Dos días antes
del asesinato de Kadafi, leía yo los periódicos matutinos en Beirut y
la mayoría destacaban una nota en primera plana. En ese tiempo el
demente emperador de Libia aún se ocultaba en Sirte, pero había una
declaración de la secretaria de Estado, la señora Clinton, en plena
Trípoli. “Esperamos que pronto lo capturen o lo maten –dijo–, para que
ustedes ya no tengan que temerle.” Fue tan extraordinario que subrayé
sus palabras, recorté la nota de uno de los diarios y la puse en mi
archivo (que es de papel).
Esperamos que pronto lo capturen o lo maten.Y luego, ¡lotería! La OTAN bombardea el convoy en el que huía y el viejo muchacho es sacado herido de un canal de desagüe y eliminado.
En una era en la que Estados Unidos asesina a sus enemigos como cosa
de rutina, las palabras de la Clinton fueron notables porque al menos
reconoció la verdad. Normalmente el Departamento de Estado o la Casa
Blanca declaraban las estupideces de costumbre sobre que Kadafi u Osama
Bin Laden o quien fuera debía ser
llevado a la justicia, y todos sabemos lo que eso significaba. Pero esta semana todo el asunto se volvió mucho más oscuro. Al preguntarle por su reacción personal, Obama el Bueno dijo que nadie quería llegar a ese final, pero que la muerte de Kadafi sería una lección para
todos los dictadores del mundo. Y todos supimos lo que quiso decir. Sobre todo el mensaje era para Bashar Assad de Siria. Tal vez, indicaba, podrían tener el mismo sucio fin.
Ahora que estoy en Damasco he estado preguntando a los sirios qué
piensan de todo esto. Siempre que digo que Kadafi era un orate, todos
están de acuerdo. Pero cuando hablé con un alto funcionario del propio
gobierno sirio, él se expresó en términos ligeramente diferentes. “No
aceptamos comparaciones –dijo–, pero la gravedad de la muerte de Kadafi
es que en el futuro van a decir en Occidente: ‘¿ven cómo se portan los
libios? ¿Ven cómo se portan los árabes? ¿Ven cómo se portan los
musulmanes?’ Esto se usará contra el Islam. Fue más humillante para los
libios que para Kadafi, y por eso temo que lo utilicen contra nosotros.
Ése es mi miedo.”
Esta semana, en una entrevista con la televisión siria, expresé mi
opinión de que Kadafi era un demente y Assad no, al margen de lo que se
piense de él. El presentador del programa manifestó con vigor su
asentimiento (naturalmente). Pero esperen: prometí a los lectores decir
lo que pasó con el programa. Bueno, hace dos días, por casualidad, me
encontré con el periodista que me entrevistó. Lástima, creía que la
traducción y los subtítulos no estarían listos para la transmisión del
sábado por la noche. Tal vez podríamos hacer otra entrevista después. De
vuelta a lo mismo, supongo: ya veremos.
Como quiera que sea, la esposa de Assad, Asma, me hizo saber nada
menos que con su asistente personal lo lastimada que se sintió por una
nota en The Independent, hace un par de semanas, en la que se
sugería que era indiferente al sufrimiento de los opositores civiles
muertos por las fuerzas de seguridad. La nota –no mía– citaba a un
funcionario de ayuda humanitaria en Damasco, presente en una reunión con
la dama, el cual refirió que cuando le preguntaron a ésta por las
víctimas,
no hubo reacción.
Inútil decir que esa nota fue recogida por los medios árabes,
entre ellos Al Jazeera, la estación televisiva que más odia Assad. Ahora
el asistente de Asma Assad acababa de darme la versión en árabe de la
Media Luna Roja Siria (MLRS) sobre el encuentro; una lectura
interesante. Los voluntarios de dicha organización relataron a la esposa
del presidente que recibían mejor tratamiento del ejército –el cual
tiene un liderazgo claro– que de los servicios de inteligencia en los puntos de revisión en Siria –dijeron que la “inteligencia muhabarrati no tiene liderazgo ni principios claros, por lo menos desde nuestro punto de vista”– y que los vehículos del Ministerio de Salud en ocasiones son usados en forma indebida por
agrupaciones sin control, lo cual ha creado una situación de miedo entre los ciudadanos. Informaron a la señora Assad lo difícil que era para la MLRS trabajar en zonas peligrosas y trasladar a los heridos.
La señora Asma (sic) mostró su comprensión por las dificultades que pasan nuestros voluntarios, señala el reporte de la MLRS,
y expresó su profunda admiración por sus esfuerzos por servir a la humanidad y a personas individuales, y prometió transmitir algunas de sus demandas a las autoridades.La visita de la dama fue
informal, y la charla
amigable.
En los días siguientes, continuaba el reporte de la institución, mejoró la conducta en los
puestos de revisión de seguridadhacia los voluntarios. Un informe posterior del semanario Syria Today trae una declaración de la señora Assad de que los voluntarios de la Media Luna Roja deben
permanecer neutrales e independientes en este momento, enfocándose solamente en las necesidades humanas.
Allí tienen ustedes. Sin duda no indiferente, pero sí lejos de una
condena enérgica a los abusos contra los derechos humanos. Desde luego,
puedo ver el problema de Asma Assad. Si hubiera hablado directamente en
contra de las muertes de manifestantes, la prensa y la televisión del
mundo no habrían dicho que la esposa de Assad estaba a favor de los
derechos humanos. Los encabezados habrían sido de índole política:
El presidente Assad, atacado por su esposa. La verdad, me temo, es que una vez que empieza la guerra, no se puede ganar. Aun si se trata de la esposa del presidente.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/10/30/opinion/022a1mun
http://www.jornada.unam.mx/2011/10/30/opinion/022a1mun
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