- Imagen de un barco turco que practica pesca de arrastre en el mar Mediterráneo. / Foto: Jon_Anderson
En 1871 se tomó conciencia de la
necesidad de proteger los espacios
terrestres creando el primer Parque
Nacional del mundo, que fue Yellowstone,
en Estados Unidos. Hubo que
esperar casi cien años para que la
opinión pública se percatara de que
existía vida más allá del suelo que pisamos,
y así se inauguró la primera
Reserva Marina en Nueva Zelanda
en los años ’60 del siglo XX. El 8 de
junio, Día Mundial de los Océanos,
medio siglo después de la creación
de la primera reserva, tan sólo el 1%
de la superficie del océano está protegida
de manera efectiva, según datos
de la Fundación Oceana.
“Imaginaos que se ara un bosque
entero para conseguir dos árboles,
está claro que mucha gente se llevaría
las manos a la cabeza. Pues bien,
eso es lo que está pasando en los mares
con la pesca de arrastre y nadie
hace nada”, relata a DIAGONAL
Celia Ojeda, responsable de Océanos
de Greenpeace. “La protección del
medio marino ha llegado muy tarde.
De hecho, hemos tenido siempre el
concepto de que era inagotable, pero
esto no es así”, sentencia.
Las Reservas Marinas son un
mecanismo pensado para lograr
una explotación sostenida de los
recursos pesqueros y “se ha demostrado
que limitando la pesca la
biodiversidad se regenera tanto en
el área protegida como en zonas
fronterizas”, relata Ojeda, quien
opina que esta protección no siempre
es efectiva, pues, en ocasiones,
falta vigilancia. Así, según datos de
la organización Adena, la protección
del 80% de las áreas marítimas
reservadas en el mundo “se limita a
la simple denominación, pero no
están gestionadas como correspondería
a estos espacios”.
Entre los mares más amenazados
y menos protegidos se encuentra
el Atlántico Norte, reconocido
por Greenpeace como una zona esquilmada
por las artes de arrastre
de profundidad para capturar especies
de fondo como la merluza o el
mero. Además, según datos de este
grupo ecologista, en esta zona, cada
año, más de 700.000 toneladas
de pescado y otras especies marinas
acaban en las redes de descartes
y son tiradas por la borda.
En cuanto a los ecosistemas que
más peligro corren, destacan los
arrecifes de coral. Así, un estudio
publicado por la revista Science,
elaborado en el 2008 por un grupo
de científicos, agencias estatales y
ONG internacionales, llegó a la conclusión
de que la mitad de los arrecifes
de coral del mundo presentan
un impacto de medio-alto a muy alto.
“Los arrecifes se están viendo
muy afectados por el aumento de la
temperatura en el mar, consecuencia
del cambio climático”, confirma
la responsable de Océanos de
Greenpeace. Así, el área marina
protegida más extensa de la tierra,
la Gran Barrera de Coral Australiana,
está en serio peligro, “pues
está experimentando un rápido proceso
de blanqueamiento”.
Caladeros sobreexplotados
En el Oeste del Atlántico, junto a la costa de África Occidental, la ausencia de medidas de conservación está favoreciendo igualmente la sobreexplotación de los caladeros “con repercusiones tanto ambientales como sociales”, destaca la portavoz de Greenpeace. La intervención de la flota pesquera internacional, procedente principalmente de Europa provocó que en países como Senegal descendieran las capturas locales de 95.000 a 45.000 toneladas entre 1994 y 2005, según datos del departamento de pesca marítima del país.
En el Oeste del Atlántico, junto a la costa de África Occidental, la ausencia de medidas de conservación está favoreciendo igualmente la sobreexplotación de los caladeros “con repercusiones tanto ambientales como sociales”, destaca la portavoz de Greenpeace. La intervención de la flota pesquera internacional, procedente principalmente de Europa provocó que en países como Senegal descendieran las capturas locales de 95.000 a 45.000 toneladas entre 1994 y 2005, según datos del departamento de pesca marítima del país.
Especies sin protección
Tampoco las especies marinas han recibido la protección que se merecen y han permanecido en el olvido durante muchos años. No en vano, en 1998 el Servicio Nacional de Pesca Marina de Estados Unidos, uno de los países más avanzados en política pesquera, desconocía 800 especies explotadas en sus aguas. Y, a día de hoy, el panorama para las especies marinas no parece ser muy halagador, pues el 99% de las que están en peligro de extinción carece de planes de conservación tal y como recogen los datos de Oceana.
Tampoco las especies marinas han recibido la protección que se merecen y han permanecido en el olvido durante muchos años. No en vano, en 1998 el Servicio Nacional de Pesca Marina de Estados Unidos, uno de los países más avanzados en política pesquera, desconocía 800 especies explotadas en sus aguas. Y, a día de hoy, el panorama para las especies marinas no parece ser muy halagador, pues el 99% de las que están en peligro de extinción carece de planes de conservación tal y como recogen los datos de Oceana.
“No existe ni un solo stock en el
mundo gestionado responsablemente,
hasta el punto de que las existencias
de algunos tiburones mediterráneos
disminuyeron un 99% en el siglo
XX respecto a las poblaciones
originales”, afirma Ricardo Aguilar,
director de Investigación de Oceana.
Los grandes depredadores han sido
también las grandes víctimas de
esta falta de conservación. En la actualidad,
según la Lista Roja de las
Especies Amenazadas de la Unión
Internacional para la Conservación
de la Naturaleza (UICN), el 21% de
las especies de elasmobranquios (tiburones
y rayas) se consideran
amenazados, y más a escala europea,
un área en la que este porcentaje
supera el 30%. En el mar
Mediterráneo, la supervivencia de
elasmobranquios corre aún más peligro,
pues el 42% de los tiburones y
rayas están catalogados como amenazados,
en peligro o en peligro crítico
de extinción. Sin embargo, los
planes de conservación para estas
especies escasean. Así, por ejemplo,
no existen límites para la captura
de especies migratorias de tiburón,
“ni en Europa, ni en terceros
países, ni en aguas internacionales”,
afirma Oceana.
“En general, las políticas de conservación
en los océanos han sido lamentables”,
concluye Celia Ojeda,
quien advierte de que hay que ponerse
manos a la obra ya, antes de que
los ecosistemas marinos sólo aparezcan
en los libros de historia.
Vìa :
http://diagonalperiodico.net/Pesca-intensiva-oceanos-sin.html
http://diagonalperiodico.net/Pesca-intensiva-oceanos-sin.html
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