… La autoridad reproduce la violencia que pretende suprimir
Antonio García-Trevijano, Teoría pura de la república
Todas las modalidades de la delincuencia, con los narcotraficantes
como avanzada y su complicidad con policías y militares, han puesto las
condiciones de una violencia sangrienta. El presidente Felipe Calderón
decidió el combate contra esa rebelión a sangre y fuego, y los calderonistas y el Partido Acción Nacional (PAN), con sus desgobiernos
fallidos en todo el abanico de sus obligaciones, lo secundan. Y al no
lograr la mínima eficacia para someterlos al imperio de la ley y
restaurar la paz social, han contribuido al aumento de ésta al cosechar
ya ?con los 74 periodistas asesinados, 14 desparecidos y 19 asilados? no
menos de 50 mil homicidios (ni Augusto Pinochet ni Muamar Gadafi ni las
matanzas en Irak y Afganistán) que cínicamente contabilizan Alejandro
Poiré, con sus estúpidos mitos, y Genaro García Luna, con sus abusos, al
lado de Guillermo Galván Galván y Mariano Saynez Mendoza.
Los mexicanos somos carne de cañón, conejillos de indias del calderonismo; víctimas del militarismo con palos de ciego a los que el mandatario napoleoncito llamó “daños colaterales”.
Durante los dos sexenios del PAN (aunque dentro del partido existen
excepciones… que confirman la regla) y no se diga en el último lustro,
no ha pasado un día, unas horas, sin homicidios que al año suman 10 mil.
Y peor aún, más de una cuarta parte de éstos son ciudadanos de bien que
van a sus oficinas, a sus labores en el campo y la ganadería; obreros,
estudiantes baleados y asesinados incluso dentro de áreas escolares;
madres con sus hijos muertos en plena batalla de la “no-guerra”
calderonista. Mexicanos de todas las edades que han dejado miles de
huérfanos y viudas, asesinados por delincuentes, por marinos
enloquecidos, soldados desatados o policías sin freno, que cuando no son
cómplices de los criminales, disparan sin control para ser unos
facinerosos con uniforme de servidores públicos. La otra cara de esa
moneda son los sicarios, los capos, los funcionarios sobornados, los
rateros, los secuestradores, los depravados sexuales y los drogadictos.
Con su “estrategia” fracasada ordenada a tontas y locas,
donde los altos mandos castrenses, para eludir responsabilidades, hacen
lo que les ordena y firma el inquilino de Los Pinos escondido en su
búnker para dormir tranquilo, Calderón y los capos comandan la doble
fuente de violencia que tiene a más de 100 millones de mexicanos
sometidos en la angustia, el miedo colectivo y los homicidios. La
atmósfera de violencia semeja la de un golpe de Estado, para matar a
diestra y siniestra, luego dar el pésame y ofrecer dinero para
supuestamente resarcir los daños irreparables y la falta de uno o más
familiares que destruyen vidas y el tejido social.
Los mexicanos, además, padecemos los bajísimos salarios, el masivo
desempleo y la pobreza de 50 millones de nacionales; el encarecimiento
de los productos de primera necesidad; y que Calderón, como Gadafi,
tenga 200 mil millones de dólares (al financiar a los estadunidenses,
pues están guardados en arcas de ese país), mientras que México necesita
inversiones, créditos blandos, subsidios para la educación, pues
sus edificios están en ruinas, con sanitarios antihigiénicos, etcétera.
Además del total descuido de la agricultura para que sigan abarrotando
el mercado libre calderonista de mercancías chinas desde donde llegan
chiles y granos.
Todo esto ha creado las condiciones para lo que se ve venir: el golpismo al estilo de Victoriano Huerta (el militaroide alcohólico
que generó una violencia cruenta como la actual; y no es que la
historia se repita ?esta expresión no tiene sustento racional? sino que
es un nuevo fenómeno de barbarie).
El calderonismo no ha podido, ni sabe, ni quiere terminar esa crueldad infame, pero sí aumentarla como un emperadorcito…
Después de él, el diluvio. Somos presas del pánico, porque no pasa un
minuto sin que sepamos de homicidios por ajustes entre delincuentes,
enfermos que matan por matar, por adicciones a las drogas, por robar.
Hoy cualquiera tiene una pistola, un cuerno de chivo, un
fusil, granadas, porque los estadunidenses, ante la
pasividad-complicidad de Calderón (que quiere asilo y protección cuando
huya), se las dieron a los sicarios y se venden en sucursales en el
Distrito Federal, pues Marcelo Ebrard, entretenido en sus matrimonios,
corrupción y locura por la candidatura chuchista-camachista, ha dejado
que la capital de nuestro pobre país, con el Estado de México ?donde
gobernaba Enrique Peña Nieto? estén convertidos en campos de
criminalidad, donde los feminicidios ?que son homicidios agravados? son
la noticia de todos los días y a todas horas.
No se trata de si son periodistas (74 muertos desde el foxismo) o
no. Son mexicanos ajenos a la delincuencia y a los uniformados con
disfraces de guerra, la mirada amenazadora y las metralletas
amartilladas. Esta violencia pavorosa nos tiene en una insoportable
sicosis, al grado de que millones de mexicanos ya no ven los noticieros
ni leen la prensa ni tocan el tema de la inseguridad para escapar de la
angustia.
“Si no pueden, ¡renuncien!”, le gritaron a Calderón y le exigen la dimisión a la par de la del desgobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz,
y el alcalde de Monterrey, Fernando Larrazábal (protegido de Santiago
Creel y Calderón), porque éste tiene la obligación de garantizar la
seguridad y debe ser señalado con índice de fuego por aumentar la violencia. Nadie le pide que desista de extinguirla, pero no a tontas y locas.
Así que ¡yo te acuso a ti, Calderón! A ti, que cinco años después
de gobierno, con los delincuentes, tienes al país y a la nación
atrapados en esa doble violencia.
*Periodista
Vìa :
http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2011/10/09/yo-te-acuso-a-ti-calderon/
http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2011/10/09/yo-te-acuso-a-ti-calderon/
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