Un horror
gelatinoso amenaza cada vez más la vida cotidiana. En muchas partes ya
no se puede salir a la calle a ciertas horas. Ese toque de queda no
declarado marca límites y orienta el comportamiento. En una variedad de
esferas, sin embargo, no hay siquiera toques de queda que delimiten lo
que podemos o no hacer. No sabemos ya dónde se hallan peligros a menudo
mortales.
El deterioro y paulatino desmantelamiento de las estructuras del
Estado-nación y la acelerada descomposición de las clases políticas, es
decir, el estado de cosas que se generaliza en el mundo y en el que
México tiene el dudoso honor de estar a la vanguardia, afecta
observaciones e interpretaciones. Las categorías convencionales se
quedan vacías; los anteojos a través de los cuales vemos y
experimentamos el mundo se vuelven opacos; las evidencias que golpean la
mirada no encuentran acomodo en nuestras maneras de percibir la
realidad… Miopías y cegueras de esta índole resultan peligrosas ante los
riesgos del momento, cuando es imperioso actuar con lucidez y pulso
firme.
Según Foucault, la arbitrariedad del tirano es licencia para el
crimen: mientras más despótico sea un poder, más numerosos serán los
criminales. Javier Sicilia constata un
Estado delincuencial, organizado en torno a la impunidad y el parasitismo:
Nuestra clase política vive una forma de criminalidad tan impune como la delincuencia que dice combatir; al convertir el fraude en
modo de viday
hacer de la depredación, del pillaje y del crimen simples técnicas de gestión, la verdadera diferencia entre el crimen legal y el ilegal sólo es una diferencia de intensidad. (Proceso 1811, 17/6/11).
Intuiciones que hace tiempo considerábamos marginales adquieren de pronto centralidad. Manuel Rozental apunta la
mafiosidadcada vez más general. La palabra mafia aludía a una organización criminal específica, de origen siciliano. Se aplicó más tarde a cualquier organización clandestina de criminales y luego a cualquier grupo organizado que intenta defender sus intereses: la mafia del teatro, por ejemplo. Es ya una forma generalizada de organización social y política. El estilo mafioso característico de
la maestrano es ya la excepción, sino la regla. En política, abarca desde el último cacique de pueblo hasta Los Pinos; desde el pequeño burócrata, el empleado de ventanilla o el funcionario medio hasta los secretarios de Estado, el presidente y cuadros o militantes de todos los partidos; en la vida social, caracteriza la operación de medios, bancos y grandes empresarios lo mismo que el funcionamiento social en barrios y comunidades alejadas, desde boleros y vieneviene hasta los hombres más ricos del mundo.
Esta condición mafiosa se complementa con la multiplicación de
bandas. Hace muchos años la palabra se aplicaba solamente a grupos de
gente armada que operaban al margen de la ley. Se usó después para
pandillas juveniles urbanas y luego se generalizó para aludir a grupos
que se reúnen para robar, asaltar y cometer otros delitos. Es ahora una
forma de existencia social. Hay barrios en que un joven no puede
sobrevivir si no está afiliado a alguna de las bandas que operan en
ellos.
En vista de que el país entero está expuesto a mafias y bandas que operan al margen de todas las normas legales e institucionales, dentro y fuera de los aparatos del Estado, se hace enteramente evidente el carácter monstruoso y disparatado de la guerra de Calderón. Haber convertido un asunto de salud pública en cuestión de seguridad nacional y haberla abordado con aparatos podridos hasta el tuétano, socavados por bandas y mafias, sólo puede explicarse por niveles casi inconcebibles de incompetencia y corrupción, de signo perverso.
Al plantearnos desde abajo y a la izquierda qué hacer ante todo este horror, al pensar cómo enfrentarlo con nuestra propia energía y capacidad organizativa, desde el tejido social desgarrado en que vivimos, no debemos olvidar otra dimensión del asunto: bandas y mafias existen también como signos de resistencia y algunas pueden estar expresando la rebeldía radical de quienes padecen las formas más agresivas y oprobiosas del capitalismo. Entre los inempleables, los jóvenes ninis (ni estudian ni trabajan), las personas que antes se arrojaban al saco de sastre de los
En esta hora de emergencia nacional, cuando necesitamos actuar con decisión y entereza, debemos reconocer que en esta noche oscura no todos los gatos son pardos.
En vista de que el país entero está expuesto a mafias y bandas que operan al margen de todas las normas legales e institucionales, dentro y fuera de los aparatos del Estado, se hace enteramente evidente el carácter monstruoso y disparatado de la guerra de Calderón. Haber convertido un asunto de salud pública en cuestión de seguridad nacional y haberla abordado con aparatos podridos hasta el tuétano, socavados por bandas y mafias, sólo puede explicarse por niveles casi inconcebibles de incompetencia y corrupción, de signo perverso.
Al plantearnos desde abajo y a la izquierda qué hacer ante todo este horror, al pensar cómo enfrentarlo con nuestra propia energía y capacidad organizativa, desde el tejido social desgarrado en que vivimos, no debemos olvidar otra dimensión del asunto: bandas y mafias existen también como signos de resistencia y algunas pueden estar expresando la rebeldía radical de quienes padecen las formas más agresivas y oprobiosas del capitalismo. Entre los inempleables, los jóvenes ninis (ni estudian ni trabajan), las personas que antes se arrojaban al saco de sastre de los
lumpeny poco a poco van formando mayoría, están surgiendo grupos que cobran conciencia de la naturaleza del sistema y deciden enfrentarlo. Un artículo notable de Ciccariello y Andrews,
Cualquier sinvergüenza puede gobernar, explora esta posibilidad al analizar la huelga de hambre de presos de California (www.counterpunch.org/maher07222011.html).
En esta hora de emergencia nacional, cuando necesitamos actuar con decisión y entereza, debemos reconocer que en esta noche oscura no todos los gatos son pardos.
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/07/25/opinion/018a1pol
http://www.jornada.unam.mx/2011/07/25/opinion/018a1pol
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