Entre quienes
decididamente cuestionamos la agricultura industrializada, es decir,
aquella que se organiza con el único propósito de generar rendimientos
económicos y que para ello, como una apisonadora, explota personas y
tierra, la decisión por parte de la Organización de las Naciones Unidas
para la Alimentación (FAO) de dedicar este año 2014 a la agricultura
familiar generó sentimientos encontrados. ¿Es el apelativo
Sin que muchas de estas dudas se hayan resuelto, sí creo que podemos
afirmar que este marco institucional está ayudando a visibilizar y
valorizar la agricultura a pequeña escala. Y buena parte de la
información que la FAO está trasmitiendo refleja lo que durante años los
propios movimientos campesinos y otras instituciones que defienden el
paradigma de la soberanía alimentaria venimos repitiendo.familiarla mejor definición para trazar la línea que separa la agricultura de las sociedades anónimas, las cotizaciones en bolsa y las semillas esterilizadas de la agricultura campesina de los mercados locales y de la biodiversidad cultivada? ¿Es suficiente definirla como aquella actividad agraria
operada por una familia y que depende principalmente de la mano de obra familiar, incluido tanto a mujeres como hombres? La
familia, ¿es el único modelo para desarrollar agricultura campesina a pequeña escala? ¿No es la familia, de hecho, muchas veces el escenario de perpetuación del patriarcado que tanto daño hace a la creación de nuevos imaginarios y paradigmas también en la revisión del modelo productivo?
Para quienes aún mantienen discursos peyorativos sobre la agricultura campesina y agroecológica, tiene que resultar interpelativo leer en textos de la FAO que la agricultura a pequeña escala debe
posicionarse en el centro de las políticas agrícolas, ambientales y sociales en las agendas nacionales, pues entre otras cosas
es una parte importante de la solución para lograr un mundo libre del hambre y la pobrezay
en muchas regiones esta agricultura es la principal productora de los alimentos que consumimos a diario. O también otros mensajes fundamentales, como que la agricultura que se practica a pequeña escala es clave para
la protección de la biodiversidad agrícola mundial, así como
generadora de muchos empleos agrícolas y no agrícolas. También les incomodará leer los datos y estudios que la FAO muestra de sus capacidades productivas sin dejar de perder una de sus grandes virtudes, la sostenibilidad.
Ese debería de ser el mensaje central de este año internacional, y parece que la FAO lo esquiva. ¿Por qué? ¿A qué intereses protege? Pareciera que su posicionamiento a favor de la agricultura familiar es sólo un falso idilio, un catálogo de exóticas fotografías del National Geographic que muestran las bondades de la agricultura campesina como precioso reducto a preservar en museos de antropología. Pero si verdaderamente entendiéramos que la agricultura a pequeña escala es el medio de vida de la mayoría de campesinas y campesinos del mundo y la que, según todos los datos, es la que tiene mayor capacidad productiva actual y futura de alimentos, denunciaríamos sin temores que la propiedad de la tierra está en otras manos y sirve a otros intereses.
Ese es el asunto central a reclamar con urgencia: la redistribución de tierra fértil en favor de la agricultura campesina a pequeña escala, en cualquier modelo comunitario de vida, como un bien común e inalienable, fuera de los mercados. Los argumentos del Año Internacional de la Agricultura Familiar, quiera o no la FAO, también lo evidencian.
*Autor de No vamos a tragar
vía:
http://www.jornada.unam.mx/2014/06/01/opinion/026a1eco
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