martes, 22 de diciembre de 2009

El Conocimiento Libre

El Conocimiento Libre

Texto introductorio para las mesas de trabajo sobre Conocimiento Libre del Encuentro Internacional del Conocimiento Libre y el Software Libre de Madrid, «Libremeeting 2007». Por Andoni Alonso, Iñaki Arzoz y Pablo Machón
El deseo de poner a disposición de los individuos la totalidad del conocimiento adquirido por la humanidad ha sido un sueño y una utopía que ha marcado profundamente nuestra tradición cultural. La propia escritura, que según determinados autores ha cambiado incluso nuestra forma de concebir el conocimiento, es un dispositivo que, en muchos sentidos, trata de facilitar tal disponibilidad. Una biblioteca, entendida como repositorio de los conocimientos más importantes, cumple así la función de ofrecer todo ese cúmulo de saberes. Si hubiera que resumir este decurso hacia la actualidad podemos realtar tres grandes hitos: La Biblioteca de Alejandría, la Encyclopédie y la Wikipedia. Posiblemente, las dos últimas están muy conectadas, pertenecen, en cierto sentido a un espíritu ilustrado, que entiende el conocimiento como una energía emancipadora.

La aspiración hacia el conocimiento total, la utopía de llegar a saberlo todo, es uno de los arquetipos de la humanidad. Pero junto a esta ambición también existió desde un principio la convicción de restringir el acceso a tal conocimiento debido a sus potenciales peligros. Sólo los puros, los iniciados, se consideraban merecedores de la recompensa máxima que consistía precisamente en conocer lo realmente verdadero.

El valor del conocimiento como poder civilizador tiene su mejor ejemplo en la Biblioteca de Alejandría, construida por la dinastía de los Ptolomeos en Egipto, con la idea de mantener el legado griego en tierra extranjera; otros intereses muy distintos terminaron con la colección, estimada en más de 700.000 volúmenes, y con el edificio que la contenía.

El valor político del conocimiento se muestra en su objetivo, la independencia de los individuos, y por ello tiene un carácter subversivo. Claramente, la Encyclopédie explota al máximo tal carácter en el propio contenido de sus artículos. La idea ilustrada de que la razón, como guía del ser humano, le llevaría a su liberación, se convierte en uno de los programas políticos reformistas por excelencia. Una materialización de tal principio es, sin duda, la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos; pensada como el repositorio para el nuevo gobierno de la nación, en plena guerra de la Independencia (saqueada por los británicos y luego quemada), hace realidad gracias a Jefferson el principio elemental de la democracia y la justicia social al declarar éste en 1786, tres años antes de la Revolución Francesa:
"Creo que, con mucho, la ley más importante en todo nuestro código es aquella que trata de la difusión del conocimiento entre el pueblo. No se puede planear un cimiento más sólido para preservar la libertad y la felicidad".

De haber conocido esta frase, Diderot la habría aprobado íntegramente. Con sus palabras enuncia muchos elementos que conforman nuestra visión política actual, como la educación pública y gratuita y la formación de ciudadanos capaces de tomar decisiones precisamente porque son competentesen en cuanto a su conocimiento de las situaciones, propuestas y posibilidades. Por ello toda acción que sirva para difundir el conocimiento entre los individuos que componen una sociedad tiene un evidente y positivo valor político.

La red proporciona, supuestamente, un conocimiento global. La Wikipedia es una consecuencia del proyecto de la Encyclopédie de la Ilustración. En realidad hay muchos puntos de similitud, como por ejemplo la ambición por recopilar de forma exhaustiva un conocimiento disperso y valioso entre la comunidad de seres humanos. Por supuesto, tal recopilación tiene un valor educativo indudable y se presenta de forma gratuita: para ello basta con tener una conexión a Internet. Si es cierta la virtud emancipadora del conocimiento, aquí encontramos un gran esfuerzo para dotar a la mayoría de tal virtud. El sistema de construcción, wiki, es una tecnología web basada en el hipertexto, que permite a la página ser corregida por los usuarios y al mismo tiempo preservar los diversos cambios a lo largo del tiempo; La Wikipedia, además de una refundación digital del concepto de la Enciclopédie, es sobre todo un proyecto colaborativo interactivo en contínuo progreso. Cualquiera puede ampliar o enmendar sus textos en cualquier momento. Éste es el elemento diferenciador que hace de este proyecto un nuevo hito en la historia del saber humano.

Es conveniente señalar que la idea original de Tim Berners-Lee cuando creó la Web incluía precisamente dotar de esa capacidad democrática al sistema para permitir también la escritura a los "navegantes". Tras una primera fase, en la que la Web se ha expandido como un fenómeno en el que los papeles de autor y lector estaban claramente delimitados y separados, ahora la Wikipedia y otros wikis aportan un nuevo hito evolutivo en el que autor y lector somos todos y al mismo tiempo.

Posiblemente, en este nuevo paradigma democrático de la autoría total los contribuyentes no sean siempre los mejores del mundo. Diderot se enfrentó al mismo problema cuando tuvo que realizar la Encyclopédie:

"Hubo entre ellos algunos hombres excelentes, pero también otros que eran flojos, mediocres o rematadamente malos. Ésta es la razón por la que la calidad de la obra sea tan desigual y que uno encuentre un artículo propio de un escolar junto al trabajo de un maestro". Este no es un mal exclusivo de la Encyclopédie o de la Wikipedia, lo es de toda obra de referencia colectiva y es proporcional al número de contribuyentes.

Sin embargo, como ha demostrado el Software Libre, la producción colectiva tiene un desarrollo particular que da lugar a obras de mayor calidad a lo largo del tiempo. Aunque al principio los proyectos, las obras, tienden a tener defectos o deficiencias, poco a poco el efecto de la participación masiva hace que "emerja" la calidad de entre el mar de contribuciones. Existe un "punto de inflexión" en el tiempo, a partir del cual las obras colectivas, especialmente las de uso práctico, como el software o una enciclopedia, adquieren una calidad netamente superior. El conocimiento tácito de la comunidad, que por definición tiene una dimensión y posibilidades mucho mayores que las de un individuo, confiere a las obras una calidad difícilmente alcanzable por un esfuerzo individual. Lo que es más, a partir de ese punto, una vez alcanzado, las iniciativas individuales no pueden competir.

Si se trata de alcanzar un conocimiento global, este afán por “saber” se origina en la premisa de la interrelación de los conocimientos concretos, que es necesario realizar por muy lejos que nos lleven. Tampoco se conforma con un conocimiento dado de forma jerárquica, de arriba hacia abajo. Más bien trata de generar sus propias fuentes, porque una de las características de los nuevos medios consiste en la autoproducción, tal como demuestra Wikipedia. En una época de monopolio informativo es necesario más que nunca un conocimiento que sea crítico, esto es, basado en las alternativas que las propias comunidades son capaces de generar. El conocimiento deja de ser esa utopía tecnohermética del conocimiento total o la omnisciencia divina para convertirse en una acción progresiva que requiere tanto el estudio como la difusión. Si ocurre de esta manera podremos afirmar que entonces se comprende verdaderamente la utilidad de tan poderosa herramienta.

Pero para que el conocimiento digital sea de esta clase es necesaria otra característica más: ha de ser libre, ha de formar parte de un comunal al servicio de todo aquél que quiera o deba servirse de él. La idea de que deben existir libertades en determinadas producciones intelectuales como el software, promovida por Richard Stallman en el movimiento del Software Libre, se ha convertido en una idea viral que se ha extendido a otros ámbitos.
El Copyleft, a menudo malinterpretado de modo simplista como «derecho de copia», es en realidad un mecanismo legal que permite garantizar que una obra será siempre libre, más allá del original, incluso en sus sucesivas generaciones y mutaciones. Introducido originalmente por Stallman como licencia de software, el Copyleft no sólo permite el uso, copia, modificación y distribución de las modificaciones; además obliga a conservar siempre la licencia original. De este modo, cualquier autor que decida contribuir al comunal con su obra tiene garantizado ese fin no sólo para el original, sino para todas las copias y obras derivadas que otros puedan producir.

Todo intento de someter a restricciones al comunal significa un abuso hacia todos y cada uno de los individuos que lo poseen. El concepto de procomún o comunal se introduce en castellano como en los demás idiomas europeos en la Edad Media. Primeramente significó la serie de tierras que pertenecían a un pueblo o municipio, como pastos y leña, pero la extensión del significado actual incluye aspectos tan diversos como el lenguaje, el aire o el agua. Es evidente el esfuerzo por privatizar estos comunales y generalmente en virtud de dos supuestas razones económicas: la mayor productividad o su imposibilidad a largo plazo.

En el caso del conocimiento electrónico, si lo clasificamos como comunal, al tratarse de bienes intangibles como las ideas que se comunican por medios electrónicos, compartir no significa privarse de lo compartido. Una idea transmitida del sujeto A al sujeto B no significa desposeer al primero en beneficio del segundo. No sólo eso; lo enriquece. Así que la economía del conocimiento, en general, y del conocimiento digital en particular, lleva a un enriquecimiento mayor cuanto más se comparte.

La propia naturaleza del conocimiento indica algo así. El filósofo Michael Polanyi distinguía entre conocimiento tácito y conocimiento expreso. El primero consiste en el resultante de las destrezas aprendidas o del conocimiento recibido. El segundo consiste en el proceso de aplicar el primero a un problema, teoría o cuestión concreta. Pero sin el primero, el segundo no podría tener lugar. El uso del propio lenguaje (cómo lo empleamos con corrección, cómo detectamos errores, saltamos de un modo de hablar a otro), tal como mantenía el filósofo del lenguaje Ludwig Wittgenstein con la misma noción de conocimiento tácito, son requisitos previos para todo conocimiento que se pueda delimitar o expresar acabadamente. Como el propio Polanyi sostiene, "sabemos más de lo que podemos contar".

Sin ese conocimiento tácito no sería posible que existiera la innovación. No sólo eso, sino que comprender una innovación requiere a su vez el conocimiento tácito que nos permita darle sentido e integrarla en nuestro contexto. Saber de memoria la fórmula de la relatividad no significa conocerla en sentido real. Para ello es necesario tener las habilidades, los valores, en definitiva, debemos tener un conocimiento tácito que dé sentido a la fórmula en su contexto físico-matemático. Así que, ciertamente, aquello que posibilita el conocimiento expreso es sin duda comunal. Si no lo fuera, simplemente no existiría ninguna clase de conocimiento.

La democratización de la producción creativa es pues el objetivo, para llegar a una sociedad en la que todos somos autores y lectores, creando las «conexiones neuronales» necesarias en la comunidad para avivar el conocimiento tácito común. La consecuencia de ello es una sociedad más libre, más independiente, con capacidad multiplicada de innovación y creatividad, en condiciones que facilitan el ejercicio crítico, la emancipación real de los individuos.

En el plano de la convivencia, una anhelada democracia más participativa aparece en el horizonte en este contexto cultural de personas habituadas a la interacción social constructiva. La igualdad de género, la eliminación de las diferencias sociales y económicas entre regiones, la preservación y asimilación de la cultura vernácula... la libertad de conocimiento dota a la sociedad del equipamiento necesario para conseguir aquellos fines que son obvios en un contexto informado.

En obras artísticas -música, literatura, artes plásticas- encontramos también otro terreno con ciertos paralelismos. Es interesante señalar que muchos artistas de las vanguardias históricas se toparon un profundo conflicto entre la obra artística, patrimonio de la humanidad, y la mercadería susceptible de venderse para el uso y disfrute de unos pocos. La función del arte no es ganar dinero, sino transformar al ser humano. No obstante, una de las preguntas más habituales al respecto es cómo se ganarán la vida los artistas. Joost Smiers señala que el 90% de los derechos de autor revierten en sólo un 10% de los autores. El negocio del copyright no es ni ha sido nunca entonces para los autores. Ya desde el principio, el copyright establecido en el siglo XVIII por la reina Ana de Inglaterra se refería a los impresores y libreros, y no a los autores.

Es interesante descubrir las contradicciones que ocurren en nuestro tiempo. Es muy fácil concienciar a gobiernos e instituciones sobre el problema que acarrea la brecha digital, por ejemplo. Mucho más difícil es que acepten un hecho evidente: una conexión, un ordenador, un dispositivo de almacenamiento ha de tener un contenido. La lucha por tener un contenido libre, que sirva como emancipador de las comunidades y los individuos, es tan importante o más que simplemente “regalar” herramientas que limitan o imposibilitan caminar en la dirección de esa emancipación. Tampoco tiene mucho sentido únicamente “regalar” el conocimiento; el salto cualitativo del que hablamos no es posible sólo con el acceso (apertura); es necesario dotar al individuo de la capacidad técnica y legal plena (libertad) de usarlo, modificarlo, difundirlo. Sin embargo hoy, en la espiral del copyright, una de las ramas más lucrativas del derecho contemporáneo y que además genera toda una industria policial de busca y captura, no sabemos dónde se pueden establecer los límites.

La defensa del comunal del conocimiento es una tarea básica para poder preservar lo que nos queda de democracia. Este comunal ha de plantear una "reserva de conocimientos" que incluya todos los campos: el humanístico, el artístico, el científico, el tecnológico y también el político. Por supuesto será necesario un debate particular en cada caso, tal como se ha indicado, pero existen propuestas que permiten esbozar caminos justos. Parte del trabajo se realiza cada día. Seguramente ésta sea una acción con más calado que muchas de las intervenciones caritativas que se publican a diario.



FKF

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