Los expertos (del sistema) que escribieron sobre las causas estructurales de la crisis financiera se han dado cuenta que les
faltaba un capítulo: El impacto de la "crisis financiera" en las finanzas del Estado . O sea, el costo (económico y social) que
demandará a los Estados capitalistas (empezando por EEUU y las economías centrales) el salvataje
(con dinero público de todos los contribuyentes) de los grandes conglomerados
bancarios y empresariales que hicieron estallar la "burbuja" del colapso
financiero a escala global
en 2008.
Por
Manuel Freytas (*)
Un nuevo actor emerge en la
economía mundial: La "crisis fiscal" (producto
de los déficit siderales que aquejan a los Estados de las economías centrales)
que sucede a la "crisis financiera" en la debacle de la economía
capitalista globalizada.
Y hay una paradoja: La "crisis estatal" no nace como producto del
endeudamiento privado sin respaldo (la economía de papel de los grandes
conglomerados bancarios imperiales) sino como emergente de los programas
estatales de salvataje financiero que han endeudado (sin respaldo fiscal) a los
Estados centrales, con EEUU y la Unión Europea en primer término.
Los billonarios fondos públicos
utilizados para salvar a los megaconsorcios bancarios e industriales terminaron
generando una deuda impagable y un rojo crónico en las cuentas fiscales de las
naciones capitalistas centrales (principalmente EEUU,
la UE, Japón y China).
Este proceso de sobreendeudamiento
(agregado a la caída de la recaudación por la desaceleración económica) no solo amenaza la
estabilidad económica y la "gobernabilidad" del sistema, sino que también (y
como ya sucedió con los bancos y empresas privadas) puede hacer colapsar
en cadena a los propios Estados capitalistas, tanto centrales, como
subdesarrollados o emergentes.
En
general, la sombra de una insolvencia de pago generalizada (producida por
los déficit y la baja de recaudación fiscal) hace temer a los analistas del
sistema un rebrote de la crisis financiera, no ya a nivel de los bancos
y entidades privadas, sino a nivel de los propios Estados capitalistas centrales.
De esta
manera, la crisis fiscal (producto del déficit comercial y recaudatorio del
Estado) se sumó al panorama de agravamiento del desempleo (principalmente
en EEUU y Europa), la no reactivación del consumo (producida por la
desaparición del crédito para la producción), y los interrogantes que
persisten en caso de que los bancos centrales decidan levantar los estímulos (planes de
rescate) a bancos y empresas.
De acuerdo con The Financial Times, el gigantesco déficit fiscal en Europa y EEUU,
en algún momento, podría hacer subir las tasas de interés generando un proceso
recesivo que, a su vez, se retroalimentaría con más déficit fiscal
dentro de un círculo vicioso.
De acuerdo
con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE), la deuda pública de los 30 países más desarrollados económicamente
alcanzó en 2010 el 100% de su PBI (producto bruto interno). O sea
que esos países desarrollados (con EEUU y la UE a la cabeza) deberían
destinar una producción anual completa sólo para cubrir su déficit. Algo
pesadillesco.
Según
estimaciones de analistas privados, EEUU, la UE, China y Japón (las cuatro
primeras economías mundiales) utilizaron más de US$ 20 billones de fondos
públicos, más de un tercio del PIB mundial, para salvar de la quiebra al
sistema financiero y a los bancos privados, lo que derivó en los gigantescos
déficit que aquejan a los Estados capitalistas centrales.
Luego de
sufrir un derrumbe histórico en 2008 y 2009, las proyecciones oficiales de
gobiernos, instituciones y analistas, señalaron para 2010 pasado, pronósticos de
crecimiento raquíticos. En promedio, en sus últimos informes el FMI estima
que el crecimiento en las potencias centrales (EEUU, UE, China, Japón)
se ha situado en torno del 1,5%. al 3,%.
Estas
estimaciones de "crecimiento débil" (en general compartidas por gobiernos
y especialistas) son las que alimentan el escepticismo sobre la recuperación
inmediata de la economía mundial y sitúan al déficit y al endeudamiento público
como las estrellas protagónicas del proceso en que ya está inmerso el sistema.
El rojo europeo
En general, los desfasajes y la
complicación de la "recuperación" de la economía de la UE (la segunda potencia
económica mundial en bloque tras EEUU), transitan por los mismos parámetros que
en EEUU:
Desempleo, falta de crédito, depresión del consumo y alto déficit (endeudamiento
del Estado) producido por los "rescates".
El desempleo de la Eurozona, integrada por 16 países, afectaba el
9,9% de la población activa, según datos oficiales.
Después de descender una décima en
febrero se situó en 9,9%, mientras que en el conjunto de la Unión Europea
alcanza el 9,5%, informó El País de Madrid. Sin embargo, en España la
tendencia es la contraria: subió una décima y quedó en 20,5%.
Por su parte, el presidente de Portugal, Aníbal Cavasco Silva, estudia la posibilidad de solicitar una ayuda de corto plazo de "emergencia" al Fondo Monetario Internacional (FMI) sin intervención de la Unión Europea para poder hacer frente a los pagos de deuda soberana más urgentes.
Por su parte, el presidente de Portugal, Aníbal Cavasco Silva, estudia la posibilidad de solicitar una ayuda de corto plazo de "emergencia" al Fondo Monetario Internacional (FMI) sin intervención de la Unión Europea para poder hacer frente a los pagos de deuda soberana más urgentes.
Vale recordar que, en este escenario, los gobiernos
centrales de la UE salieron hace ya dos años, al rescate de sus bancos con masivas
inyecciones de fondos públicos (provenientes de los impuestos pagados por toda
la población europea) que dispararon los déficits públicos y las deudas.
Ahora, presionados por los rumores de
falta de respaldo, los especuladores financieros en alta escala temen que
algunos Estados de la UE no puedan hacer frente a sus compromisos de pago.
La incertidumbre que los analistas y
las propias autoridades oficiales siembran sobre la "recuperación económica",
los bajos niveles de crecimiento que exhiben algunas economías, la no
reactivación del empleo y del consumo (los pilares básicos de la economía real),
impulsan la caída del euro y tornan cada vez más difícil la colocación de
deuda en los mercados financieros.
Cuando está a punto de cumplirse un año desde que Grecia pidió un rescate
que sonaba a ciencia ficción (110.000 millones de euros), los efectos en
la economía helena apenas muestran signos de recuperación.
Y si hace apenas dos años la mayoría de la zona del euro vendía su deuda acuñada
con el certificado AAA' de máxima calidad (es la calificación más alta
que otorgan las agencias de rating), esta semana tres países miembros han
comenzado a flirtear con el oprobio de denominarse "bono basura".
Esta misma semana, las temidas y enjuiciadas agencias de rating rebajaban a un paso de la basura la deuda griega, atendiendo a la posibilidad de que las nuevas reglas del Mecanismo de Estabilidad Financiera el fondo de rescate de los países del euro, que regirán desde 2013, obligarán al país a imponer una quita en el pago de su deuda.
Esta misma semana, las temidas y enjuiciadas agencias de rating rebajaban a un paso de la basura la deuda griega, atendiendo a la posibilidad de que las nuevas reglas del Mecanismo de Estabilidad Financiera el fondo de rescate de los países del euro, que regirán desde 2013, obligarán al país a imponer una quita en el pago de su deuda.
En opinión
de Theodora Zemek, responsable global de renta fija de Axa Investment Managers,
“el problema del riesgo soberano no ha hecho más que empezar. Los países con
un elevado endeudamiento tendrán que pagar una rentabilidad cada vez más alta
para emitir nuevos bonos”.
"Pero sin
medidas para estimular la economía, tales como fondos de desarrollo y otros
medios para incrementar la liquidez, la reducción del déficit podría desacelerar
el crecimiento", señaló refiriéndose al déficit europeo Joseph Stiglitz,
profesor de la Universidad de Columbia y ganador del Premio Nobel de economía en
2001.
"Un
crecimiento más lento a su vez podría generar menos ingresos impositivos y
terminaría incrementando el déficit", añadió el Nobel de Economía durante
una conferencia de prensa en Atenas.
El rojo
estadounidense
Mientras tanto, la mayor economía del mundo tiene 13 millones 483 mil
desempleados, de los cuales más de seis millones tienen un semestre o más
sin trabajar.
El crecimiento del PIB y de las ganancias corporativas es aparentemente vigoroso, pero se
produce sin reponer la mayoría de los puestos de trabajo que se perdieron en
2009. La tasa de desempleo no baja de 9.6%, una cifra atroz para un país que
normalmente está en torno a cinco por ciento.
Por su parte, el Estado
norteamericano baja "costo social" por medio de la reducción del gasto
público (salud, vivienda, educación, etc) para compensar la merma de la
recaudación durante la crisis.
De esta manera, el sistema
capitalista USA (Estado y empresas privadas) descarga el costo del colapso
recesivo económico (la crisis) sobre el sector asalariado (fuerza laboral
masiva) y la masa más desprotegida y mayoritaria de la sociedad
(población pobre con limitados recursos de supervivencia).
A su vez el capitalismo
industrial o comercial estadounidense, con el argumento de la "catástrofe
económica" reduce "costo laboral" despidiendo empleados, reduciendo
salarios y suprimiendo beneficios sociales, mientras "sobreexplota" la fuerza
que queda ocupada. Achican otros gastos (e inversiones) de la producción para
ganar lo mismo produciendo y vendiendo menos, lo que agudiza la recesión y
genera más baja del consumo y despidos laborales.
El gran dilema
Según expertos y organismos del sistema
(como Krugman, Stiglitz, FMI, BCE, G-7, etc): Si los
bancos centrales y la Reserva Federal levantan los subsidios estatales, no
solamente se puede desplomar el crecimiento récord de los mercados bursátiles
(bolsas), sino que también se puede revertir el "crecimiento débil" que
los gobiernos esgrimen para fundamentar que la economía global está "saliendo de
la recesión".
Si los bancos terminan con los
"rescates estatales" (la piedra basal de la nueva "burbuja") se corre el riesgo
(casi seguro) de una recaída de la crisis financiera con un impacto negativo
en el proceso de recuperación de la economía real.
Si, por el contrario, continúan
con el drenaje de fondos públicos para salvar al capitalismo privado, se corre
el riesgo (casi seguro) del estallido de una crisis global de endeudamiento
de los Estados (tanto centrales como emergentes y subdesarrollados) que
puede convertir a los bonos públicos en sucedáneos de las hipotecas subprime y
de los bonos "tóxicos" (que encendieron la mecha de la crisis financiera).
Ambas alternativas (sostener o
levantar los "estímulos" estatales): Potencian la posibilidad de un rebrote
de la crisis financiera (por endeudamiento estatal sin respaldo), una
recaída de la crisis recesiva, (por impacto desacelerador en el consumo y
en la producción) y una profundización de la crisis social (por impacto
de una mayor desocupación y baja del consumo).
Así como la crisis
financiera-recesiva (con epicentro USA-UE) hundió a las empresas y bancos
capitalistas privados, un potencial colapso con el endeudamiento público
(insolvencia de pago) puede hundir a los Estados capitalistas en una quiebra
generalizada a nivel planetario.
En resumen, los expertos (del sistema) que escribieron sobre las causas estructurales
de la crisis financiera se han dado cuenta que les falta un capítulo: El impacto
de la "crisis financiera" en las finanzas del Estado.
O sea, el costo
(económico y social) que demandará a los Estados capitalistas (empezando por EEUU
y las economías centrales) el salvataje (con dinero público de todos los
contribuyentes) de los grandes conglomerados bancarios y empresariales que
hicieron estallar la "burbuja" del colapso financiero a escala global.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador,
analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación
estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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