La inflación viene subiendo desde 2006, precisamente por el ‘reacomodamiento’ de precios: después del derrumbe de 2002, los precios se han ido ‘reacomodando’ a los niveles internacionales, donde hay incluso una tendencia a la deflación, como ya había ocurrido desde la ‘convertibilidad’ hasta la declaración de ‘default’. Estamos, como dicen los K, ante un verdadero ‘reacomodo' en dirección a la estratosfera. El ‘cafecito’ criollo es un poquito más caro que el de Roma o Milán, el pollo ostensiblemente más caro que en Brasil y la carne ya está más cara que en Uruguay – por primera vez desde 2002.
Los precios que no se logran reacomodar son, con toda evidencia, los de la fuerza de trabajo, en primer lugar por el elevado trabajo en negro. La mitad de la fuerza laboral gana una media de 1.500 pesos – cinco veces menos que el salario mínimo en euros, cuatro veces menos que el mínimo en dólares y tres veces por debajo del costo de la canasta familiar en pesos. Los salarios de convenio tampoco llegan al costo de la canasta familiar, salvo en unas pocas especialidades.
Los países que pagan con unción religiosa la deuda externa no deberían tener inflación sino deflación, porque el pago saca pesos de circulación para comprar dólares que se van al exterior. Incluso si el gobierno ha gozado durante cinco años de un copioso superávit comercial, que debería haber aumentado la circulación de pesos, ese excedente fue consumido, desde 2007, por la fuga de capitales. La inflación ha sido generada entonces –incluso en un año de fuerte caída de la demanda de consumo y de inversión, como 2009– por una política abusiva de subsidios de tarifas y de precios, que engordó a los capitales – amigos o no. Es un gasto parasitario, que supera el 20% del total del presupuesto, que fue financiado por emisión del Banco Central (adelantos transitorios, uso de reservas, triangulaciones con otros bancos estatales, sin obtener de parte del Estado la contrapartida de activos o garantías de valor real. En los bancos hay una abundante liquidez (el 40% de los depósitos), que es destinada a la compra de títulos públicos. Hay una inflación descomunal de precios de papeles de deuda y, por lo tanto, ganancias ficticias que también presionan sobre los precios del consumo.
fuente, vìa:
http://www.argenpress.info/2010/04/reacomodando-los-precios.html
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