepo

Aunque lo nieguen los millones que votarán en Estados Unidos por el Partido Republicano el año próximo, el cambio climático sí existe y las evidencias las tienen en su propio territorio y documentadas por instituciones de probada credibilidad. Por ejemplo, el Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo y la Administración Nacional del Océano y la Atmósfera. Información recabada por ambas dependencias, así como los análisis de sus especialistas, revelaron que en el verano que recién terminó la capa de hielo en el Ártico se redujo a su segundo nivel más bajo desde que comenzaron las mediciones hace más de 50 años. Lo ocurrido lo atribuyeron especialmente al calentamiento global. Para el oceanógrafo James Overland, se trata de un hecho nada casual.

Los científicos comenzaron en 1979 a observar por satélite y a documentar con mayor precisión el derretimiento del hielo en el Ártico. Según los datos recabados desde entonces, el hielo en esa región disminuye más cada año en el verano. Es natural que ocurra y que en el otoño se comience a solidificar nuevamente. Pero el nivel mínimo que alcanza dicho derretimiento cada verano es una medida clave para los expertos que estudian el calentamiento global. Lo grave es que este año el nivel de derretimiento fue mayor que el promedio observado durante las últimas cuatro décadas.

Lo que está ocurriendo también lo documenta desde hace ocho años la universidad alemana de Bremen. En agosto pasado publicó su reporte para el último verano y confirma que el hielo en dicha región se redujo mucho más que en 2007, calificado como un año récord. También en Bremen atribuyeron tal hecho a las actividades humanas más que a las condiciones climáticas locales, como el viento y corrientes marinas. En tanto, hay acuerdo mundial en el sentido de que, si no se reduce el calentamiento global radicalmente, este siglo podrá terminar con un Ártico sin hielo. En primer término afectaría, como ya ocurre en el verano, a la fauna que allí existe: desde focas hasta morsas y osos polares. Y, como en paralelo la temperatura de la Tierra aumentaría, sus efectos se dejarían sentir en todo el planeta. En México serían muy negativos.

Ante la perspectiva de deshielo generalizado, Estados Unidos, Rusia, Canadá, Noruega y Dinamarca, con intereses directos en el Ártico, han manifestado en los últimos años la inquietud que les causa tal hecho y reconocen que lo originan los gases de efecto invernadero, por lo que apremian a actuar en consenso para evitar catástrofes de alcances insospechados. A ese llamado se unieron Islandia y China.

Afirman que todo lo que suceda en el Ártico los afecta directamente. Pero a las proclamas de actuar en conjunto para conservar el medio ambiente en esa parte de la Tierra se oponen los intereses económicos y militares.

El año pasado Rusia, Estados Unidos, Canadá, Dinamarca y Noruega resolvieron establecer bases de observación científica para monitorear el deshielo y sus efectos. Pero cada uno hace planes para aprovechar a su favor las nuevas condiciones climáticas. Y hasta firman acuerdos de cooperación. Todo cabe en esos planes: desde la presencia de buques movidos por energía nuclear y el control de las nuevas rutas comerciales hasta el aprovechamiento agrícola de las extensiones de tierra donde ahora reina el bosque boreal, que desaparecería con el deshielo. Y la joya de la corona: los valiosos recursos que podrán explotarse más fácilmente: minerales, petróleo, gas. Allí existe una cuarta parte de los hidrocarburos por descubrir en el planeta.

El año pasado Rusia y Noruega acordaron repartirse 175 mil kilómetros cuadrados con abundantes yacimientos de gas y petróleo en las aguas del mar de Barents y el océano Ártico. Canadá y Rusia negocian ahora acuerdos para explotar conjuntamente los yacimientos existentes en sus aguas territoriales. La Exxon y la rusa Rosneft se unieron para extraer el crudo en el Ártico Ruso, en el mar de Kara.

Así, los negocios de unos cuantos países son los que están imponiendo nuevamente su ley en el Ártico, en contra de lo que dictan la sensatez y el interés de la inmensa mayoría de naciones, que exige evitar su destrucción.

Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/10/10/opinion/016a1pol

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